El equipo de Pucela no pudo celebrar su partido número mil en la ACB con una victoria. El Estudiantes, que hoy extrañamente lucía el rojo en su indumentaria en vez de su clásico color azulón, se llevó el gato al agua en un encuentro presidido por la igualdad durante los dos primeros cuartos y gran parte del tercero. Sin embargo, los morados se vieron poco a poco superados por el empuje del ataque estudiantil y su mejor estado físico, y acabaron sucumbiendo con más claridad de la que finalmente reflejó el marcador.

Como nota positiva para los vallisoletanos, hay que remarcar la mejoría evidente en la imagen y en la capacidad competitiva con respecto al partido frente al Real Madrid. Aunque el rival era inferior a los blancos, Estudiantes supera en nivel de rodaje y posiblemente también en cuanto a la calidad de la plantilla, al Valladolid. En el debe de los de Ricard Casas hay que señalar la mediocre actuación de sus dos bases, que se vieron totalmente superados por Quino Colom, y la excesiva concentración de la anotación, casi monopolizada por Wright, Vasilopoulos y Johnson.

Tres cuartos competidos y Colom toma el mando

La evolución de la primera mitad fue casi idéntica en cada uno de los dos períodos en los que se dividió. Las defensas flojas de ambos conjuntos concedían puntos con facilidad. Los dos equipos anotaban con fluidez, en el caso estudiantil gracias a su juego interior, formado por la tripleta Marko Banic, Nogueira e Ivanov.

Por el lado pucelano casi todos los puntos los aglutinaban un individualista Akeem Wright y un Vasilopoulos que en este encuentro presentó sus credenciales para la Liga Endesa. El griego demostró que está dispuesto a volver a ser el jugador que fue y cuajó unos minutos excelentes en el segundo cuarto, si bien se fue apagando, al igual que el resto del equipo, a medida que transcurrían los minutos.

El mayor problema para los vallisoletanos vino por la actuación del base colegial, Quino Colom. El andorrano se hizo el dueño y señor del choque a partir del segundo período, repartiendo juego, anotando puntos y controlando el ritmo del partido a su antojo, ante la incapacidad de Vilhjalmsson y Porta para frenarle.

Por otra parte, daba la sensación de que, pese a la igualdad que reflejaba el marcador (40-38 al final de los primeros 20 minutos), el Estudiantes tenía una marcha más y podía irse en el electrónico si subía la intensidad defensiva. Los morados vivían demasiado dependientes de la dupla anotadora Wright-Vasilopoulos, y de la ayuda en el rebote de Haritopoulos –que se vació luchando durante todo el encuentro.

El tercer cuarto fue el presagio de lo que iba a ocurrir en el desenlace del partido. Los vallisoletanos aguantaron la primera embestida estudiantil (53-47, minuto 25), merced al acierto de Omari Johnson, que tomó las riendas del ataque morado, el cual daba sus últimos coletazos de clarividencia.

El CB Valladolid se queda sin gasolina en el último cuarto

Pero esos arreones de Johnson supusieron las últimas muestras de resistencia de un equipo morado, que se fue al final del tercer cuarto con 8 puntos de desventaja (62-54), la máxima diferencia a favor del equipo colegial. Txus Vidorreta pidió más intensidad defensiva a sus pupilos y mayor velocidad en el ataque.

Dicho y hecho. Los colegiales empezaron a ser un martillo pilón en el contraataque aprovechándose de las pérdidas de su rival (que sumaron 15 en el global del partido) y de su cansancio físico. El ataque de los vallisoletanos se colapsó por completo en esos últimos 10 minutos, donde solo fueron capaces de anotar 12 tantos.

El Estudiantes empezó a jugar a placer y Kuric (17 puntos), que no había cuajado una actuación sobresaliente, empezó a destapar el tarro de las esencias del ataque estudiantil, con la inestimable colaboración de Colom (28 de valoración), que seguía dando un auténtico recital en la dirección, y el oportunismo de Banic (16 puntos, 18 de valoración). En el bando visitante, el coraje de Haritopoulos (19 de valoración) posibilitó que el resultado no fuera más contundente a favor de los colegiales.

Al final, los vallisoletanos claudicaron bastante antes de que sonara el pitido final, y los últimos tres minutos sobraron y solo sirvieron para poner el marcador final en ese 80-66, que refleja con justicia lo visto en el Palacio, ya que los colegiales mostraron que hoy por hoy tienen mucho más empaque como conjunto que los de Pucela, quienes sin embargo pueden volver a tierras castellanas satisfechos por haber mejorado ostensiblemente la imagen en relación al encuentro frente al Real Madrid