Empate a nada el que se vivió esta tarde en el Coliseum. Los locales mostraron más ímpetu en la búsqueda de su primera victoria de la temporada, con sus armas habituales pero fueron insuficientes para doblegar a los de Asier Garitano, que demostraron que van a ser difíciles de batir tanto en casa como a domicilio.

Las interrupciones, dominadoras del encuentro

El Glorioso llegó a Madrid con una intención clara, ser un bloque sin fisuras. Garitano alineó a cinco defensas para resguardarse de esa pareja que causa estragos a cualquiera, Jaime Mata y Jorge Molina. Laguardia, Duarte y Ely se hicieron fuertes desde un primer momento y desbarataban cualquier opción de peligro, que llegaba principalmente en forma de balones largos. Ellos fueron los protagonistas de su equipo y los responsables de llevarse un punto para Vitoria. Sus bazas en el ataque pocas, tan solo alguna jugada rápida que encontrara a Joselu pero Djené y Cabrera, ayudados por el debutante Timor, con solo un entrenamiento a sus espaldas y Mauro Arambarri.

El protagonista del partido no era ninguno de los 22 que se encontraba en el verde. El juego duro era el actor principal. Se presumía un partido disputado y bronco y sin duda, quien lo esperase, no quedó decepcionado. Brazos y codos a pasear en saltos, entradas bordeando la legalidad, etc. El primero en ser amonestado fue Jorge Molina, que a diferencia de en el partido contra el Atlético, la tarjeta no tuvo discusión.  Y con el juego trabado de por medio llegó el primer aviso getafense. Una falta lateral botada por Fajr se envenenaba  y acababa pegando en el larguero de los vitorianos sin que Sivera, titular hoy por delante de Pacheco, pudiera hacer nada. A los cinco minutos el aviso se transformó en realidad. Wakaso, objetivo azulón durante el verano, perdió balón ante la presión de Timor y Cucurella, este último se quedaba con el esférico y habilitaba con un balón al espacio a Molina, que definía cruzado ante la salida de Sivera.

El Alavés se encontró con un premio inesperado. Una jugada embarullada en el área de David Soria que la defensa no acertó a despejar, la insistencia de Manu Garcia y el oportunismo de Joselu llegando donde el balón había quedado muerto puso las tablas en el marcador. No fue el gol más estético, no iba a optar al Premio Puskas, pero sirvió para igualar un encuentro que no tenía muchas ocasiones, con lo que el premio era mayor.

Hasta el ecuador, de nuevo el Geta volvió a percutir pero esta vez menos en largo. Las incursiones de un peligroso Cucurella y un omnipresente en ataque Molina, asociándose permanente con sus compañeros. Un remate de Mata que se fue alto por muy poco fue lo único que sobresaltó el ritmo bajo que plantaron entre unos y otros.

Ángel no fue suficiente

A la vuelta de vestuarios, el partido quedó en un mar de tranquilidad, solo alterada por las faltas de ambos equipos, fruto de ir al límite por cada balón, muestra de la entrega de ambos conjuntos. Las ocasiones que hubo en la primera parte desaparecieron completamente.

Los cambios agitaron la contienda y el ritmo aumentó de las manos de Ángel, habitual animador de las segundas partes del Coliseum. Sustituyó a un Jaime Mata luchador pero con pocas oportunidades de mostrar su efectividad. Portillo, que entró por un Fayçal Fajr con poco protagonismo tan solo a balón parado, aportó dinamismo a una parcela muy rígida. Los babazorros se esforzaron en defender el resultado y buscar peligro a balón parado pero no alteraron a Soria, que tuvo una tarde tranquila a excepción del gol.

Finalmente, reparto de puntos que deja al Getafe en una zona de la tabla a la que no están acostumbrados a verse desde hace tiempo mientras que el Alavés sigue invicto y se consolida en zona media alta.