53 victorias por 3 derrotas, y más concretamente 15-0 en superficies duras al aire libre, como la de este US Open. 9.010 puntos en apenas siete meses que le convierten en el mejor jugador de lo que va de año y le dan una plaza segura en el Torneo de Maestros de Londres. 3 de 3 en los torneos americanos de pista rápida que ha disputado. Con estos números, ¿alguien se atreve a dudar de la candidatura de Rafael Nadal a la victoria en Nueva York? 

Sus mejores resultados de siempre en pista dura coinciden con el aumento en la agresividad de su tenisSi queda algún intrépido que se atreva a hacerse la pregunta anterior, toca hablar de sensaciones, y estas son tan buenas o mejores incluso que las citadas cifras. Porque, con el paso del tiempo, cada vez se ha hablado menos de la rodilla del tenista balear, pasando así de las sospechas, las dudas y los temores a lo de siempre: la alabanza al juego de un Rafa cada día más fuerte, más agresivo, más directo y decidido como nunca a llevar el peso y la manija de los encuentros. Lo que parecía el único remedio para no dañar más aún sus ya maltrechas articulaciones ha terminado por ser lo que muchos le exigían tiempo atrás, que diera ese paso adelante para mostrar un tenis más vistoso. Y aquí está.

Con esa versión venció en un torneo de Indian Wells algo descafeinado por las ausencias. Los peor pensados incluso dieron más mérito a sus derrotas en Montecarlo -cayó en la final ante Djokovic- y Wimbledon -Darcis le venció en su debut- que a la conquista del citado Masters 1000, auspiciando la posibilidad de una nueva recaída de sus problemas de rodilla. Lejos de eso, sus pequeños tropiezos no fueron síntoma de un paso atrás, y terminaron dándole la dosis de hambre necesaria para vencer en Montreal y en Cincinnati, escenario este donde nunca antes había levantado el trofeo de campeón. Inmejorable presentación para viajar a Nueva York como uno de los principales favoritos a hacerse con la victoria final.

Sin embargo, toca ponerle cautela al asunto. También las sensaciones eran buenas de cara a Wimbledon y el encuentro ante Darcis fue un fracaso sin precedentes. Es cierto que entonces la preparación fue bien diferente -ahora llega tras la conquista de dos Masters 1000 pero a Londres viajó sin haber jugado un solo partido previo en hierba-, si bien no lo es menos que un debut en un Grand Slam no es fácil para nadie. Menos aún en una pista tan veloz como la del 'major' meoyoquino, donde cualquier despiste se paga caro. Pero Rafa no puede ni debe temer a nadie. Que le teman a él.

El camino a la final de Rafa Nadal

El primer escollo en La Gran Manzana será un desconocido al que Rafa recientemente se ha enfrentando: el local Ryan Harrison. Este joven de 21 años, actual número 97 del ranking ATP y que hace poco más de un año llegó a situarse entre los 50 mejores, ya se enfrentó al balear este mismo curso en Indian Wells, con victoria para Nadal por 7-6(3) y 6-2. Por aquel entonces, el actual número 2 del ranking ya se percató de los peligros de este jugador típico de escuela norteamericana. Buen sacador, tiene un estilo ofensivo con golpes potentes y planos desde el fondo, siendo tan hábil con su derecha como con su revés, sin tener miedo de venirse a la red a terminar las jugadas pese a no ser un excelso voleador. Pura dinamita, si el partido va rápido y no da ritmo a Nadal puede ponerle en aprietos. Un rival bastante duro para debutar y que exigirá lo mejor del manacorí.

De estilo similar será también su previsible rival en segunda ronda, Vasek Pospisil. El joven canadiense, reciente semifinalista en el Masters 1000 de Montreal y actualmente 39º en el ranking merced a ese resultado, tiene un punto más de físico y de movilidad que Harrison, si bien no tiene golpes tan definitivos pero es más persistente y sobrio en el fondo de pista, con buena capacidad para defenderse y disputar largos intercambios. Verdugo en las últimas semanas de gente del nivel de John Isner, Nikolay Davydenko, Tomas Berdych o Gilles Simon, asegura guerra y una dosis extra de ritmo que, siempre que Rafa no se deje sorprender, le vendrá bien de cara a futuros compromisos.

La veteranía es la nota común de cualquiera de sus posibles rivales de tercera ronda. Asoman en ella Fernando Verdasco, Ivan Dodig o Nikolay Davydenko. Todos saben lo que es vencer ya a Rafa, si bien al que más le ha costado ha sido al madrileño, que necesitó de 14 encuentros para conseguir su primera victoria el pasado año en el Masters 1000 de Madrid. Menos trabajo les llevó la tarea a Dodig, que le venció en el último de sus dos enfrentamientos, y a Davydenko. El ruso de origen ucraniano es además uno de los pocos jugadores del circuito con balance positivo ante el manacorí, habiéndole derrotado en hasta 6 ocasiones mientras que el español se llevó las 5 restantes. Sea el que sea el oponente de la posible terna, Rafa afrontará un encuentro de muchísimo ritmo.

