Los Knicks necesitan empezar a hacer las cosas bien. El proyecto está en un punto muerto, especialmente tras la lesión de Porzingis. Tienen a algunos jóvenes pormetedores, pero también acumulan contratos tóxicos de jugadores con poco futuro que les impiden avanzar hacia delante. Así, están en esa tierra de nadie que supone estar sin playoffs pero tampoco tienen una ronda alta para elegir jugadores de futuro.

Por eso, traer un entrenador como Fizdale, parece hacer las cosas por el buen camino. Es un entrenador que ya ha demostrado en ocasiones ser capaz de sacar cosas nuevas de un equipo que parece atascado. Lo hizo muy bien en los Memphis Grizziles la campaña pasada, y probablemente lo habría hecho bien también en la presente si hubiese tenido a Mike Conley, en el que basaba gran parte de su ofensiva. 

Fizdale fue despedido de los Grizziles tras llevar una muy mala racha de derrotas y sentar a Marc Gasol. Al pívot no le sentó bien y dijo que estaba descontento, lo que acabó de convencer a los dueños para cambiar de entrenador. 

Sin embargo, todo el trabajo del año anterior sigue siendo muy valorable. Llegó a poner a unos San Antonio Spurs muy potentes en jaque, con un juego más moderno del que se había visto nunca. Convirtió a Gasol en un pívot tirador para que fuese capaz de abrir defensas y generar juego, y su equipo siempre estuvo a la altura del rival.

Quitando el incidente con el pívot español, también tiene buena fama de gestor de jugadores. Estuvo de asistente en los Miami Heat campeones, y los que allí estuvieron, como Wade y LeBron, aun le recuerdan con cariño y le tienen mucho aprecio. 

Se enfrentará a una difícil tarea en Knicks. Tendrá que tratar de poner compostura en una franquicia que no la tiene desde hace muchos años. Tendrá así otra oportunidad para demostrar que puede ser un entrenador de primer nivel en la NBA, y no un personaje polémico como lo fue con su conflicto con Marc Gasol o con su famoso "Take that for data".