El Rojo anda derechito, sin dudas ¿Si no cómo se explica el gol agónico (más bien golazo) del número cinco promovido por De Felippe y posterior salvada ante un empate casi cantado de Patronato? La idea del técnico, y de todo el equipo, era intentar ser más ofensivo de visitante, ser protagonista como se es de local, pero a Independiente le estaba costando bastante encontrar el último pase en el área, hasta que surgió la genialidad del chico de 22 años.
Comenzó el conjunto dirigido por Diego Osella un poco más adelantado y le dio algunos dolores de cabeza a los de Avellaneda. A los tres minutos, el Rojo la perdió en el medio y Diego Rodríguez le tapó el remate a Lautaro Comas, el veloz delantero del Patrón. Cuatro minutos más tarde tras un tiro libre de Ricky Gómez, cabeceó Márquez y otra vez el Ruso volvió a salvar su arco, el mismo que tiene en cero hace nada menos que 760 minutos y superó el récord de valla invicta en la B Nacional (era de Rubén Areso, Atlético Rafaela, en la 94/95).
En los primeros 20 dominó la imprecisión del Rojo en los pases y en la mitad cancha, dejándole varias contras a los entrerrianos. La primera clara para los conducidos por De Felippe llegó recién en ese momento y de pelota parada. Tiró Montenegro y Sebastián Bértoli sacó el cabezazo de Marcelo Vidal al lado del palo.
Empezó a manejar más Independiente por izquierda con Morel y Miranda, ayudados por Pisano y bien sostenido atrás por Tula y Velázquez. Zapata se metió más en el juego , pero al Rojo le faltó claridad para irse arriba en el marcador, aunque terminó mejor el primer tiempo.
En el complemento, comenzó más adelantado Patronato pero fue frenado por la defensa del Rojo, que se viene afianzando en los últimos partidos. A los siete, en un córner para los locales, la pelota se cerró y casi se le mete al Ruso, que pudo sacarla a tiempo. Dos minutos más tarde llegaría otra situación clarísima para la visita. Pisano habilitó a Parra que no llegó a conectar adelante del arquero del Patrón, que la sacó con los pies.
Independiente rondaba por el área de Patronato, pero le regalaba la pelota al Bértoli con sus imprecisiones. Los remates del Rolfi no tuvieron el veneno de otras ocasiones y parecía que el cero iba a predominar en el encuentro. El ingreso de Pizzini le dio al Diablo más movilidad por izquierda, pero el gol seguía sin llegar.
Pasados los 30 volvió a sufrir el equipo de Avellaneda con un cabezazo de López que pasó cerca y con una mala salida de su arquero, que se llevó puesto a Ricky Gómez pero el árbitro Patricio Loustau no vio penal, aunque fue una jugada dudosa.
Cuando faltaban 10 para el final, Vidal probó de media distancia pero la pelota no quería entrar. Para colmo, el técnico sacó a Facundo Parra y puso a Menéndez, quién no concentraba hace varios partidos. Cuando el empate parecía un hecho, la historia cambiaría y tendría un final feliz para los de Avellaneda.
A Los 42, Loustau pitó falta atrás de la mitad de cancha para el Rojo y lo que parecía un tiro libre intrascendente o que tendría destino de centro al área desató la euforia para los visitantes. El Toro Vidal, el ahora cinco inamovible de Independiente, acomodó la pelota y tiró un bombazo que encontró adelantado a Bértoli quien no llegó a sacarla por el efecto que tomó en el aire. Golazo del chico Vidal y desahogo para todo Independiente, que esta vez sí supo aprovechar la oportunidad de quedar arriba.
En la réplica pudo empatarlo Patronato por medio de Jonathan López, pero la suerte estuvo del lado de Rodríguez, quien sigue con su arco en cero desde hace ocho partidos. Este remate por arriba, sumado al gol agónico, fue la confirmación de que el Rojo anda de buena racha y, aunque el 2013 fue el peor año de la historia del club, termina con una sonrisa impensada cuando comenzó el campeonato.
Independiente no pierde hace diez partidos (7 triunfos y 3 pardas) y, con juego y resultados, demuestra cada partido que quiere ser candidato. Ahora debe esperar una mano de su tocayo mendocino ante Crucero del Norte para brindar en puestos de ascenso. Del Toro Vidal qué se puede decir… Esta vez fue un Torazo y en rodeo ajeno, nada menos.