Y si el ritmo caracterizaba su duelo de tercera ronda, todo lo contrario debería suceder en octavos de final si se cumplen los pronósticos, pues allí debería aparecer el cañonero norteamericano John Isner, a quien precisamente se impuso ya la pasada semana en la final del Masters 1000 de Cincinnati en dos tie-breaks. Un duelo que será a buen seguro cerradísimo por la solidez al saque del tenista local, que penalizará cualquier mínimo despiste del balear. Isner es muy favorito en su cuadro particular a llegar a esta ronda, pues apenas Kohlschreiber o Monfils podrían ponerle en apuros, sin que ninguno esté en una gran forma, incluso en el caso del francés retirándose este mismo sábado en la final del ATP 250 de Winston Salem.

Si el número 2 mundial encuentra el modo de apagar el cañón de Isner, en cuartos de final llegará el clásico por antonomasia de la historia reciente del tenis: el Nadal - Federer. El tenista helvético, una incógnita por su pobre rendimiento durante la temporada y sus problemas de espalda, no es nunca plato de buen gusto y menos en un escenario donde ha triunfado tanta veces -cinco hasta la fecha-. Aunque Rafa domina el head to head con claridad (21-10) las cifras se igualan en pista dura con un más apretado 7-6. Su enfrentamiento más reciente data del pasado Masters 1000 de Cincinnati, donde el español precisó de tres mangas para imponerse por 5-7, 6-4 y 6-3, y parece que a cinco sets es muy superior en la actualidad. Pero si hay algún tenista de quien no fiarse bajo ninguna circunstancia ese es el de Basilea.

Si como viene sucediendo en los últimos tiempos Rafa sale indemne del duelo ante el mejor tenista de la historia, la final quedará a un solo paso. Y quien tiene más papeletas a estar impidiéndole el acceso a la última ronda es su paisano y amigo David Ferrer. El de Jávea no tiene un recorrido especialmente sinuoso y debería estar en esta fase, la misma en la que cayó el pasado 2012. Aunque el bagaje entre ambos es desolador para el Ferru, con 20 derrotas por apenas 4 victorias, la pista dura iguala la contienda, como refrenda el hecho de que en su seis enfrentamientos en esta superficie cada uno haya vencido en tres ocasiones. Sin embargo, no le gana desde hace más de dos años y medio -Australia 2011, con Rafa lesionado- y suma nueve derrotas consecutivas.

Si David Ferrer no le apura en exceso, Rafa estará en la gran final, la segunda en un Grand Slam del año para él y tercera en el US Open, tras la ganada en 2010 y la perdida en 2011, ambas con Novak Djokovic como rival. Precisamente el serbio es uno de los favoritos a vérselas con él en este último encuentro, única forma de asegurarse mantener el número 1 si Nadal levanta la corona de campeón en Nueva York. Atrás han quedado ya los tiempos de dominio imperturbable de Nole, quien entre marzo de 2011 y enero de 2012 el venció en siete partidos consecutivos. Ahora las tornas se han igualado nuevamente e incluso el español parece un punto por encima, pero en una final la igualdad sería terrible y el partido una delicia.

La segunda opción principal a aparecer en la final sería la de Andy Murray, quien a buen seguro Rafa preferiría antes que al serbio. Su buen registro particular ante el escocés (13-5) es una garantía, si bien hace dos años que no se ven las caras, tiempo en el cual el británico ha conquistado nada menos que unos Juegos Olímpicos y dos Grand Slam -US Open 2012 y Wimbledon 2013-, lo que puede dibujar un nuevo panorama. El tercero en discordia sería Juan Martín del Potro. El año en que el tandilense se hizo con el US Open venció hasta en tres ocasiones consecutivas a Rafa, pero este ha ganado los ocho enfrentamientos restantes entre ambos, incluyendo los cuatro más recientes, por lo que tendría más opciones que el argentino.

En resumen, un camino complicado para Rafa, sin apenas respiro, en su lucha por conquistar no solo el US Open sino también el número 1 del ranking, lo que lograría en caso de salir campeón si Djokovic no alcanzara la final, existiendo también alguna otra posibilidad aunque muy rocambolesca. Pero con todo lo demostrado desde su regreso, nadie puede juzgarle por lo que termine sucediendo en Flushing Meadows. Bienvenido será cualquier éxito, pero bien digerido ha de ser también cualquier posible fracaso antes de lo previsto. Si algo lo sobra a estas alturas a Rafa, es crédito

Fuente fotos interiores: GettyImages (vía ATPWorldTour).