Si por algo podemos definir la primera parte no sería por la brillantez exhibida por ambas franquicias, caracterizadas en lo que llevamos de campaña por ofrecer un baloncesto ofensivo y atractivo para el espectador. La endeblez defensiva ha sido la nota predominante en los primeros dos cuartos, mostrando una resistencia más propia de pretemporada que de un encuentro de temporada regular. A ello hay que sumar la imprecisión en ataque tanto de los Minnesota Timberwolves como de Los Ángeles Clippers, como así denotan las 9 pérdidas registradas por los primeros y las 10 de los segundos. Asimismo, ambos han firmado unos porcentajes de tiro cuanto menos escasos, sobre todo por parte de los de Minneapolis, quienes registraron un lamentable 35% en tiros de campo y un 22% en triples.

Los dos mejores power-forwards de esta temporada, Kevin Love y Blake Griffin (jugador de la pasada semana en el Oeste) tampoco rindieron al nivel mostrado en ocasiones pretéritas, aunque en el caso del cuatro de los californianos en la segunda parte incrementaría sus prestaciones considerablemente. Griffin no encontraba su tiro clásico, marca registrada, desde 5 metros, mientras que Love se estaba viendo superado por la virulencia física de sus rivales en la zona, registrando un 2 de 10 en tiros de campo (2-14 al final del partido)

La primera parte transcurrió a rachas, con abultados parciales devueltos por unos y otros. Los Clippers empezaron el encuentro 12 a 0 de la mano de un JJ Redick on fire, cada vez más acostumbrado a ser el referente de los angelinos en los primeros cuartos. Los Wolves se mostraban lentos, sin ideas y con evidentes síntomas de cansancio ante su segundo encuentro en dos noches. Minnesota era incapaz de encontrar a sus hombres altos en estos primeros compases, apostando de manera reiterada por el juego individual. Sin embargo, un parcial de 14-4 despertaba al público del Target Center toda vez que Love desarrollaba sus mejores minutos del partido. Finalmente el cuarto acabó empatado a 24.

En el segundo cuarto los Timberwolves volvieron a tropezar con la misma piedra al salir dormidos, lo cual se tradujo en otro parcial inicial para Clippers de 11-0. Con la segunda línea al completo en pista por parte de Minnesota, la defensa decreció aún más si cabe con respecto al primer cuarto. Derrick Williams, una vez más envuelto en rumores de traspaso, volvió a ofrecer un nefasto partido concluyendo su participación con un 0 de 4 en tiros. No obstante, los Clippers desaparecieron ofensivamente con la entrada de los titulares de Minnesota en pista, quienes establecieron un parcial de +12. Una de las claves de este cuarto tuvo que ver con lo pronto que entraron los Wolves en bonus, bien leído por Brewer y Love para anotar desde la línea de personal. Los Clippers no encontraban el camino al aro, algo que Chris Paul trataba de subsanar. Al descanso se llegó con un empate a 46 en el marcador y la sensación de que la primera parte había tenido más de caos que de espectáculo.

Pekovic y Griffin entran en escena

Al contrario que los anteriores cuartos, Minnesota salió con buen pie de vestuarios. Nikola Pekovic empezó a impartir clases de cómo jugar en la zona con su amplio repertorio de movimientos al poste. De hecho, fue uno de los mejores de su equipo finalizando con 20 puntos a la conclusión del encuentro. Los Wolves encestaban con comodidad en segundas oportunidades, una de las pocas facetas del juego en las que dominaron a los Clippers. Además, consiguieron anotar al contraataque tras una primera mitad donde prácticamente no se prodigaron en este aspecto. Ésta fue una de las claves para la posterior victoria de los angelinos, dado que las malas transiciones defensivas de los Wolves  se tradujeron en 25 puntos al contraataque. Más por demérito del rival que por buenas defensas del conjunto de Rivers.

Las imprecisiones continuaban en ambos conjuntos, pero Pekovic en el bando de Minnesota y Griffin en el de los angelinos, mantenían a los suyos en el partido. Los Wolves sufrían serios problemas en la dirección, con un Ricky Rubio de nuevo desacertado. El base español apenas había asistido en dos ocasiones casi al término del tercer cuarto y no encontraba a sus pívots en posiciones cómodas de cara al aro. Cierto es que el nefasto porcentaje de tiro de su equipo (37,8% al final del partido) no le beneficiaba a la hora de repartir asistencias. El tercer cuarto se lo adjudicaron los californianos con un parcial de 25 a 21 que a la postre decidiría el encuentro. En el equipo de Adelman más de uno recordaba la pésima campaña anterior en tiros de larga distancia, ya que al final del tercer periodo registraban un lamentable 3 de 14 en triples. En cambio, desde el banquillo de los Clippers emergió Jamal Crawford para acribillar a su rival y volver a postularse como uno de los mejores sextos hombres de la liga.

Otra de las claves del encuentro como fueron los puntos en la pintura de los Clippers, fue en parte maquillada gracias a la labor de Pekovic, enorme en los primeros minutos del último cuarto. El 7-0 de parcial inicial para los Clippers, unido a la distancia adquirida en el tercer cuarto, resultó decisivo, pues los Wolves fueron a remolque el resto del partido. El center montenegrino y Corey Brewer lideraron la reacción de los locales pero apareció la figura de Chris Paul. El menudo base de Carolina del Norte se puso el disfraz de Magic y se erigió como referente de los Clippers, de paso superando el record de dobles-dobles en un inicio de temporada de la estrella laker. 20 puntos y 11 asistencias fueron sus números finales.

Los últimos minutos, siempre con los Wolves detrás en el marcador, fueron un intercambio de golpes entre un crecido Paul y Kevin Martin, que acabó con 28 puntos y 10 rebotes. Cada canastón de Martin era contestado por un Paul estelar previo bloqueo directo de Griffin ante el que nada podía hacer Ricky. De esta forma, los Clippers se resarcieron de la derrota sufrida en casa frente a sus archienemigos Grizzlies poniendo la octava victoria en su casillero.