Los Sacramento Kings son el ejemplo baloncestístico personificado del tan famoso 'Cuento de la lechera': año tras año el gran público espera proezas de la franquicia californiana, sólo para toparse con la realidad del naufragio antes de llegar a la postemporada. Poco a poco, esa historieta de la lechera y su cántara va adquiriendo un tono más cercano a la obra del Lazarillo de Tormes, del cual nadie esperaba nada y que acabó con la resignación del propio protagonista de la novela al afrontar su dura realidad.

El equipo nombraba entrenador a George Karl para el comienzo de la temporada 2015/16. Veteranía y una carrera plagada de éxitos en la NBA eran la acreditación de un Karl que acabó 2015 con un récord de 12-20, aunque con un plus respecto a otras temporadas: los Kings daban bandazos de buen juego, algo que no se veía por Sacramento hacía mucho tiempo. Se vislumbraba algo de luz al final del angosto túnel.

Por momentos pareció que la ciudad de California volvería a vestirse de Playoffs, esta vez con DeMarcus Cousins comandando a la plantilla. Pero estas esperanzas se fueron diluyendo junto al juego del equipo a medida que se acercó el momento decisivo de la temporada. Finalmente, Karl finalizó sin un puesto de Playoffs (10º), con un récord de 33-49 y con el entrenador enfrentado a la estrella.

2016/17: el año del asalto

La dirección de la franquicia no dudó entre la elección Karl-Cousins. Comenzaba así la ‘era Joerger’.

Se apostó por un lavado de cara íntegro a la plantilla. Permanecieron los ‘intocables’ por los directivos y se buscó traspaso para todos los demás. Así, los Kings removieron hasta ocho jugadores de su roster; donde entre las altas encontramos tres jugadores del draft 2016: Skal Labissiere, quien fue drafteado por los Suns en la posición 28; Giorgios Papagianis, número 13 del último draft por los Suns; y Malachi Richardson, número 22 por los Hornets. Todos ellos ahora mismo se encuentran en la D-League con el equipo de Reno.

A los rookies se unieron en verano desde la agencia libre Anthony Tolliver (Detroit Pistons), Ty Lawson (Indiana Pacers), Matt Barnes (Memphis Grizzlies), Arron Afflalo (New York Knicks) y Garrett Temple (Washington Wizards).

En la presente temporada, los Kings comenzaron sus encuentros acusando la baja forma de sus jugadores; aunque la buena gestión desde el banquillo de Joerger y el gran estado de forma de DeMarcus Cousins han hecho que el equipo de la capital de California se halle octavo, en puestos de Playoffs, con un récord actual de 14-17.

DeMarcus Cousins: cabeza y corazón

De una muy poca, del otro todo. DeMarcus Cousins hace ya tiempo que dejó su carta de presentación en la liga como un jugador de un grandísimo talento dentro de la cancha, pero difícil de manejar fuera de ella. En un año marcado por sus escándalos, la pelea en un club de Nueva York junto a Matt Barnes ha sido el último de sus problemas mediáticos.

Sus rumores de traspaso han sido otro de los temas del año. Se le colocó en todos los puntos posibles de la geografía estadounidense para finalmente quedarse en el mismo lugar. Se ha hablado largo y tendido sobre la conveniencia o no del traspaso de Cousins para Sacramento; lo que sí sabemos es que la resolución de este dilema no será a corto plazo.

DeMarcus Cousins, estrella de los Kings | Imagen: Tom Pennington/Getty Images
DeMarcus Cousins, estrella de los Kings | Imagen: Tom Pennington/Getty Images

El considerado por muchos como mejor pívot del mundo está firmando en esta temporada 2016/17 sus mejores números como profesional con 29.1 puntos, 10.5 rebotes y 3.5 asistencias. Su rendimiento como jugador de los Kings ha podido tacharse de irregular en algunos momentos, pero nunca de reservado. En cambio, parece apreciarse un incremento de su conflictividad a medida que su calidad aumenta.

El ex jugador de la Universidad de Kentucky está llamado a dominar la mejor competición de baloncesto del planeta en el momento en que centre todas sus fuerzas en materializar su obsesión ganadora. A día de hoy, dicho momento parece distante.

Año nuevo, ¿vida nueva?

El objetivo de los Kings para este nuevo año parece claro: entrar en Playoffs. El equipo cuenta con una plantilla equilibrada, con jugadores jóvenes que pueden aportar frescura y veteranos que le pueden dar sentido al juego de la franquicia, y un gran director de orquesta en el banquillo. Si ambos factores saben conjugarse, el techo lo marcará el liderazgo de su estrella llegado el momento de la verdad.