Todos los años, en la NBA, se espera el draft como agua de mayo. Los equipos peores clasificados de la temporada regular rearman sus plantillas en función a un novato que pueda ser el que los lleve a la gloria en años venideros. 1986 no fue la excepción y todos los equipos buscaban algún jugador universitario de esos que volasen, fuesen excelsos tiradores y poderosos en la zona. Sin embargo, este año la cosa iba a cambiar. Pocos jugadores del Draft de 1986 cambiarían la historia de alguna franquicia. Aunque bien es cierto que este Draft entró en la historia como muy pocos lo habían hecho. De forma un tanto oscura. Eso que de Europa llegaban dos jugadores que cambiarían para siempre la liga. Porque en el Viejo Continente también la sabían meter. A partir de ellos llegarían los Kukoc, Gasol, Nowitzki o Parker. Estos dos jugadores eran Drazen Petrovic y Arvydas Sabonis. Aunque el caso que nos ocupa sea algo diferente.

Como ya es costumbre, Cleveland Cavaliers tenían la primera mano en este Draft. Y los legendarios Celtics de Bird la segunda, esperando a un jugador que complementara la gran plantilla de Auerbach con Parish, McHale y el propio Larry, además de suponer el relevo generacional cuando fuese necesario. Todo estaba preparado. Las franquicias sabían más o menos a quién elegir. Salía el número uno. Los Cavs seleccionaban a...Brad Daugherty. Pívot de North Carolina de 2,13 con una habilidad tremenda para asistir. Se esperaba que dominase la liga siendo un pívot moderno y muy completo. Sus números decían mucho de él: 20,2 puntos y 9 rebotes por partido. Pero la historia le tenía preparado un sillón muy secundario. Las lesiones se cebaron con él y tuvo que anunciar un retiro prematuro a la edad de 28 años. Solo jugó en la NBA ocho temporadas. Sus números fueron fantásticos: 19 puntos, 9,5 rebotes y 3,7 asistencias para un pívot. Llegó a ser All-Star hasta en cinco ocasiones. ¿Qué hubiese sido de la carrera de Daugherty sin las lesiones? Nadie lo sabe. Lo único que sabemos es que fue la punta del iceberg de un draft maldito. Aunque corrió mejor suerte que sus compañeros.

El número dos de ese Draft era para Boston Celtics. Seleccionaron a Len Bias, un jugador con un porvenir impresionante. Se decía incluso que era una mezcla de Michael Jordan y de Larry Bird. Los recientes campeones del anillo ataban así su futuro y ponían la guinda a un equipo de ensueño...aunque la alegría no les duró ni un día. El que se decía que era el alero más completo de todos los tiempos salido de una universidad jugaba para Maryland. Obtuvo gran cantidad de premios entre ellos ser All-American, Jugador del Año de la ACC y ACC Atleta del Año. Todo para mantener a los Celtics en los peldaños altos de la clasificación cuando Bird ya empezaba a acusar problemas en su espalda. Pero Bias puso punto y final a su carrera antes de empezarla.

El día después de conocerse su elección como número dos por los de Boston, Bias fue con su padre a cerrar el contrato. Contrato millonario, equipo de ensueño, posibilidad de anillo...Todo para triunfar. No solo eso sino que Bias también acababa de firmar un contrato con la marca Reebok por 1,6 millones de dólares para los próximos cinco años. Era la estrella. Y lo primero que hizo fue irse al campus de la Universidad de Maryland a despedirse de sus compañeros y amigos como Dios manda: con una buena fiesta. El problema fue que esa fiesta pasó de la calle a la habitación del joven Len. A las tres de la madrugada, Bias y sus compañeros comenzaron a consumir cocaína. No una cocaína cualquiera. Esta tenía un 98% de pureza. Tres horas después, mientras hablaba con un amigo de su infancia de su brillante futuro, Bias caía fulminado al suelo víctima de una arritmia cardiaca consecuencia del consumo de esta cocaína mortal. Se despertaba del sueño antes de empezar a vivirlo. Len Bias fallecía ese día. 11.000 personas fueron a su entierro y una fuerte conmoción sacudió los cimientos deportivos del país. El futuro no existió para él. Fue el máximo exponente de este draft de la mala suerte. El emblema del mismo por lo que pudo ser y no fue.

En el puesto número tres fue seleccionado Chris Washburn, otro gran proyecto de jugador que despuntó enormemente en la Universidad de North Carolina State. Seleccionado por los Warriors, daba aire fresco a unos Warriors que necesitaban apuntalar ese poste bajo. La primera polémica del pívot llegó cuando saltó la noticia de que en North Carolina State se podían haber manipulado sus notas para que entrase a jugar con su equipo y así poder estudiar allí. Se pedía un coeficiente de entre 400 y 1600 puntos en el examen de aptitud. Washburn rozó los 500. Y se empezó a sospechar. Aún así, promedio 16,6 puntos y casi 7 rebotes por partido. Unas cifras muy buenas.

