El calendario NBA tiene estas cosas curiosas. Es una gran obra de ingienería que cuadra todos los partidos necesarios en un sistema muy complicado. Pero aún así, hay cosas que son pura suerte. Y esto es lo que sucede el miércoles. Nadie podría haber pronosticado esto. Nadie podría haber previsto que los Timberwolves iban a llegar al final de temporada empatados con los Nuggets, y por ello se puso ese partido. Simplemente ha coincidido. Y que deliciosa coincidencia. 

Ninguno de los dos equipos esperaba estar así al final de temporada. Los Wolves, capitaneados por su flamante nueva estrella, Jimmy Butler (muy bien acompañado, por cierto) empezaron la temporada regular muy muy fuertes, asentándose en el tercer puesto de la conferencia Oeste. Pero, tras la pausa del All-Star, el jugador estrella se lesionó. Una lesión en la rodilla por estrés (promediaba más de 36 minutos por partido, uno de los que más de la NBA) le tenía que alejar del equipo durante más de un mes. Y aquí fue donde se le vieron todas las carencias al equipo. Un Wiggins que no es capaz de crear jugadas, un Karl Anthony Towns que no daba a basto cogiendo rebotes y metiendo puntos, un Jeff Teague que aparece y desaparece en los partidos... Y así empezaron a jugar mal y a perder partidos, hasta ponerles fuera de playoffs momentáneamente, aunque luego volvieran a entrar. Al final se lo tendrán que jugar todo hasta el último partido de la temporada. 

En la otra esquina del ring el miércoles estarán los Denver Nuggets. También la franquicia de Denver ha sufrido problemas de lesiones, principalmente la de Paul Millsap, la estrella veterana que trajeron en la agencia libre para acabar de apuntalar la plantilla. Nadie duda de que este equipo está lleno de talento, sin embargo, hay situaciones en las que se pierden. Momentos de partidos que tienen ganados y en los que se dejan ir en defensa hasta que les remontan. Nada de organización defensiva, y en ataque dependen la mayor parte de las veces de lo que su principal creador ofensivo, Nikola Jokic, es capaz de imaginar. Jamal Murray está cuajando una gran segunda temporada, pero aún así es incapaz de crear juego en la mayoría de las ocasiones, y si tiene una mala racha de tiro es común que no sea capaz de recuperarse.

Aún así, con todos estos problemas y sus situaciones peculiares, uno de los dos equipos pasará a playoffs. Un único partido sin tener en cuenta enfrentamientos directos ni nada. El que gane, pasará automáticamente. El que pierda, se irá de vacaciones ya. Así es la NBA. Es por eso que este partido tendrá la intensidad de un partido de postemporada. Además, al ser a vida o muerte, tendrá la intensidad de un séptimo partido. Los Wolves juegan en casa, y podrán jugarse la temporada con el pabellón al rojo vivo, deseando animar a su equipo, que lleva ya muchos años sin entrar el playoffs. Los Nuggets tienen el talento y el buen juego, y una racha muy positiva de seis partidos seguidos ganados, algunos a rivales de gran calibre. 

El miércoles, a las 2 de la madrugada (hora española) se decidirá el último puesto de los playoffs del Oeste, en una temporada que ha sido de las más divertidas de los últimos años. El perdedor se irá a casa, y al ganador le espera la gloria... y los Rockets en primera ronda.