Las decepciones en Heliópolis no cesan. Ya son cuatro las derrotas que el equipo ha sufrido en lo que va de campaña y, pese a excusas como el VAR, el empezar perdiendo o la falta de acierto de cara a portería, todo esto es consecuencia de algo que va más allá: la planificación deportiva. La baja del portugués ha dejado al equipo cojo, sin un ancla que sostenga el centro del campo de Rubi, una posición tan poco vistosa como importante.

Javi García no está sabiendo dar el nivel; Guardado, pese a que no es pivote natural, tampoco está del todo fino; y, Kaptoum, quitando su lesión, ha demostrado ya en diversas ocasiones que es de la talla del Real Betis.

Aún queda la bala en la recámara del joven Ismael, a quien todos los béticos tienen ganas de ver como uno más sobre el césped; aunque esto no pueda tapar los agujeros y las goteras que se han formado en el equipo desde la cúpula directiva del Benito Villamarín.

Y, juego y resultados a un lado, la mala planificación llevada a cabo en el sur de Andalucía tiene y tendrá repercusiones en más áreas del club. Está salpicando de forma directa a Rubi, técnico del Betis, quién está sufriendo de primera mano estas carencias y a quién se está cuestionando de forma ininterrumpida a causa de las actuaciones de sus hombres; y sobre el cual empiezan a aparecer los fantasmas de Quique Setién, con quién los verdiblancos se acercaron al cielo hace dos años volviendo a Europa.

Para acabar sería obligatorio mencionar a don Lorenzo Serra Ferrer, significado de amor recíproco en el Betis, equipo al que tanto quiere y donde tan querido es. Su marcha fue un palo durísimo para todos los que conocían su trayectoria y su labor en el club, y fue algo que decepcionó y dejó dudas en la parte verde y blanca de la ciudad de Sevilla. Es una sucesión de acontecimientos de un mismo palo que han acabado derivando en la actual situación que se vive en Heliópolis.