Eran inicios de Noviembre cuando saltaba la noticia. Patrick Beverly se perdería el resto de la temporada. Ya llevaba un par de partidos renqueante de una lesión de rodilla, y aquello confirmaba los peores presagios: tendría que operarse. La operación era, además, una complicada intervención. Una lesión había provocado una rotura en el menisco, lo que necesitaba microcirugía. 

No es un proceso simple la microcirugía. Exige mucha delicadeza, los mejores cirujanos del país, y una larga y complicada rehabilitación. Así, casi siete meses después, volvemos a tener noticias del base angelino. Podría volver a realizar entrenamientos completos esta misma semana, y parece ser que estará perfectamente preparado para el comienzo de la campaña que viene. 

Beverly no ha tenido una buena carrera el Clippers. Llegó en verano en el traspaso de Chris Paul procedente de Houston Rockets, y tenía buenas expectativas. El base, conocido por ser uno de los mejores defensores perimetrales de la liga, un auténtico perro de presa, pesadilla de los bases rivales, apuntaba como titular claro. En su partido inicial, atacó sin piedad a joven Lonzo Ball, para demostrarle a su padre que es lo que pasa con los bocazas. Sin embargo, se lesionaría poco después, no teniendo tiempo de demostrar todo lo que era capaz en Clippers. 

Además, era un mal año para lesionarse. Beverly tiene una opción de equipo pendiente, y la lesión podría costarle un dinero. Sin embargo, parece que Los Angeles Clippers finalmente harán efectiva esa opción por varios motivos. El primero, porque el jugador ha demostrado darlo todo, y se ha esforzado al máximo en la lesión y la rehabilitación, para volver al mejor nivel de forma posible. La segunda, porque la opción es de cinco millones, un contrato más que asumible, especialmente tratándose de un jugador tan útil en muchas situaciones, y que nunca sobra en la plantilla. 

Se espera, pues, ver al mejor Patrick Beverly la temporada que viene. Los Clippers, a camino de una reconstrucción, necesitan todas las piezas posibles para armar un equipo que sea al menos competitivo de aquí a los próximos años.