No siempre se cumplen los pronósticos, y menos cuando Mónica Niculescu está sobre la pista. La rumana es una consumada matagigantes, y su extravagante tenis se erige en un arma letal ante cualquier jugadora que acuda a la pista con un exceso de confianza. Y es que las derechas cortadas de Mónica y su carencia de golpes ganadores, pueden presentarla como lo que no es: una jugadora asequible.

Niculescu es capaz de sacar de quicio a cualquiera, y teje una intrincada red de trampas en forma de dejadas, subidas a la red, cambios de altura y velocidades. Kvitova fue la víctima de un partido perfectamente planteado estratégicamente por la rumana, que le sirvió para cosechar por primera vez en su carrera, un título WTA.

Kvitova se hundió en sus imprecisiones

Todo parecía de cara para la jugadora checa. Una pista indoor que favorecía sus ataques, la tendencia positiva en que estaba sumida y su experiencia en grandes finales. Pero todo quedó diluido ante el excelso partido realizado por Niculescu. Y es que la rumana supo aguantar las embestidas iniciales de Kvitova, y dar un zarpazo que se antojó definitivo en el décimo juego del set.

La checa comenzó mandando con su servicio pero era incapaz de encontrar continuidad, algo incómoda ante los constantes cambios de ritmo planteado por Niculescu. En apenas unos detalles, se le escapó una igualada primera manga y eso fue un golpe moral muy duro para Petra. La checa se desordenó e intentó matar moscas a cañonazos, cosechando numerosos errores no forzados.

Triunfo contundente y muy meritorio para una Niculescu que pone el broche de oro a su temporada. A sus 29 años, la rumana promete emociones fuertes en los siguientes años ya que parece haber alcanzado su madurez como jugadora.