La pelea entre Golovkin y Álvarez dejó un análisis similar en algunos aspectos al combate del año pasado, al menos en lo que respecta al ex campeón. Por empezar, volvió a dejar en evidencia una lentitud defensiva extraña en el campeón olímpico, aunque vale aclarar también que el púgil mexicano evidenció una velocidad mayor comparado a la vez anterior.

También hubo otro aspecto generado por su rival que quizá no se conocía de Golovkin: no es un experto cuando se trata de boxear caminando hacia atrás. Claro, nadie jamás había llevado a GGG a tirar golpes dando pasos atrás, porque fue siempre él quien se adueñaba del ring y cortaba el ring del adversario. En la pelea del pasado sábado, el Canelo hizo lo que nadie antes: atacar a Golovkin, pero de manera constante, no esporádica. Y sin ceder terreno. Ante esto, el kazajo se vio obligado a hacer eso que probablemente nunca se lo haya visto hacer: retroceder y pegar. Y demostró que no es el lado más aceitado que tiene. Si bien no lo hizo de mala manera, se notó al instante que no se sentía cómodo peleando así.

Otro aspecto negativo que tuvo fue la baja eficacia en la corta distancia. Aquí fue donde Álvarez tuvo sus mejores golpes, achicando espacios con Golovkin y pegando corto. En todos los intercambios de fuego, el kazajo recibió primero y último, muy pocas veces empezó o terminó esos momentos de fuego cruzado.

A pesar de todo ello, también tuvo aspectos positivos. Volvió a usar el jab de la manera que tiene acostumbrados a todos. No paró de lanzar ese golpe en todo el combate. Y se notó también que en todo momento hizo daño. Además del jab, fue mucho más confiado con su recto y cruzado derecho, con el que también dañó muchísimo al Canelo. Producto de esto fue el corte que le abrió en la ceja izquierda, mediando el temprano cuarto round del combate.

Aquí una similitud con la primera edición del combate. Nuevamente prevaleció físicamente sobre el mexicano. Pasada la primera mitad de la pelea, Álvarez ya no defendía con tanta prestancia ni justeza, y los envíos del kazajo llegaban a destino con mayor facilidad. Cometió el error de atacar con demasiada intensidad al principio del último round, con lo que, otra vez, fue el Canelo quien terminó mejor el duodécimo asalto.

¿Tuvo posibilidades de noquear? Poco probable, difícil de verlo. De buenas a primeras, ninguno de los dos pareció estar “sentido” en ningún momento como para pensar en eso. Pero sí hubo pasajes de la pelea en los que Golovkin podría haber intentado más. Entre los rounds 6 y 9 es donde estableció mayor diferencia, donde pegó casi todos los golpes que lanzó.

¿Y ahora?

Por lógica se desprenden dos posibilidades: buscar otra pelea con Canelo, o ir en busca de otros horizontes, otros rivales. Podría desafiar a Billie Joe Saunders (26-0, 12 KO), dueño del cetro de la Organización, o al japonés Ryota Murata (14-1, 11 KO), campeón regular AMB.

Por otro lado, no está totalmente descartada una hipotética tercera edición contra Álvarez. Si bien lo dijeron sin demostrar clara intención, pero ninguno de los dos se mostró reacio a pelear de nuevo. Golovkin es quien pareció poner una “condición”, quizá refiriéndose a los jueces: “si se dan las condiciones, sí”.

Por último, está la que no quieren ni siquiera pensar los fanáticos de la esgrima de los puños: el retiro. Claro, no es totalmente descabellado pues tiene 36 años. Pero también se puede argumentar que es el Canelo el primero que realmente lo puso en apuros, que logró hacer que Golovkin la pasara mal. Por esto, no hay verdaderos argumentos para pensar que no puede seguir en la élite de la categoría.