Se reencontraron en Primera tras haber ascendido. Luego de su duro paso por la B Nacional, Gimnasia y Rosario Central jugaron en el Bosque un partido acorde a la categoría,en el final, cuando los rosarinos buscaban el empate, el local se puso 3-1 con un golazo de Nacho Fernández y a otra cosa. Gimnasia ahora tiene puntaje ideal (dos jugados, seis puntos) con un partido menos.El cotejo se disputó en el estadio Juan Zerrillo, de la Ciudad de la Plata, con el arbitraje de Juan Pablo Pompei.

Iban 19 minutos y Central, todavía no había llegado al estadio. De hecho, sumado a las fallas defensivas, fundamentalmente por toda la banda izquierda. Federico Carrizo y Hernán Encina, fueron dos de los que en ese primer tiempo dejaron de manifiesto que no podían hacer pie. El Pachi, pisando la pelota y perdiéndola en la mitad de la cancha y el Sapo trastabillándose en un par de ocasiones.

Dentro de una primera mitad para el olvido y que deberá mostrarse como todo lo que no hay que hacer en un partido de fútbol, Central encontró agua en el desierto. Es que a los 39 minutos, en una pelota metida en el área, el más chiquito de la cancha, Franco Niell, se las ingenió para darse vuelta y sacar un remate de zurda que careció de potencia pero fue bien pegado al palo izquierdo y el bueno de Fernando Monetti nada pudo hacer pese a su estirada. Era el descuento que le daba vida al Canalla cuando poco había hecho para merecerla. El ex Gimnasia, respetuoso, no lo gritó.

En los primeros 20 minutos del complemento, se vio lo mejor del elenco auriazul en el partido y desde la faz ofensiva en cuanto a cantidad y calidad de generación de jugadas, lo más destacado hasta aquí en el torneo. Niell lo tuvo en dos ocasiones, un cabezazo un tanto exigido y una mucho más clara en una jugada personal en la que entre potencia y habilidad se metió en el área y frente a Monetti sacó un fuerte disparo que se fue por encima del travesaño.

En el segundo tiempo Central no pudo aprovechar su momento en el partido, en el cual acumuló situaciones para igualar ante un Gimnasia que ya no sostenía la asfixiante presión del primer tiempo ni el ritmo. ¿Los cambios? Un tanto tarde, el primero llegó recién a los 30 minutos del complemento: Sebastián Abreu por Schulze, y allí fue el principio del fin. Diego Lagos quedó como lateral izquierdo pero al no sentir esa posición, se cerró al medio para tener más contacto con la pelota y dejó el enorme espacio que el Lobo iba a empezar a aprovechar.

A esa altura, en el matar o morir que propuso la visita, fue morir. Iban 40 minutos, Nacho Fernández, de muy buen partido, supo aprovechar ese espacio de la nada misma que Lagos dejó al no sentir la posición de marcador de punta, y desde allí encaró hacia el centro hasta que se perfiló para su pierna más hábil, la zurda, y clavó la pelota junto al palo derecho de Caranta, que poco pudo hacer.

Fue final, caída clara y contundente de un Central que arrancó como si estuviese perdido entre las diagonales de La Plata, que parecía no encontrar la brújula, que llegó al descuento por esas cosas que tiene el fútbol, que dilapidó su momento y que en su enorme desorden colectivo terminó sucumbiendo ante un rival que hizo mejor las cosas. ¿Para alarmarse? Aún no. Sí para corregir, y mucho.