Es su territorio, su hábitat natural, aquel en el que el tenis deja de ser una profesión para volver a ser un deporte, un entretenimiento con el que divertirse y hacer divertir. Karlovic y Muller acuden cada año a Newport con la añoranza de una superficie que se desvanece inexorablemente en el calendario, y la satisfacción de poder jugar sin presión y en un lugar donde se puede disfrutar. En esta tesitura, no es difícil que aflore el mejor juego de tenistas con condiciones óptimas para jugar sobre hierba.
Karlovic y Muller, cañoneros indomables
No hubo lugar para la rebelión del suizo. Simplemente apabullante fue Ivo Karlovic sobre el verde pasto de Newport, donde su tenis fluyó cual agua de manantial. Saques y más saques para un jugador que se desplazó bien y eligió los golpes adecuados a ejecutar en cada momento tenso del partido.
Ganó muy bien la pista con el revés, y eso le permitió hacer un break en cada set; renta más que suficiente para un hombre que perdió doce puntos al servicio en todo el partido. 6-3 6-4 fue el resultado final de un encuentro que lleva al croata a semifinales, donde se verá las caras con Marcos Baghdatis.
Por su parte, Gilles Muller se sobrepuso a un inicio más que titubeante ante un consumado restador como Adrian Mannarino. El francés se las prometía muy felices después del primer set, en el que pudo contrarrestar el juego ofensivo de Muller. Pero la reacción del luxemburgués fue mayúscula, otorgando una sola oportunidad de break a su rival en el segundo y tercer parcial.
El luxemburgués se enfrentará por un puesto en la final a Donald Young. El afroamericano dio la sorpresa del torneo al vencer por 6-2 6-3 a Steve Johnson, claro candidato al título. Los reveses cortados de Johnson no tuvieron la mordiente habitual, y Young se mostró inconmensurable en sus ataques con el drive.