Dwigth Howard. Llegó a la NBA como número uno del Draft, y ni siquiera necesitó jugar en la universidad, fue uno de esos que llegó directamente desde el instituto, porque estaba preparado para dar el salto. Y llegó. Y dominó. Fue el mejor pívot de la primera década de este siglo, y llegó a dominar la liga desde la zona como la había dominado Shaq, desde el equipo que también le escogió a él. Fue el líder indiscutible de la liga varios años en tapones y rebotes, tres veces mejor defensor del año, ocho veces All-Star, llevó a los Orlando Magic a unas finales... pero de repente, se apagó.

No fue algo instantáneo, fue poco a poco. Empezó con sus problemas fuera de la pista, y continuó hasta que los Magic decidieron traspasarlo a Lakers. Allí se juntó con un equipo que parecía legendario, pero no funcionó. Ni el equipo ni él. Tras una temporada malísima se fue a Houston, donde un joven Clint Capela acabó quitándole el puesto. Después vuelta a su ciudad natal, Atlanta, que tampoco acabó demasiado bien. Y entonces llegó a Charlotte.

Todo el mundo creyó que Howard estaba acabado. Que se iba a Charlotte porque los Hawks no querían comerse su contrato en plena reconstrucción del equipo. Que las lesiones en la espalda, su mala cabeza en ocasiones y el no haber sabido adaptarse habían acabado con él. Pero no. Está haciendo una buena temporada en los Hornets, con buenos promedios de rebotes, jugando bien en defensa. Y de vez en cuando, deja estadísticas para el recuerdo, como la de la pasada madrugada.

Partido sin demasiada relevancia entre Charlotte y Brooklyn, dos equipos que ni tanquean ni pelean. El pívot pareció encontrarse cómodo, y cogió rebotes y machacó por encima de los rivales como hacía antaño, cuando era uno de los mejores jugadores de la NBA. Y así lo reflejan sus estadísticas. 32 puntos y 30 rebotes. Ayudó a que su equipo realizara una remontada de 23 puntos, y acabase imponiéndose a unos Nets que no tuvieron respuesta posible para el jugador.

Unos números solamente vistos una vez en el siglo XXI, hechos por aquel Kevin Love de Minnesota mucho más reboteador y menos tirador (31+31). Para encontrar otra cifra similar anteriormente, ya hay que remontarse al año 1982, a manos de una leyenda, Karl Malone. Es una cifra a la que si descontamos a Wilt Chamberlain (era un absoluto monstruo de esto, lo hizo más de 124 veces en su carrera) no es tan común en la NBA.

Además, Dwigth Howard se convertía anoche en el número 16 de la lista de reboteadores históricos, superando a Jerry Lucas. Tiene más de 12.900 rebotes en su carrera, y está a "solo" 100 de poder superar a Saquille O'Neal, un jugador histórico con el cual se le ha comparado millones de veces, especialmente en sus primeros años de carrera.

Partido para el recuerdo del bueno de Dwigth, que añade un hito más a su carrera. Habrá que ver si esto le motiva a seguir esforzándose y demostrar que aún no está acabado, y que tiene un hueco en la liga, que puede seguir defendiendo, reboteando, y ayudando en ataque en lo que pueda. Hay muchos ejemplos de jugadores importantes en sus equipos con éste rol, si Howard puede seguir a este nivel, puede seguir siendo un jugador con relevancia, y quizá, ofrecer más actuaciones como ésta para apuntar en los libros de historia.