Vacaciones estivales, desconexión general, turismo por doquier y aislamiento del mundo. Todo parece haber cambiado hasta que llega el momento de poner la televisión o leer un periódico y darse cuenta de que la vida sigue igual. Novak Djokovic gana, y lo hace porque cuando está en forma no hay otra opción que la victoria. La victoria por abrasión, la victoria por solidez mental, la victoria por talento o simplemente, porque es de los mejores jugadores de la historia.

El serbio sigue añadiendo territorios a su imperio, que analizado geográficamente puede compararse al de Felipe II. No se pone en ningún momento en las ciudades que han visto levantar un título al serbio, y no sale para unos rivales sumidos en el desasosiego de verse impotentes ante el dominio de Novak. Nishikori fue el último que claudicó. Un samurai rindiendo pleitesía al dueño y señor del tenis mundial.

Nishikori jugó bien pero eso no es suficiente

Hay que acogerse a todo tipo de milagros para vencer al serbio, necesitando una ayuda notable por parte de éste si se quiere derrotarle. Mientras Djokovic juegue concentrado y motivado, se antoja una misión imposible vencerle. Simplemente es el mejor, y todas sus derrotas han llegado ante jugadores menores, frente a los que el serbio no encontró la motivación necesaria.

Novak Djokovic en Toronto. Foto: zimbio
Novak Djokovic en Toronto. Foto: zimbio

Nishikori mantuvo un buen tono general pero flaqueó en los momentos cumbre

Sí lo hace ante los mejores, consciente de que no puede regalar nada, y no lo hace. Nishikori salió muy motivado a pista, con el precedente del Masters 1000 de Madrid en la retina, donde compitió bien y estuvo a punto de dar un susto al de Belgrado. Sin embargo, pronto se encontró con la versión más inexpugnable del balcánico. Sólido de fondo de pista, moviendo muy bien la pelota y sacando de su zona de confort a Nishikori, que no era capaz de desbordar con sus golpes al serbio.

Ni una sola pelota de break tuvo el nipón en la primera manga, que a pesar de ello no se arredró y continuó jugando con gran intensidad. Mantuvo la cara al encuentro, siempre intenso y buscando alternativas que pudieran incomodar al serbio. Pudo equilibrar el partido pero en el momento cumbre, Djokovic se mostró intratable y cerró el partido en dos mangas.

Bomba de aire de cara a Río de Janeiro, donde Novak buscará uno de los pocos retos que le quedan en su carrera a nivel de títulos. El oro olímpico daría un brillo especial al inmaculado currículum del serbio y le haría postularse como un serio y digno candidato al título honorífico y subjetivo de mejor jugador de la historia.