En Avellaneda, Racing empató 3-3 contra Tigre en un partido con muchísimas emociones, no apto para cardíacos. De todas formas, el rendimiento de la mayoría de los jugadores fue muy bajo. Aunque, obviamente, hubo uno que se destacó de entre el barro. Se trata de Óscar Romero, quien se llevó varios aplausos a lo largo del cotejo.

Así es, el paraguayo de 23 años sigue demostrando que es una gran proyección a futuro. A base de su gran habilidad tuvo una gran productividad en el encuentro. A los quince minutos del primer tiempo, se llevó un tanto a la bolsa. Gran mérito a la perseverancia por seguir la jugada en la que Emiliano Papa despejó mal y dejó a Romerito mano a mano con Javier García, que no pudo tapar el 1-0.

Sin embargo, no se quedó ahí, sino que fue partícipe de las mejores ocasiones que Racing creó. Asimismo, sobre los 25', cuando la Academia iba abajo 2-1, el Melli puso la cara y fue un enlace perfecto entre la defensa y el ataque. Salía desde la derecha hacía el centro y remataba a puerta, pero se iba desviado. Agarraba el balón y ponía un pase magnífico por arriba, que Lisandro López bajaba para Marcos Acuña, quien disparaba muy cerca del poste derecho del arco visitante. Minutos más tarde, volvía a dar una asistencia perfecta al Huevo Acuña que se volvía a perder el gol. Después, en otra situación de peligro, Óscar regateó en el área del arquero rival, disparó y García volvía a decir que no. Y otra más, y otra y otra. Hasta en el final del PT, se tiró de cabeza en una que casi no llegaba frente al arco, y aún así no pudo empatar.

En los primeros 45', el enganche fue el protagonista principal. Se sacaba uno o dos de encima y dejaba el esférico limpio para intentar anotar. Se cansó de asistir a sus compañeros para que definieran en la puntada final y se cansó de dejar sin marca a sus pares.

No obstante, en el complemento, lo mejor del paraguayo volvió a hacerse notar. Cuando rondaban los 10' del ST, y ya con el 2-2 de Luciano Aued, el mediapunta puso una asistencia bombeada que dejó mano a mano a Licha López, que el guardavalla del Matador -volvió- a tapar. Más, hasta finales del partido, el encuentro estuvo trabado con menos  intensidad que momentos previos. Aunque, obviamente, se generaron varias chances.

Con el tiempo complido, el Primer Grande sufría un 3-2 que Tigre defendía con lo que podía. El match se encontraba en los 44 minutos y 18 segundos, cuando Romero estaba en la medialuna del área del portero visitante, abrió hacia la izquierda para Ricardo Noir, quien se metió en la casa de Garcia y le tiró una masita. 

Igualmente, lo más importante se dio justo al incio de la disputa, con el tanto y al final. Más precisamente al minuto -y un poquito más- de lo añadido para concluir la obra. Óscar pidió la pelota en la mitad y se la cedió a Diego Milito, quien estaba un poco más atrás del punto penal. El capitán aguantó la marca y la dejo servida para que López se la picara por encima del arquero y que vaya despacito y pasara la línea del gol (Noir la empujó para terminar con el sufrimiento) y sentenciar el merecido empate que el Albiceleste buscaba.

En la tarde del sábado, Romerito se llevó todos los aplausos. La pidió siempre que podía; la dejó servida para los demás y hasta convirtió. Tuvo una actuación a la que los fanáticos de Racing gustan de ver. Pero viene de hace tiempo. El "10" mantiene, desde rato, un nivel que promete convertirlo en uno de los mejores jugadores del campeonato.

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Sobre el autor
Matías Villalba
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