Otra vez. Este lunes 11 de noviembre, a orillas del Támesis, se vivirá un nuevo capítulo del duelo más repetido de la historia del tenis. Rafael Nadal y Novak Djokovic se citan en el O2 Arena londinense para dirimir quién es el Maestro de 2013, en el que uno y otro apenas han tenido quien les hiciera sombra, ejerciendo un dominio casi insultante a lo largo de todo el curso. El español se ganó el billete este mediodía tras derrotar a Roger Federer, mientras que el serbio hizo lo propio en la sesión nocturna. Ante el mejor Stanislas Wawrinka, el actual número 2 dio una lección de practicidad y, sin sufrir lo más mínimo, se sacó el billete ganando por 6-3 y 6-3.

El inicio de Novak Djokovic no fue el mejor. Se mostró frío, al igual que en su duelo del sábado ante Richard Gasquet donde ni el francés le exigió ni a él le apeteció correr lo más mínimo. Y en las antípodas, ardiendo como el fuego, estaba el suizo, que sabía que sus opciones pasaban por magnificar su agresividad hasta el extremo. Y con ese esquema, tendente a lo suicida, empieza el partido con buen pie: amenaza en el juego inicial, break a favor en el tercero. Apenas diez minutos, y ventaja para el helvético.

Wawrinka duró un cuarto de hora en la contienda antes de evaporarseSin embargo, como tantas y tantas veces, a Wawrinka le entró el vértigo. No le duró nada la ventaja, pues tras levantarse de la silla cedió su servicio y empezó un nuevo partido. Stan 'the man' fue menos hombre que nunca, para convertirse en niño. Así, con irreverencia pueril, se convirtió en una escopeta de feria que no midió en ningún momento las consecuencias de sus golpes. Levantó a los espectadores de sus asientos en algunos puntos aislados con el revés, pero enfrente tenía una máquina que no miraba sus aciertos, sino sus fallos. Un muro que devolvía todo y buscaba sin parar su derecha, con la que parecía una quimera que pudiera discutir siquiera un juego ante Nole.

De este modo el serbio, poco brillante pero inteligente hasta el límite, cambió el rumbo del encuentro. Tirando con una profunidad diabólica dificultaba cada devolución de Wawrinka, que ni se planteaba la opción de enviar tiros neutros. Abocado a golpes con fuego en los que se dejaba el alma y la vida, el suizo fue deambulando mientras perdía el tino paulatinamente. Consiguió llegar al 3-3, y ahí puso virtualmente fin a su participación en Londres. Djokovic había dado con la tecla, y empezaba a repartir juego a diestro y siniestro: de revés, de derecha o acercándose a la red. Fuera como fuera, el serbio mandaba y movía de lado a Wawrinka, que las tocaba todas pero no metía una dentro.

Nole no consiguió un 'winner' hasta el noveno juegoNo importó que Djokovic necesitase hasta 50 puntos para hacer el primer winner del partido, cifras aparentemente impropias de un número 2 de su calidad. Porque el 'chacal' ni buscaba ni necesitaba los golpes ganadores, le valía con mantener el intercambio hasta que Wawrinka hincase la rodilla, mientras él iba cogiendo confianza para la siguiente manga, que ya afrontaba con el 6-3 de la primera en el zurrón

El siguiente parcial no varió lo más mínimo. La seriedad extrema de Djokovic volvió a dar sus frutos de salida: break a su favor con cuatro errores no forzados de Wawrina, cuya derecha era un auténtico horror. Con esa renta, tan exigua en otras tardes y otros escenarios, no podía confiarse, pero sí lo hizo. Porque Wawrinka ni estaba, ni se le esperaba. Así, Nole solo tuvo que aferrarse a su servicio, con el que firmó números de récord en el segundo parcial -11/12 con primer saque y 5/6 con segundo-, para poner rumbo hacia la victoria.

Por si fuera poco, hizo alarde de su superioridad permitiéndose el lujo de soltar, ya con más golpes ganadores mediante, sus mejores tiros y cerrar el set desde el resto, accediendo así a su tercera final en la Copa de Maestros, la segunda consecutiva. El serbio, que ha ganado las dos disputadas con anterioridad, espera allí a Nadal, que busca su primer Torneo de Maestros. Es el partido más repetido, pero no por ello deja de ser el más esperado del momento.