Conozca a James Rodríguez, estrella naciente del fútbol mundial

De aspecto exterior tímido y tranquilo, a James le hierve la sangre cuando rueda la pelota. En Colombia es conocido desde los 12 años, pues ya despuntaba con su talento. En Argentina brilló a los 17 y emigró a Europa como una gran promesa. Sin embargo, fue solo hasta su actuación en el Mundial de Brasil que el joven zurdo emergió para el mundo entero y ahora se perfila como una de las próximas estrellas del fútbol. VAVEL presenta, en detalle, a la revelación colombiana.

Conozca a James Rodríguez, estrella naciente del fútbol mundial
Imagen: www.depor.pe
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Por Juan José Correa

James David Rodríguez Rubio nació el 12 de julio de 1991 en Cúcuta, ciudad colombiana habitada por algo más de medio millón de personas en la frontera con Venezuela. Cuando contaba solo un año de vida, su madre, Pilar Rubio Gómez, se separó de su padre Wilson James, también futbolista profesional que pasó por Deportes Tolima y Cúcuta Deportivo, entre otros. Luego de tres años, Pilar se mudó con sus hermanos a la ciudad de Ibagué, en el interior del país, con el padrastro de James, Juan Carlos Restrepo.

Fue allá donde desde los cinco años empezó a jugar al fútbol. Al principio, lo hacía en los parques con sus amigos. Salía de su casa en la mañana y no regresaba hasta las ocho o nueve de la noche cuando sus tíos pasaban a buscarlo para cenar. Jugaba con niños mayores a los que, según cuenta el propio James, le resultaba más fácil regatear pues era pequeño y hábil. Siempre tímido y callado, se ganó el respeto de sus mayores con su juego. “Este ‘pelao’ (chico) juega bien”, decían. Más adelante, su madre y su padrastro intentaron inscribirlo sin éxito en la escuela de fútbol del Club Campestre, donde solo admitían a hijos de los socios. Sin embargo, recibieron la recomendación de llevarlo a la Academia Tolimense de Fútbol, donde se formaría como jugador.

Armando Calderón, fundador de la escuela y mentor de James hasta los 13 años, cuenta que el cucuteño impresionó desde su primer entrenamiento. Mostraba precisión en los pases, visión de juego y capacidad anotadora; combinación escasa entre los jóvenes de su edad. Según Calderón, “a James hubo que corregirle muy poco, quizá solo su manera de perfilarse para definir. El trabajo más difícil lo hacía su madre, quien debía esforzarse para que rindiera en la escuela y debía costear los traslados por todo el país para que el chico se fogueara en diversos torneos”.

La Corporación Deportiva Los Paisitas, en asociación con una compañía de bebidas gaseosas a base de malta, organiza hace 30 años una competencia juvenil para niños menores de 13 años en la ciudad de Medellín, conocida como el torneo Pony Fútbol. Incontables futbolistas profesionales de Colombia han surgido hacia la élite luego de participar en dicho certamen. Rodríguez, al igual que 11 de los 23 convocados por Pékerman para la Copa del Mundo, no fue la excepción. En el año 2004, con tan solo 12 años, James fue campeón, goleador y principal figura con la Academia Tolimense. Marcó la no despreciable suma de nueve goles, dos de los cuales fueron goles olímpicos. Por el prestigio del Pony Fútbol, numerosos ojeadores y cazatalentos se pasean por las canchas Marte -nombre que reciben los escenarios deportivos que albergan los partidos- en busca de las estrellas del futuro.

El Envigado Fútbol Club, que se jacta de ser “la Cantera de los Héroes” y que, sin duda, es la principal cuna de talentos en el fútbol colombiano, fichó a James luego de su participación en el Pony Fútbol para incluirlo en sus divisiones inferiores. De la cantera ‘Naranja’, surgieron estrellas como ‘Mao’ Molina, Jairo Palomino, Dorlan Pabón, ‘Gio’ Moreno, Freddy Guarín y Juan Fernando Quintero, entre muchas otras. James engrosaría esa lista en el año 2006, cuando, próximo a cumplir los 15 años de edad, debutó como profesional en la segunda división al minuto 67 de un partido que los enfrentó, casualmente, al Cúcuta Deportivo de su ciudad natal y que terminaron perdiendo por 1-2. Hugo Castaño, el entonces entrenador de Envigado, elogió su participación más allá de la derrota.

