Más vale malo conocido...

Generelo. Ese era el nombre que retumbaba en las cabezas de los aficionados del Real Oviedo desde que empezase la segunda vuelta del equipo carbayón casi un año ya, en enero de 2017. Y todo por el miedo a volver a fallar, a volver a quedarse a las puertas, como quien se desvanece en el kilómetro 41 de una maratón. Por el miedo a equivocarse y a soportar de nuevo las burlas del eterno rival, un año más.

El Oviedo tuvo opciones de incluirse en playoffCon su victoria ante el Elche, justo en el ecuador de la temporada, el equipo azul se situaba al calor de los playoff de ascenso, en la décima posición, sólo dos puntos por debajo. Se abría la veda y el Real Oviedo en ningún momento tuvo un entrenador lo suficientemente experimentado para, ni siquiera saber cómo llegar a lograr ese objetivo. Lo cierto es que tuvo sus opciones, por muy remotas que fuesen, hasta la jornada 42, que era lo que se le pedía al equipo, haber estado ahí.

A partir de esa consecución se pueden sacar muchas conclusiones en claro: ni el entrenador era lo suficientemente experimentado, ni supo inculcarles a sus jugadores esa dosis de intensidad y de orgullo que se les ha de inculcar. Y más aún cuando sabía que tenía una plantilla que en ningún momento estuvo capacitada para luchar por lo que luchó hasta las alturas en las que se vio inmerso. Bastante fue que lo hizo. Obviamente, le dio el vértigo.

Hierro decepcionó en la primera mitad del 2017Se le pueden achacar muchas cosas al entrenador del primer capítulo de 2017. Hierro decepcionó. Oviedo no esperaba encontrarse a un entrenador tan distante de lo que fue el Fernando Hierro jugador, el pura sangre. Este Hierro era la antítesis en persona del exfutbolista del Real Madrid y de la Selección Española, que con tanta contundencia defendía los prestigiosos escudos que llegó a vestir.

El Real Oviedo se clasificó como octavo, pero en ningún momento tuvo una filosofía de juego clara, más allá de marcar gol y amarrar el resultado. Fue, por desgracia, un equipo que ponía las cosas fáciles en las quinielas cada quince días. Eso lo acabó pagando por la falta de contundencia y de autocrítica del banquillo.

Fernando Hierro, apático, durante la dirección de un encuentro. | Imagen: Andrea Royo (VAVEL)
Fernando Hierro, apático, durante la dirección de un encuentro. | Imagen: Andrea Royo (VAVEL)

Después de la tormenta siempre llega la calma

La llegada de Anquela, un entrenador muy carismático, cambió al vestuarioLlegó junio y el cielo se despejó. El vídeo viral de Juan Antonio Anquela encarándose con uno de sus jugadores del Huesca, tras haberle sustituido, reflejó de la mejor forma posible la voluntad del aficionado oviedista en la red social "Twitter". Anquela tenía su sangre y la de Fernando Hierro. Al Tartiere le gusta eso. El 26 de junio fue presentado el entrenador más carismático que hubiese entrenado al Real Oviedo en mucho tiempo y ello provocó un cambio en el vestuario.

Desde el primer momento se vio en la capital asturiana que las cosas no iban a ir igual que la temporada pasada. Aquí se puede empatar, ganar o perder porque esto es fútbol. Pero trabajando, las cosas se van a poner muy de cara. Ese es el lema que el jienense ha transmitido desde que llegó al banquillo azul. Para colmo, se ha cumplido a rajatabla.

La intensidad con la que Anquela vivía los partidos en Huesca fue determinante para que el Real Oviedo se fijase en él. | Imagen: LaLiga
La intensidad con la que Anquela vivía los partidos en Huesca fue determinante para que el Real Oviedo se fijase en él. | Imagen: LaLiga

La temporada comenzó con una derrota ante el Rayo Vallecano, la única que se ha vivido en el TartiereLa temporada comenzó con una derrota ante el Rayo Vallecano en casa, la única acontecida en la primera vuelta en el feudo carbayón, por cierto. Llamémoslo accidente. El aficionado se fue a casa más que orgulloso del partido que había realizado su equipo, algo que pocas veces ocurrió en la primera mitad del año, por no decir ninguna.

Intensidad, esfuerzo, lucha, sacrificio, y juego. Quizás no el más vistoso de Segunda, pero sí efectivo. Anquela sabe perfectamente lo que debe buscar el equipo. Sabe leer de manera increíble los tiempos que le requiere el partido: cuándo buscar verticalidad con hombres rápidos como Aarón. Supo a quién darle el timón -Ramón Folch- y los galones defensivos -Forlín y Carlos Hernández-. Además no tiene problema en rectificar los errores que pudiera haber cometido, como fue el caso de la portería tras el partido en el José Zorrilla.

En definitiva, el aficionado del Real Oviedo piensa, se consiga o no el objetivo, que por lo que parece este año sí que será así -el playoff- que Juan Antonio Anquela es el mejor fichaje que ha podido hacer el club azul para esta temporada. Seguramente opinará con el pulgar hacia arriba, que que el andaluz continúe en la disciplina ovetense la temporada que viene será un acierto casi tan grande como el de haberlo contratado.

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Sobre el autor
Rodri Centeno Fernández
Estudiante de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad de León