La FA Cup, ese torneo inglés tan emocionante y que hace vibrar a tanto y tantos aficionados temporada tras temporada. Los equipos pequeños tienen una oportunidad de oro para sacar pecho frente a los todopoderosos de la primera división al ser eliminatorias a un solo partido.

El Tottenham salió muy cambiado al que entró en pista entre semana contra el Chelsea. Sin embargo, muy reconocible. Hubo sorpresa. Quizás el 3-4-3 con el que venció Pochettino al líder de la liga haya venido para quedarse, que no haya sido flor de un día. Otra vez el argentino, pese a una gran variación en los nombre del once inicial, la formación era la misma. Similar también a la que emplean otros equipos de la Premier League, está de moda. Esta ocasión no funcionó de la misma manera fueron necesarias algunas variaciones tácticas y algunos cambios de jugadores.

Se abre el telón

El balón empezaba a rodar y con ello el pobre asalto del Aston Villa a White Hart Lane. Los de Steve Bruce no se amedrentaron al principio. Intentaron hacer lo que mejor saben, jugar con la pelota en sus pies. Pero ante un equipo de una categoría superior es más complicado de lo habitual. Aún así, le complicaron las cosas en algunos pequeños tramos a los Spurs, pues también habitúan a poseer el control del esférico durante gran parte de sus encuentros. Pese a que lo que pretendieron era digno de un grande, la diferencia de nivel era muy alta en ese aspecto y los locales rápidamente se hicieron con la pelota, aunque no aplastaron. Ninguno dominaba. Unos basculaban de lado a lado para encontrar una debilidad en la defensa bien construida por los otros.

En ese ritmo se llegó al final de la primera parte. El Villa no estaba dispuesto a dejar pasar su billete hacia la siguiente ronda de la competición. Para ello era necesario seguir fuertes atrás, tanto más como en esos 45 minutos en los que solo concedieron un tiro a puerta. Pero también el ataque debía mejorar. Casi sin oportunidades desde que el Tottenham tomó el mando del partido.

El segundo tiempo comenzaba con algo más de ganas por parte de los locales. La parsimonia ofensiva con la que se jugó al principio quedaba atrás y, ya en los primeros minutos, Janssen avisaba. Una oportunidad estupenda para el danés de redimirse y demostrar en el terreno de juego que vale la fortuna que se pagó por su fichaje.

Pero eso aún así no dio la talla y le sustituyó  el hombre de moda: Dele Alli. Su mera presencia en el terreno de juego ya hacía espabilar a sus compañeros y Son, en dos minutos, dispuso de una gran ocasión. Un potente disparo a la escuadra que fue desviado a mano cambiada por Johnstone. Un paradón.

Y llegó el gol, por fin. En el minuto 70. En centro desde la banda izquierda lanzado por el recién entrado Nkoudou para que, paradójicamente, rematara el lateral zurdo, Ben Davies. A solo 20 minutos se abría el marcador. Los Villans no tenían más remedio que lanzarse al ataque. El reloj no se estancaba, 1200 segundos para empatar. Bruce decidió poner toda la carne en el asador y dio entrada a Davies y McCormack por Jedinak y Agbonlahor. Y sucedió lo esperado, se abrieron nuevos espacios. Sissoko, entonces, se empezó a mover como pez en el agua. Tras una magnífica jugada por su banda natura, colgó un centro raso al corazón del área que fue enchufado a la red por Son.

Dos a cero y el partido prácticamente decantado para los que, según las previsiones, eran los favoritos. Instantes antes del pitido final, otra vez Son, dispuso de una gran ocasión para rematar a su rival, pero falló.

Con esta fantástica actuación, los Spurs se meten en la siguiente ronda y logran su sexta victoria consecutiva entre todas las competiciones. Pasos de gigante para un club que apunta más alto que en 2017.