Los Juegos Olímpicos es una competición donde las sorpresas están a la orden del días. Los deportistas con menos posibilidades se crecen ante la magnitud de la cita y sacan todo lo que tienen dentro para intentar estar en boca de todos después de la intensa competición. Algo debido les debió pasar a Sa y Bellucci. La pareja brasileña partía como la Cenicienta en su enfrentamiento contra los hermanos Murray, pareja que logró la Copa Davis jugando juntos y que de sobra es conocida la calidad de ambos. Los brasileños salieron a la pista desde el primer minuto jaleados por su público que no quisieron perderse la cita de sus compatriotas contra los segundos cabeza de serie. Los hermanos Murray encontraban su motivación el uno en el otro, los dos querían hacerse con el oro jugando codo con codo, subirse a lo más alto del podio el uno de la mano del otro. Motivos para ganar siempre hay, pero las dos parejas tenían un plus de motivación extra bajo la luna de Río.

Los brasileños salieron a la pista con el corazón empuñado. Bellucci es un tenista que pocas veces entra en las competiciones de dobles, pero dirigido por Sa, experto en la materia, hizo una gran actuación desde el principio del partido. Los británicos comenzaron muy metidos en el partido pero, poco a poco, se fueron alejando del camino marcado y no ponían en complicaciones a los brasileños que tuvieron dos ocasiones de hacer break, ocasiones que salvaron los escoceses. Cuando más sufrían los británicos era con el turnos de servicios de Jamie. Aun así consiguieron mantener todos sus turnos, al igual que los brasileños, y el primer parcial se tuvo que decidir en un igualado tie break que se llevaron los locales en la tercera bola de set.

La derrota en el primer set fue el chispazo que despertó a los hermanos que sabían que si querían ganar el partido y seguir vivos en los Juegos necesitaban pulir mejor los detalles. No pudieron comenzar mejor los Murray ya que rompieron el primer turno de servicios de los brasileños. Bellucci y Sa empezaron a remar contracorriente en una embarcación en la que el público hacía de timonel. En el sexto juego se levantaron del traspiés y consiguieron igualar el marcador.

El electrónico se mantuvo parejo hasta que marcó el empate a seis juegos, todo se volvía a decidir en la muerte súbita. Aquí la presión y los nervios hicieron acto de presencia. Los Murray estaban en la cuerda floja, el más mínimo error dilapidaba el sueño de convertirse juntos en campeones olímpicos; los brasileños sabían que tenían que acabar en el segundo set con sus rivales, un tercer set se antojaba demasiado peligroso para ambos. Así pues los cariocas estuvieron mejor plantados en la pista y un error de los británicos les concedió cuatro bolas de partido. Andy y Jamie no estaban para hacer más concesiones y levantaron las cuatro bolas de partido igualando el tie break. Ya no había cabida para más errores y ambas parejas aseguraban los máximo posible sus turnos de saque.

Bellucci y Sa se vieron sorprendidos por sus rivales que se anotaron una mini rotura y acariciaron el set, pero la caricia se quedó en eso y con una inmediata réplica los brasileños devolvieron la igualdad al marcador. El tie break se alargaba más de lo hubiesen esperado ambas parejas y parecía que no iba a terminar nunca la segunda manga. La precisión era máxima en ambas parejas y ninguna quería fallar y dar la oportunidad de terminar con el set o el partido a sus rivales. En el trigésimo punto de la muerte súbita los Murray fallaron la bola que les despertó del sueño olímpico.

Bellucci y Sa terminaron el partido exhaustos pero con una sonrisa deslumbrante. El veterano brasileño y el mejor carioca en el circuito individual se fundieron en un abrazo en el que se vio reflejado todo el tenis brasileño. Bellucci y Sa consiguieron la proeza por la que pocos apostaban y demostraron que el espíritu olímpico y la superación también ganan partidos. Los brasileños no quieren bajarse de la nube e intentarán dar otra alegría a su público contra los italianos Seppi y Fognini.