Los vaivenes emocionales de Grigor Dimitrov en este 2016 le están haciendo oscilar entre la admiración y esperanza ante la posibilidad de verle competir ante los mejores, y la perplejidad e indignación frente a su apatía en pista. Las dos finales perdidas, en Brisbane y Estambul, minaron mucho la moral de un jugador con necesidad de reivindicarse. Especialmente significativa fue la segunda, perdiendo por recibir tres warnings y encadenando una racha de cinco partidos seguidos perdidos.
El verano parece haberle devuelto las ganas de disfrutar del tenis y hacer disfrutar a los que le ven y siguen creyendo en él. Su estilo preciosista conquista a cualquiera pero le cuesta materializarlo en buenos resultados. Las semifinales alcanzadas en Cincinnati pueden ser un antes y un después en el devenir del búlgaro, que demostró estar muy motivado en su duelo ante Cervantes.
Dimitrov estuvo brillante en momentos cumbre
El duelo se vaticinaba espectacular y no traicionó a las expectativas. Largos e intensos peloteos entre dos jugadores de vocación atacante pero con un repertorio sobrado para variar efectos, alturas y velocidades. Cervantes salió algo frío a pista y se vio desamparada ante el juego preciso de Dimitrov en la primera manga.
Con un contundente 6-2, Grigor tomó la iniciativa pero era consciente de que debía seguir trabajando duro. Cervantes fue encontrándose a sí mismo poco a poco, tirando más con su derecha y ejecutando dejadas realmente notables. El español tuvo una oportunidad para tomar ventaja pero fue Dimitrov quien dio un zarpazo al partido en forma de break en los compases finales.
Cervantes sacó para ganar el tercer set y tuvo bola para ello
El encuentro se igualó aún más en el tercer set, con un Cervantes que se soltó totalmente y ofreció su mejor tenis. Hizo break en el undécimo juego y se dispuso a sacar para ganar el set, pero los nervios acudieron a su raqueta y se vio abocado al tiebreak. Allí, todo se resolvió por pequeños detalles que decantaron el partido en favor del jugador que tenía más confianza.