James recuerda con nitidez aquel día. “No tenía miedo, siempre fui un chico entre grandes. Entré con el partido empatado 1-1 y el ‘profe’ (entrenador) me dijo que hiciera lo que sabía. Entré e inmediatamente tiré un túnel (caño), el tipo me hizo falta y caí al suelo. Después de botar los nervios con los primeros cinco minutos, me fue bien. Siempre que entro nervioso a la cancha, me calma el contacto con la pelota”.

Omar Alberto Suárez fue su profesor en las divisiones inferiores de Envigado. Recuerda con orgullo la disciplina mostrada por James, quien voluntariamente se entrenaba a doble jornada y asistía a la cancha pública “El Dorado” del municipio para practicar tiros libres y penaltis. También se enfocaba en practicar su técnica con la pierna derecha y en el cabezazo (preguntále a Drogba).

Por cosas del destino y casi sin saberlo, James compartió su estancia en el equipo del sur de Medellín con su padre Wilson James. Este se había integrado al equipo técnico del club para preparar a futbolistas jóvenes y cuenta que, luego de sortear las esperadas preguntas sobre su separación y abandono a la madre de James, lograron construir una relación “muy cordial y respetuosa, basada en conversaciones, casi siempre, sobre fútbol”. Asegura, también, que hablan con frecuencia y se ven siempre que la agenda del jugador lo permite.

Casi un año y medio después de su debut, a finales del 2007, James consiguió el ascenso a primera división con Envigado. Su participación permitió que fuera convocado al mundial sub-17 de Corea del Sur. Inmediatamente después de lograrlo y antes de debutar oficialmente en primera, Rodríguez recibió una propuesta para probarse en Banfield y dejó el club “Naranja” habiendo disputado 30 partidos y marcado nueve goles. Más que únicamente una prueba, Banfield ofreció a James un “pequeño contrato”, según sus propias palabras. Esta era la única condición que tenía su madre para dejarlo marchar: que no lo hiciera aferrado a una posibilidad, sino a una realidad. Quería disminuir el riesgo de la incertidumbre y facilitar la vida a su hijo que partiría sin compañía al sur del continente.

James viajó hacia Buenos Aires a comienzos del año 2008 en condición de préstamo con opción de compra. Inicialmente integró las divisiones inferiores del “Taladro”, tercer club más antiguo de la Argentina. Recuerda el volante que por momentos la pasó mal: estaba lejos de su familia, sus amigos y su novia, y uno de los entrenadores lo despreciaba llamándolo “colombiano”: nunca por su nombre. Siempre tuvo un carácter fuerte y una personalidad ganadora que no le permitían llegar al llanto, pero consideró la idea de volver a Colombia a mediados del año, el día de su cumpleaños número 17. En esa primera mitad de 2008, James recibió la ayuda de su compatriota Jairo Patiño, quien reforzó el club del sur de Buanos Aires luego de haber sido bicampeón de la liga colombiana con Atlético Nacional. Su apoyo fue fundamental para que Rodríguez continuara con el plantel para el segundo semestre, cuando Jorge Burruchaga asumió como director técnico.

El nuevo DT lo empezó a observar desde diciembre y concluyó que sería un importante aporte para la siguiente campaña. Jorge solo dirigió hasta la séptima jornada del torneo, pero James había hecho su debut en la primera fecha del Clausura 2009 frente a Godoy Cruz y Julio César Falcioni, el reemplazo de Burruchaga, lo mantendría en la alineación titular. Con ese partido, James hizo historia en Argentina. Se convirtió con 17 años en el jugador extranjero más joven en debutar en la primera división. Posteriormente se convertiría también en el jugador extranjero más joven en anotar un gol en la primera división de ese país.

