Pese a esta circunstancia, entre todos los franjirrojos estaba por encima el deseo de poder cosechar la primera y tan ansiada victoria delante de toda su afición en este regreso a la máxima categoría del fútbol español. Del mismo modo, la sucesión de no muy buenos resultados obtenidos en los últimos partidos, otorgaba una cierta presión a los madrileños, metidos de lleno en los puestos de descenso, igualado con el colista de la categoría, el Huesca, y con apenas seis puntos en el casillero.

Además de estas evidentes razones, se encontraba una más sentimental y no por ello menos importante. El duelo frente al F.C. Barcelona iba a suponer la última función de Isi, utillero del Rayo y añorado por los que más sienten al equipo de la franja. Todo ello otorgaba una mayor presión a los rayistas, acompañada de las dudas sobre la figura del entrenador Míchel.

Después de haber disputado el partido correspondiente a la ida de la eliminatoria de dieciseisavos de final de Copa del Rey el pasado martes, los madrileños debían centrarse en la liga. Por ello, algunos hombres habituales en la alineación titular en liga no participaron en el duelo copero. Para enfrentarse a los blaugranas, Míchel podía contar con los mismos hombres disponibles en los últimos choques, a excepción de los lesionados Medrán, Elustondo y Tito. Por ello, el técnico repetía convocatoria, confiando en los que más habían participado en liga.

Enfrente, los vallecanos se iban a encontrar a un rival de categoría y renombre, además del líder de Primera División. Se trataba del poderoso F.C. Barcelona. Los catalanes no podían contar para el encuentro con Messi, circunstancia que podía facilitar el trabajo del Rayo, pero la plantilla barcelonista disponía de suficientes hombres para cubrir la baja por lesión del argentino.

Rápidamente los visitantes dieron muestras en el campo de su calidad y sus intenciones y, tras unos primeros minutos de tanteo, pillaron desbordada a la defensa franjirroja y consiguieron ponerse por delante en el marcador cuando apenas se habían jugado diez minutos. Un duro golpe para los locales que desde ese momento estaban a expensas del poderoso Barça. El paso de los minutos mermaba el dominio blaugrana al mismo tiempo que los rayistas comenzaban a adquirir presencia en el juego y se acercaban al área culé. El dominio local se incrementaba, hasta el punto de que, sobrepasado el minuto 30, el talentoso centrocampista franjirrojo Pozo igualaba el marcador con un magnífico disparo, resarciéndose de esta forma de la clara ocasión desaprovechada instantes antes por él mismo. La locura y la alegría se desataban en Vallecas. Al descanso se llegaba con el resultado de empate que otorgaba esperanzas al Rayo y sus aficionados de poder cosechar un resultado positivo.  

El segundo periodo se reanudó con el mismo ímpetu con el que los locales habían concluido los primeros 45 minutos. De forma inesperada, pocos minutos después de la reanudación, los vallecanos sorprendían al Barça y lograban anotar su segundo gol, que les ponía por delante en el marcador. En ese momento el entusiasmo corría por las gradas de Vallecas al mismo tiempo que nadie terminaba de creerse lo que estaba sucediendo: el penúltimo clasificado había conseguido remontar un marcador adverso y estaba ganando al mismísimo líder de la categoría. Los visitantes no conseguían reaccionar y hacer frente a la fuerte adversidad vallecana y el paso de los minutos producía que los aficionados franjirrojos comenzaran a contemplar la victoria de su equipo frente al gigantesco F.C. Barcelona. El minuto 90 acechaba y los blaugranas lo intentaban, pero no conseguían poner remedio al marcador. Sobrepasado el minuto 85, hacían acto de presencia dos factores indeseados por la multitud rayista: la crueldad y la poderosa pegada de los culés. Cuando apenas restaban tres minutos del tiempo reglamentario, los visitantes aprovechaban un balón suelto en el área madrileña para empatar el encuentro. Los azulgranas veían desde ese momento como aún no todo estaba decidido. Y así iba a suceder. En el último minuto del tiempo reglamentario y mediante una jugada aislada, los barcelonistas lograban anotar su tercer gol y llevarse la victoria cuando nadie la esperaba. Estos minutos supusieron un gran mazazo para el Rayo, que ya veía cercana su primera victoria como local en esta temporada. Tras unos instantes de shock, la grada vallecana rápidamente reaccionaba para dar ánimos a sus jugadores por el magnifico trabajo llevado a cabo en el partido.

Sin duda, la injusticia se había cebado con virulencia con el conjunto franjirrojo, privándole de una victoria muy trabajada y merecida y que se había escapado de forma cruel en los instantes finales del partido.