La lista para el Mundial que Stanislav Cherchesov presentaba el 4 de junio tenía probablemente un nombre escrito antes que ningún otro: el de Alan Dzagoev. El volante del CSKA de Moscú, pese a que no ha completado su mejor temporada a nivel ofensivo, se mantiene como la referencia de Rusia en su sistema de juego.

Dzagoev con el CSKA de Moscú/ Foto: Getty images
Dzagoev con el CSKA de Moscú/ Foto: Getty images

Como consecuencia de la renovación del equipo nacional que el seleccionador ha realizado desde su llegada al cargo en 2016, el de Beslán tiene ante sí el reto de liderar a su equipo más allá de la fase de grupos con el soporte de otros lugartenientes como Smolov o el capitán Akinfeev. Todo un desafío futbolístico teniendo en cuenta que sus rivales en el Grupo A (Uruguay, Egipto y Arabia Saudí) no son precisamente cenicientas. El próximo ranking FIFA sitúa a los anfitriones en el 70º lugar de la lista, muy por detrás de los sudamericanos (14º), los africanos (46º), e incluso por detrás de los asiáticos (67º). 

Tras perderse algunas citas importantes en campeonatos pasados por las lesiones (las última de ellas, la Eurocopa de 2016 y la Copa Confederaciones de 2017 ), el talentoso mediocampista tiene ante sí la oportunidad de demostrar ante su país y ante el mundo las virtudes que le adornan como jugador. Precisamente el técnico de la Sbornaya lo definía recientemente: "Dzagoev no puede decirse que sea bueno en algunas cosas pero flojo en otras. Posee el repertorio completo: buena técnica, rapidez, habilidad con el balón y visión de juego. Sabe pasar bien y rematar las jugadas"

Su juego 

El futbolista de origen osetio es capaz de jugar en varias posiciones del centro del campo, aunque sin duda su mejor desempeño lo ha mostrado en el puesto de mediocampista creativo. En un sistema como el de Cherchesov -con tres centrales que le cubrirán las espaldas-, Dzagoev se encuentra más liberado para poder concentrarse en hilvanar el ataque, buscando siempre al compañero mejor colocado o el pase en profundidad. Pese a que no evita el contacto, físicamente no es un jugador que destaque por su capacidad de recuperar balones.

Su velocidad y calidad técnica le permiten incorporarse con asiduidad al contraataque, quizá la suerte donde mejor se desenvuelve y donde menos previsible es, pudiendo culminar él mismo las ocasiones o buscar una asistencia con muchas posibilidades de finalizar con éxito. Si parte desde la banda, su tendencia natural es romper hacia el interior para aprovechar su disparo a puerta. Se le puede considerar ambidiestro. 

Es posible que Cherchesov altere su sistema en alguno de los encuentros para jugar con un 4-4-2 más tradicional. Esto puede suponer que Dzagoev tenga que adelantar su posición para buscar mayor cercanía al área rival y así aprovechar su visión de juego y olfato goleador.

Esta temporada en el CSKA ha disputado un total de 30 encuentros (sumando los de la Liga Rusa, Champions League y Europa League), en los que ha sumado 5 goles y 7 asistencias. La decepción de no haber alcanzado el campeonato -que conquistó el Lokomotiv- ha condicionado la valoración del año con su equipo. 

Dzagoev celebra un gol con su equipo/ Foto: UEFA.com
Dzagoev celebra un gol con su equipo/ Foto: UEFA.com

El factor mental

Los antecedentes para el proyecto ruso en esta fase final no son nada halagüeños. Sin haber podido alcanzar siquiera una victoria en los últimos siete amistosos (incluido el del reciente 5 de junio ante Turquía), las dudas futbolísticas comienzan a asomar entre los medios. La presión como país organizador pasará a ser un factor de riesgo si en el primer encuentro ante Arabia Saudí las sensaciones no son positivas (hay que recordar que Rusia no ha sido capaz de superar una fase previa en competición internacional desde 2008).

En esta ocasión, Dzagoev tendrá que demostrar en primera persona la madurez que sus próximas 28 primaveras  (el 17 de junio es su aniversario) se presume que le otorgan. Llega la ocasión para exhibir si ha superado la frialdad -que raya por momentos casi en la indolencia- que ha podido demostrar en algunas fases de su carrera. Jugar ante los suyos debe ser suficiente motivación para tirar del carro cuando sea necesario. El liderazgo y la personalidad deben hacer acto de presencia sobre el campo de la mano del de Osetia.

El hecho de no haber salido nunca de Rusia hacia una de las ligas de primer nivel en Europa (la Premier League o incluso la Liga española han podido ser su destino, con varios equipos pretendiéndole) quizá han retrasado la eclosión de un jugador que tiene todas las condiciones para triunfar si el físico lo respeta. Quizá es ésta su última ocasión de exhibirse en un escaparate universal que le proyecte definitivamente al estrellato. El estadio Luzhniki de Moscú y sus 80.000 espectadores le esperan.