La noche de Avellaneda pintaba para fiesta. Desde temprano, los hinchas comenzaron a copar el Libertadores de América, esperanzados luego de la victoria frente Brown de Adrogué, con pinceladas de buen fútbol. Los jugadores recibieron el cariño de la gente ni bien saltaron al campo a calentar y el aplauso se agrandó cuando los muchachos frenaron los ejercicios para sumarse al homenaje por los bomberos fallecidos en la tragedia de Barracas, en el medio de la cancha.
En el comienzo, el equipo parecía jugar un alargue de los primeros 45 minutos del pasado partido. Insúa, Parra, Montenegro y Pisano se juntaban para darle al público lo que fue a buscar. A los tres minutos, el Pocho encontró al nueve rojo, que encaró hacia el área pero en vez de pegarle de primera se fue yendo contra la línea de fondo, ahogado por el achique de Martínez Gullota, y terminó tirando un centro atrás que ninguno de sus compañeros llegó a conectar. Más tarde sería el Rolfi quien probaría con una volea, despejada por la defensa visitante.
Tras la ráfaga del conjunto local, los correntinos parecieron leer el juego y comenzaron a manejar la pelota, ante las constantes imprecisiones de su rival que perdió la brújula de un partido que en los primeros minutos pintaba “fácil”. Así fue como a los 25, tras una falta absurda de Alderete, llegó el gol de Boca Unidos. Centro para Santiago Raymonda, quien demostró su categoría picándola sobre un Diego Rodríguez adelantado (después del partido el ex Arsenal admitió haber querido tirar un centro).
La desventaja en el marcador regó de nervios a los jugadores y a los hinchas, quienes comenzaron a murmurar ante cada imprecisión de sus jugadores. Matías Pisano tuvo un partido poco usual para su nivel, Reinaldo Alderete fue de los más cuestionados y los virtuosos del equipo no le encontraban la vuelta al bajón. Mientras, los conducidos por Carlos Trullet manejaron el juego a su antojo, jugando con los nervios de su rival y corriendo a más no poder, para irse al vestuario con un sorpresivo, y a la vez merecido, triunfo.
En el complemento, el Bicolor se plantó bien atrás intentando neutralizar los embistes de Independiente, pero la amnesia de los Diablos parecía no ceder. El Rolfi y el Pocho lograron juntarse, como en las viejas épocas, en una jugada que no tuvo destino de red, por la mala definición de Federico Mancuello. Lo tuvo luego Montenegro de cabeza, pero Gullota evitó la caída de su arco.
El capitán comenzó a manejar los hilos de los dirigidos por Omar De Felippe y el Rojo comenzó a levantar su nivel, aprovechando el cansancio de la visita, pero la falta de profundidad le jugó en contra. A los 20 se retiró Insúa, quien sintió el cansancio, e ingresó Adrián Fernández para acompañar a Parra en el ataque. El segundo pudo empardar en dos oportunidades, la primera con una pirueta que se fue desviada y la otra con una chilena, luego de un centro de Mancuello, que se estrelló en el travesaño a los 75. Estuvo cerca también el Rolfi con un tiro libre desde la derecha que sacó con lo justo el arquero de los norteños.
Finalmente la levantada del Rojo tuvo su premio. A falta de seis minutos para el final, el paraguayo Samuel Cáceres metió una pelota larga y su compatriota Adrián Fernández la tocó de primera entrando al área para poner el 1-1. Alivio para las gargantas rojas que, a esa altura, se veían hundidas en la derrota.
Casi lo termina ganando Boca Unidos, tras un bloopper de Julián Velázquez, quién se había destacado en la segunda mitad, pero el Ruso Rodríguez llegó a tocar la pelota para traer tranquilidad a los hinchas. Pudo ganarlo también el Rojo con algunas arremetidas del final, pero el empate fue justo.
Boca pudo llevarte tres puntos valiosísimos de Avellaneda, pero con el punto se fue conforme, por como pintaba el partido en la previa. Por el lado de Independiente, el equipo no dejó una buena imagen, sobre todo en la primera parte, pero levantó al final y rescató un punto, que más adelante puede ser importante. Deberá mejorar y pulir errores si no quiere sufrir en lo que queda del Torneo.