Ni los hinchas de Banfield ni James Rodríguez olvidarán jamás aquella temporada. El “Taladro” consiguió, por primera vez en sus 113 años de historia, el título de campeón argentino, dando la vuelta olímpica en la mítica “Bombonera” ante el abucheo de miles de aficionados. James fue figura y anotó goles importantes, por lo que es considerado un ídolo para toda la hinchada verde y blanca.

Ómar Alberto Suárez, su antiguo profesor en Envigado, recalcó que James aprendió en su exitoso paso por Argentina a ser un jugador más dinámico. “Entendió que no era suficiente con crear, hacer pases y hacer goles, le exigieron que aprendiera a marcar”.

James celebra un gol con Banfield

Inevitablemente, Banfield fue desmantelado por los grandes jugadores del mercado. Sus cotizados campeones emigraron a diferentes equipos y James, próximo a cumplir 19 años, dio el salto a Europa de la mano del Porto en 2010. “Los Dragones” son, quizá, el equipo más rentable del viejo continente: compra prospectos de estrellas a precios módicos y los vende como galácticos a costos estratosféricos. En ese momento pagaron por el colombiano 7,3 millones de euros (el 50 % de su pase) y le ofrecieron un contrato de cuatro años por 5,1 millones. Más adelante lo comprarían en su totalidad abonando una suma no confirmada alrededor de los 7,5 millones.

De llegada a Portugal, James se encontró con su compatriota y hombre del momento, Radamel Falcao García; y con su también compatriota y ex jugador de Envigado y Boca Juniors, Freddy Guarín. El apoyo de los futbolistas colombianos y los demás sudamericanos (brasileños y uruguayos, principalmente) facilitó su adaptación al fútbol europeo. Además, tras cumplir los 19 años, James, que parece estar adelantado al tiempo de su vida, decidió conformar una familia y casarse con su novia Daniela Ospina, voleibolista colombiana y hermana del arquero del Niza David Ospina, su compañero en la Selección Colombia.

La propia Daniela cuenta que, curiosamente, no se conocieron a través de David Ospina, sino que tenían una amiga en común que los introdujo. “Fue amor a primera vista”, dice la voleibolista paisa que actualmente estudia administración de empresas a través de la modalidad . Por su relación con Ospina y su condición de deportista, entiende de fútbol y aconseja contantemente a su esposo.

Los primeros seis meses en Portugal, futbolísticamente, no fueron sencillos. Aunque sus nexos sociales y familiares lo ayudaron a acomodarse, a la hora de jugar el tema era distinto. El fútbol en Europa es muy diferente, y James debió someterse a una transformación para prepararse. Debió entender las transiciones rápidas del balón y de los jugadores, y debió ganar masa muscular con el trabajo en los gimnasios. Cuando pudo jugar “todo mejoró”, dice, y terminó convirtiéndose en ídolo de “Los Dragones”.

Durante su proceso de consolidación en Porto, James recibió el llamado de Eduardo Lara para disputar el Torneo Esperanzas de Toulon con la selección sub-20 en 2011 que serviría de preparación para el mundial de la categoría a jugarse, precisamente, en Colombia. James fue el capitán de la juvenil colombiana que derrotó al anfitrión (Francia) en la final y así se hizo un lugar entre los convocados para la Copa del Mundo sub-20. En su país, la selección Colombia solo alcanzó los cuartos de final donde cayó eliminada por México, quienes a la postre alcanzarían la semifinal. Brasil alzó la copa tras derrotar a Portugal en la final.

Tres meses más tarde, el entrenador de la selección absoluta de Colombia, Leonel Álvarez, convocó a James para el partido de eliminatorias sudamericanas frente a Bolivia en la altura de La Paz. James mostró un carácter y un fútbol superlativos, fue la gran figura del juego que Colombia terminó ganando por 1-2. Desde ese día integró siempre la lista de convocados para la selección, y la situación no cambió con la llegada de Pékerman unos meses más adelante.

