El tenis es impredecible, y gran parte de su magia reside en que las cosas no son siempre como parece que debieran ser. Porque un deporte en el que por el mero hecho de jugar en casa, ante su público, dos jugadores que no están entre los 190 mejores del mundo ganan un partido en un Masters 1000, tiene algo especial. Peter Polansky y Steven Diez hicieron vibran a los aficionados congregados en Toronto, que disfrutaron de lo lindo con dos hazañas en apenas unas horas. Orgullo patrio para una nación deportista por naturaleza.
Polansky remontó con coraje
Curtido en mil batallas está ya el de North York, a sus 28 años y alejado de los puestos nobles de la clasificación. Ni siquiera puede brillar en torneos Challenger en los últimos tiempos, pero sí lo ha hecho bajo el amparo de un público que le llevó en volandas ante un timorato Smyczek.
Y es que el estadounidense parecía tener muchas más armas para ganar, pero se relajó notablemente tras ganar la primera manga, y permitió que, con su saque por bandera, el canadiense diera la vuelta al partido. 4-6 6-3 6-0 fue el resultado final en favor de Polansky, cuyo siguiente rival saldrá del duelo entre Stepanek y Paire.
Diez corta la progresión de Edmund
El británico ha logrado ascender posiciones de manera meteórica en los últimos meses, consolidándose en el top-100 y demostrando que puede jugar bien en todas superficies. Se esperaba mucho de su comparecencia en Toronto, pero se ha despedido mucho antes de lo previsto.
Y es que se encontró con Steven Diez dispuesto a aprovechar la oportunidad de brillar ante su público. El de 25 años y asentado en el puesto 192 del ránking, jugó con bravura y precisión, dando la vuelta al electrónico e imponiéndose por 3-6 6-2 6-2. Se verá las caras con Bernard Tomic en segunda ronda.