Cinco equipos en cuatro puntos. Esa es la situación en la zona baja de una Liga Santander que promete traer emoción hasta sus últimos coletazos. Equipos que en su día estuvieron en la cuerda floja, tales como Leganés, Athletic o Girona, han revertido una situación difícil y ya miran más de cerca a Europa que al descenso. Por otro lado, Real Valladolid, Celta de Vigo, Villarreal y Rayo Vallecano ya se han acostumbrado a la tensión propia de un contexto esperado para unos y completamente sorprendente para otros. A ellos hay que añadir el titánico esfuerzo del Huesca, desahuciado hace algunos meses, y más vivo que nunca a doce jornadas del final.

El Real Valladolid es, a 6 de marzo, el mejor colocado en esa carrera por la salvación. 16º en la tabla y con 26 puntos en su haber, cualquier aficionado hubiese firmado llegar a marzo tres puntos por encima del descenso. Los pupilos de Sergio González, adoleciendo una evidente falta de experiencia en la élite nacional, batallan semana tras semana para mantener en Primera al equipo con el presupuesto más bajo de la categoría. El conjunto blanquivioleta vive, esencialmente, de su buen hacer lejos del José Zorrilla, feudo donde se resisten los buenos resultados, y que este mismo domingo recibirá a un gigante dormido como es el Real Madrid. Con 20 goles anotados, el Pucela es el peor ataque de la Liga, estadística que explica con pelos y señales la situación que atraviesa el equipo; sin ganar desde el 27 de enero y con cuatro derrotas en los últimos cinco partidos, tramo en el que solo se ha anotado un tanto, obra de Rubén Alcaraz, en la derrota por 3-1 en el RCDE Stadium. El buen arranque, que llevó al equipo incluso a puestos europeos, se vio rápidamente opacado por una rotación escasa y unas alternativas inexistentes. Trabajo y corazón son los pilares de una plantilla unida como nunca a una afición con los pies en la tierra.

El Celta de Vigo tiene nuevo entrenador, y eso ha dejado de ser noticia. Fran Escribá tomará las riendas de una escuadra desolada, que ya ha visto cómo otros dos técnicos hacían las maletas en el presente curso: Antonio 'El Turco' Mohamed, en el cargo hasta la 12ª jornada, y Miguel Cardoso, despedido en las pasadas horas. El portugués, que cogió al equipo 14º, lo ha dejado aún peor, tan solo dos puntos por encima del descenso. Esta situación, completamente inesperada en Balaídos, coge por sorpresa a una plantilla con nombres como Iago Aspas, Maxi Gómez, Pione Sisto, Fran Beltrán, Emre Mor, Brais Méndez, Sofiane Boufal o Hugo Mallo. Lesiones, indisciplina y una evidente falta de cohesión han arrastrado a un equipo llamado a luchar por los puestos europeos o, al menos, finalizar el año en la mitad alta de la tabla. Ahora, con Escribá a los mandos, el Celta pretende recuperar su identidad y su solidez defensiva, factores que le llevaron a unas semifinales de la UEFA Europa League hace unos años. El valenciano, ex de Elche, Getafe y Villarreal, aportará esa demandada experiencia en Primera División de la que carecían sus predecesores.

Sin lugar a dudas, la decepción de la temporada es el Villarreal. El Submarino Amarillo, que el año pasado cumplió con las expectativas clasificándose para la Europa League, competición en la que sigue con vida, no da una a derechas en el certamen doméstico. Antepenúltimos, con 23 puntos, las sensaciones distan de ser positivas. Mostrando una versión derrotista desde agosto, el Villarreal es el equipo con menos victorias del campeonato, sumando solo cuatro triunfos. Tras un mes de febrero en el que comenzó a reinar el optimismo gracias a la eliminatoria continental ante el Sporting y a la goleada frente al Sevilla (3-0), todo ello se vio frenado por sendas derrotas contra Atlético de Madrid y Alavés, dos conjuntos, eso sí, de la zona alta. Entre medias, el despido y la posterior reincorporación de Javi Calleja manchan enormemente la imagen de una directiva que, de cara a esta temporada, incorporó futbolistas como Funes Mori, Cazorla, Iborra, Bacca, Moreno o Ekambi. Fichajes ilusionantes y rendimientos dispares.

Los goles de un viejo conocido del Nuevo José Zorrilla sacan a flote al Rayo Vallecano jornada tras jornada. Raúl de Tomás es el buque insignia de la escuadra madrileña, empatada a puntos con el Villarreal y solo uno por encima del 'farolillo rojo'. De la mano de Míchel, el Rayo Vallecano regresaba a la Primera División con la única misión de mantener la categoría. Equipo familiar y de tradición, el ya extendido esquema de tres centrales y dos carrileros dotaron de una mayor solidez a un Rayo Vallecano que, a día de hoy, es la segunda peor defensa de La Liga. Cinco derrotas seguidas en febrero manchan la buena dinámica de un equipo invicto en enero, que empezaba a mostrar síntomas de permanencia. El calendario se antoja complicado para un conjunto que todavía tiene compromisos decisivos ante el Villarreal en La Cerámica, Celta en Balaídos y Huesca y Valladolid en Vallecas. El margen de error es mínimo, y a ello hay que sumarle duelos frente a Barcelona, Betis, Valencia, Sevilla o Real Madrid. Cada punto, a partir de ahora, es oro.

En El Alcoraz está permitido soñar. La esperanza y el optimismo se han apoderado de una ciudad derruida y alicaída como era Huesca hace unos meses. Y es que pese a debutar en Primera División con un histórico triunfo en Ipurua, los oscenses pronto se vieron sumidos en una racha nefasta que derivó en un último puesto y con remotas opciones de salvación. Sin embargo, 38 jornadas dan para mucho, y un buen hacer en los despachos permitió la llegada a Huesca de futbolistas de la talla de Enric Gallego o Juanpi Añor, que se antojan clave para conseguir una épica permanencia. Con 22 puntos, los azulgrana siguen colistas, pero a tan solo un partido de la salvación. Triunfos absolutamente fundamentales contra el Real Valladolid, Girona o Sevilla sacaron a flote un proyecto que ya parecía muerto y sepultado. Con tan solo una derrota (0-1 ante el Athletic) en los últimos seis choques, la SD Huesca ha sacado las garras y ha prometido pelear contra cualquiera.