James mantiene una estrecha relación, bastante afectuosa, con su padrastro. Juan Carlos Restrepo siempre lo acompañó en entrenamientos y partidos cuando era más chico. De hecho, a la luz de la brillante actuación que protagonizó con la selección de Pékerman en Santiago de Chile finalizando la primera vuelta de eliminatorias mundialistas en septiembre de 2012, el colombiano comparte una anécdota especial. Colombia ganó 1-3 aquel día con goles de Falcao, Teo y James. El gol del volante zurdo fue de tiro libre directo; una obra de arte. James recordó, pues, como su padrastro gritaba al árbitro central "distancia, distancia" cada vez que aquel se disponía a lanzar una falta directa en alguno de sus partidos juveniles. Con su timidez, James se avergonzaba y pensaba para sí: "ya cállate que todos te están escuchando". Luego de aquel gol con la selección absoluta, James recordó haber "escuchado" en su cabeza la voz de su padrastro gritando "distancia, distancia" antes de llenarse el pie izquierdo con su remate.

Con el Porto, en tres años y medio, James jugó 107 partidos y anotó 32 goles; ganó tres Supercopas de Portugal, tres ligas locales y la UEFA Europa League frente al Sporting Braga, otro equipo portugués plagado de brasileños. Su temple y su personalidad complementaron los goles de Falcao y la garra de Guarín y propiciaron que, una vez más, los poderosos vinieran en el mercado a saquear el botín de los campeones portugueses.

Los colombianos del Porto celebran la Europa League.

Así, en mayo de 2013 y con James próximo a cumplir 22 años, el AS Mónaco -nuevo rico francés adquirido por un extravagante empresario ruso- anunció su fichaje por cinco temporadas y un traspaso de 45 millones de euros junto al goleador Radamel Falcao y al volante Joao Moutinho, todos del Porto. Antes de instalarse en el principado, Rodríguez viajó junto a su esposa embarazada para que Salomé, su primogénita, naciera entre las montañas de Medellín.

James, que ya llegaba con aires de estrella al paraíso del lujo en Francia, sufrió en sus primeros seis meses con su entrenador, el italiano Claudio Ranieri. Este le exigía el sacrificio en marca que alguna vez desplegó como jugador de Banfield y que había relegado un poco tras su paso por Portugal. El colombiano entendió la lección y, durante el primer semestre de 2014, repuntó en su participación e importancia con el equipo que terminaría subcampeón de la Ligue 1. Siendo ya titular, jugó 34 partidos de liga, anotó 10 goles y dio 14 asistencias; fue nominado al mejor jugador del año en Francia e integró el 11 ideal de la temporada.

James Rodríguez en su presentación con Mónaco.

Lo demás es historia conocida. James integró la lista final de 23 convocados por Colombia para el Mundial de Brasil. Utilizó la camiseta número 10 que antes engrandeció Valderrama. Marcó 6 goles en 5 partidos, de todas las maneras imaginables. Se cargó el equipo al hombro y, próximo a cumplir 23 años, se convirtió en el máximo goleador histórico de Colombia en Copas del Mundo. Superó las marcas de Messi, Cristiano Ronaldo, Cruyff y Maradona en sus primeros Mundiales jugados. Fue elegido el mejor jugador de la primera fase del torneo y es deseado, actualmente, por los mejores equipos del mundo.

Humilde, tímido, amigable y tartamudeando por los nervios frente a la prensa, James deslumbró al mundo del fútbol con su juego y conmovió a los amantes del balón con su llanto ante las cámaras luego de la eliminación contra Brasil en cuartos de final. “Esto lo siento como un hijuemadre”, declaró, de forma muy colombiana, visiblemente abrumado por la derrota. David Luiz, baluarte brasilero en la Copa, lo consoló, lo animó y pidió al enorme estadio de Fortaleza una ovación para el 10 colombiano. Claro, además intercambiaron camisetas: una postal que quedará para el recuerdo y, ¿por qué no?, representará el despegar definitivo de James como una estrella a nivel mundial.

David Luiz consuela a James luego de la eliminación.