Tolima no perdonó a Patriotas y lo derrotó en Ibagué

Aunque no hubo angustias, el Deportes Tolima entendió que la mejor forma de jugar es valorando a su rival, e hizo su trabajo, derrotándolo en el Estadio Manuel Murillo Toro.

Tolima no perdonó a Patriotas y lo derrotó en Ibagué
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Por Carlos Julio Ochoa Pérez

El Deportes Tolima no es un equipo de medias tintas. Ante Patriotas demostró que a veces puede llegar a ser su propio enemigo. Cuando la displicencia llega, es mala consejera y traiciona, como le sucedió al equipo ibaguereño durante el primer tramo del encuentro, donde lo mejor que le pudo pasar fue verse herido de forma temprana.

Patriotas es un equipo que tiene expectativas y que quiere ser más de lo que su historia y la chequera le otorgan. Su técnico, el español Abel Segovia, no se resigna a creer que son una institución de media tabla para abajo, y no cede ante la verdadera expectativa, que es la de no caer en la indeseable franja de los que luchan por el descenso. Cuando los boyacenses salen al campo de juego, luchan contra su destino y con rebeldía quieren tomar la iniciativa, tratando de pegar primero. Está actitud valerosa y digna de ser siempre reconocida, no alcanza a ser materializada, ya sea por falta de experiencia, de más sincronía en los movimientos en bloque, de mayor peso en las individualidades y hasta de más fundamentación en el manejo del balón.

Los primeros minutos del partido, con juego abierto y expuesto por Parte de Patriotas, le dieron la posibilidad al Deportes Tolima de recordar su juego de transición rápida entre defensa y ataque, siendo muy superior, pero desperdiciando llegadas y opciones, con individualidades exageradas y egoísmo en el manejo del útil, olvidando que en el fútbol estas actitudes casi siempre tienen castigo. En el minuto 17, en una jugada incomprensible, con errores de defensa, de ataque, y del árbitro, Patriotas anotó el primer tanto, también queriendo, pero casi sin poderlo, pues fue el mismo Álvaro Montero quien de rebote, metió el balón en su arco.

Esta situación puso en la realidad a los jugadores locales que hasta ese momento pensaban en el partido como un trámite. Las actitudes se tornaron más serias y el bloque más compacto. Entonces empezaron a caer los balones de todos lados, con el arquero Carlos Mosquera erigiéndose como figura, hasta que en el minuto 33 llegó el gol de Anderson Angulo, que era no solo inevitable, sino tardío. La dosis se repitió cinco minutos después a través de Juan David Ríos, quien ya es el jugador más importante del Deportes Tolima. De ahí en adelante, el encuentro tomó su curso normal, consolidándose la superioridad local en el minuto 57 con un gol de antología, producto de una transición rápida y precisa, cuando a través de tres toques al milímetro, Junior Hernández definió de manera excelsa y derriba de forma contundente el carácter aguerrido del visitante.

El encuentro terminó siendo un llamado de atención para los dos equipos. Para el local, la necesidad de ser constantes durante los noventa minutos; para el visitante, el ser conscientes de que los equipos no se construyen en un día y que mientras tanto, se requiere equilibrio.

Finalmente, cabe mencionar que hay nuevos aires en el vino tinto y oro. La salida de Gordillo permite que Nieto pueda empezar a lucirse con pases profundos y una mayor visión del ataque. Ríos, ya le da al equipo un equilibrio permanente, pero siempre en miras del arco contrario. Y los suplentes ya se asientan, van convirtiéndose en alternativa. El equipo mejora, pero debe comprender que el fútbol no es de 11, sino de 22.