Los escándalos salpicaron su carrera. Primero cuando confesó que podría haber sido Len Bias porque también se pasó la noche del draft a base de drogas y alcohol. Jugó poco en los Warriors y menos en los Hawks, equipo en el que se retiraría de la NBA tras varias multas por comportamiento inapropiado y haber declarado ser consumido de cocaína abiertamente. Pasó por un centro de rehabilitación incluso. Tras 72 partidos y algo más de tres puntos por encuentro dejó la NBA por culpa de las drogas y su mala cabeza. Se quedó sin hogar y se convirtió en un vagabundo más de la ciudad de Houston donde comía lo que encontraba en la basura para poder sobrevivir y ocupaba casas abandonadas refugiándose del frío, la lluvia y de la vida en sí.

Aunque al final pudo, por fin, salir de todo esto y hoy en día lleva 10 años limpio y trabajando para una empresa de cobro de hipotecas además de ayudar a exjugadores NBA que pasaron por su calvario. No fue gracias al baloncesto ni a la fama. Ni siquiera al glamour de la NBA. Pero Washburn consiguió limpiarse y ser, hoy por hoy, un ejemplo de superación.

En el número cuatro llega la primera buena noticia del Draft. Chuck Person fue seleccionado por los Pacers y tuvo una carrera prolífica y exitosa. Promedió más de 14 puntos y 5 rebotes para este alero formado en la Universidad de Auburn. Tirador compulsivo, anotador y gran hombre de equipo. Su carrera se puede tilda de superviviente visto lo visto en este Draft.

El 5 y el 6 fueron menos afortunados. Las lesiones martillearon a Kenny "Sky" Walker, jugador del que se esperaba mucho tras haber sido Jugador del Año de la SEC. Era otro alero con mucho futuro por delante. Procedía de la Universidad de Kentucky y no empezó nada mal en los Knicks, equipo que le seleccionó. De hecho, ganó el Concurso de Mates del año 1989 demostrando su plasticidad e imaginación. Sin embargo, su físico se fue mermando poco a poco y no llegó a ser lo que todos esperaban. De hecho, dejó la NBA para jugar en España, concretamente en Granollers y en el Cáceres donde llegó a disputar un concurso de mates. Fue algo anecdótico. Su carrera no dio para más. El pívot William Bedford, seleccionado en el número 6, tampoco tuvo mucha suerte ya que solo jugó seis temporadas en la NBA repartidas en tres equipos (Suns, Pistons y Spurs).

En la séptima posición los Dallas Mavericks seleccionaban a Ron Tarpley. Un ala-pívot que progresaba a un ritmo asombroso haciendo una buena temporada de rookie pero doblando sus números en su temporada sophomore donde llegó a promediar 13,5 puntos y 11,8 rebotes. Pero la fama le hizo descarriarse y en la temporada 88/89 fue suspendido por consumo de drogas. No solo eso, nada más volver lo pillaron conduciendo bajo los efectos del alcohol. En total jugó 74 partidos en dos temporadas en la que los Mavs le echaron mucho de menos. Sin embargo, sus números crecían a una velocidad desmesurada. Pasó a anotar más de 20 puntos y capturar más de 11 rebotes en la temporada 90/91 pero tuvo la mala fortuna de romperse la rodilla. Justo cuando toda la NBA comenzaba a verle como un jugador interior dominante.

A su vuelta llegó la puntilla. Fue sancionado indefinidamente por consumir drogas de nuevo y su carrera en la NBA se terminó. Emigró a Grecia donde se convirtió en un ídolo para la afición del Aris de Salónica o la del Olympiacos llegando a aquella final de la Euroliga del 94 ante el Juventut de Badalona. Se vino arriba por completo e intentó volver a la NBA, a Dallas, a sus Mavs. Pero, a pesar de tener números más que aceptables, volvió a recaer en el alcohol y a ser expulsado para siempre. Volvió a Grecia pero ya nada era lo mismo. Se esfumó uno de los mayores talentos de las últimas décadas en la NBA por su mala cabeza.

Se puede hablar de muchos más. Algunos con suerte y talento (Harper, Price, Rodman o Hornacek) y alguno con más talento que suerte (el malogrado genio balcánico Drazen Petrovic). Pero lo que es cierto es que este Draft entró en la historia negra de la NBA. De lo que pudo ser y finalmente no fue. Porque talento había. Faltaban cabezas amuebladas y una pizca de suerte.