El tenis francés siempre ha sido uno de los más prolíficos en la historia de este deporte, pero no todas las épocas han vivido el éxito. Sin ir más lejos, a la actual generación de jugadores (Tsonga, Gasquet, Simon, Monfils, etc.) le ha faltado ese plus de competitividad necesario para lograr algún título de Grand Slam, siendo las finales su tope hasta la fecha. Pero en territorio galo se trabaja muy bien las categorías inferiores, y fruto de este trabajo es el crecimiento de otros tenistas con talento suficiente para escribir su nombre en el palmarés de los grandes torneos en el futuro.
El mejor ejemplo es Lucas Pouille, un jugador de tan sólo 22 años que reúne tanto talento sobre la pista como irregularidad, probablemente fruto de su corta edad, pero que tiene la capacidad suficiente como para sacar a relucir su mejor versión en cualquier campeonato. Y su gran explosión, o al menos su primera gran irrupción, se ha producido en Wimbledon 2016, donde ha alcanzado los cuartos de final tras derrotar a raquetas de la importancia de Juan Martín del Potro o Bernard Tomic. Una vez conseguido su mejor resultado en un Grand Slam, el siguiente reto de Pouille era superar a Tomas Berdych, una de las mejores derechas del circuito y que ya sabe lo que es llegar a la final en la hierba londinense.
Máxima igualdad
Berdych, por su condición de décimo cabeza de serie, era favorito al triunfo, pero la igualdad se apoderó del encuentro en el set inicial. El francés comenzó muy nervioso el partido, y tuvo que trabajar cada punto para anotarse el primer juego. El checo mostraba sensaciones opuestas, pues su letal servicio se convirtió en arrollador para su rival, incapaz de hacer daño desde el resto. Con tantas dudas por parte del galo, el jugador centroeuropeo no dudó en atacar el saque de su oponente, una táctica que dio sus frutos pues, tras disponer de dos bolas de 'break', fue en la tercera cuando se consumó la primera rotura del encuentro (2-1).
Los dos tenistas tuvieron opciones de llevarse un primer parcial muy igualado
Tomas Berdych consiguió el primer objetivo, pero la alegría duró poco para el checo, que no pudo consolidar el 'break' tras realizar un juego nefasto al servicio, cometiendo varios errores no forzados. A partir de ese momento, ambos jugadores consiguieron ganar sus juegos con el servicio, si bien las tornas iniciales cambiaron ligeramente, permitiendo a Lucas Pouille ganar con mayor facilidad al servicio y poner en mayores dificultades a su rival. Con los dos jugadores mostrando un alto nivel de acierto con el saque, la primera manga se dirigió irremediablemente al 'tie-break'.
En el juego definitivo, el tenista galo encadenó varios saques bastante mejorables, lo que permitió a Berdych colocarse con un 4-1 que se antojaba insalvable. El talento de Pouille salió a relucir hasta el punto de situarse a tan sólo un punto de su rival (5-4), pero un error suyo y un posterior golpe ganador del jugador centroeuropeo provocó que el primer parcial cayera de su lado (7-6), un resultado que acabaría siendo definitivo para el devenir del partido.
El precio de la inexperiencia
Y es que Lucas Pouille pareció desconectarse tras perder el primer set. Fruto de su inexperiencia o de su inconsistencia mental, el jugador francés presenció al comienzo de la segunda manga un vendaval de tenis checo, donde el servicio se convirtió en protagonista. Tomas Berdych logró imponerse en sus dos primeros turnos de servicio y, además, lograr un 'break' de por medio, estableciendo un contundente 3-0 y ganando 12 de los últimos 15 puntos en juego.
El 3-0 inicial de Berdych en el segundo set fue insalvable para Pouille
Pouille mejoró sus prestaciones, especialmente con el saque, y logró ganar su primer juego del segundo parcial, además de inquietar desde el resto a su rival. Sin embargo, cuando más apretaba el galo, Berdych echó mano de su gran experiencia en partidos importantes y no se dejó impresionar por el ímpetu del joven jugador francés, lo que le sirvió para mantener la importante ventaja adquirida en el primer tramo del parcial y terminar imponiéndose en el segundo parcial por 6-3.
El peso de la inercia
La empresa parecía muy complicada para Lucas Pouille, más aún cuando no reúne la experiencia suficiente en las rondas finales de grandes torneos. El hecho de ser sus primeros cuartos de final de un Grand Slam le estaban pasando factura y lejos de mejorar su resultado en el tercer parcial, la realidad es que el checo se sintió demasiado cómodo sobre la hierba de Wimbledon y se encaminó hacia las semifinales, las segundas que disputará en la capital británica en su carrera deportiva.
Y eso que el tenista francés no se rindió y comenzó el set imponiéndose con su servicio, pero Berdych había alcanzando un nivel superior y no solo respondió a la perfección para establecer el empate en el marcador, sino que también fue capaz de encadenar cinco juegos consecutivos, incluyendo dos roturas sobre el saque de Pouille que prácticamente certificaban la victoria del checo. El triunfo llegó dos juegos después, cuando de nuevo Tomas Berdych se mostró intratable con su servicio para vencer por 6-2 y alcanzar la penúltima ronda de Wimbledon 2016, donde se enfrentará al vencedor del duelo entre Jo-Wilfried Tsonga y Andy Murray.