La Galaxia aterriza en Gran Canaria. Así podríamos definir la llegada de Kevin Prince Boateng a la UD Las Palmas, por lo que conlleva mediáticamente y por la expectación generada tras la confirmación oficial de un fichaje que por momentos pareció tornarse en culebrón. El primer día en amarillo del ex jugador del Milán ha sido tremendamente ajetreado y que, a ojos del jugador, ha debido pasar a velocidad de vértigo.

A poco más de quince minutos para la hora fijada, la Tribuna del Estadio de Gran Canaria comenzó a llenarse aficionados dispuestos a arropar a su nuevo ídolo. Boateng se mostró muy contento y sonriente en todo momento Muchísimos medios de comunicación se daban cita en la zona mixta del feudo amarillo y el runrún en la sala era evidente. Cuando el ascensor se abrió y Prince Boateng apareció, la sala se llenó de flashes y de empujones por conseguir la mejor foto del jugador ghanés, comenzando así con unos cuarenta minutos de locura.

Acompañado de Toni Cruz, Luis Helguera y Juan Carlos Valerón, Boateng tenía una primera toma de contacto con los periodistas bastante distendida, amena y divertida. El jugador posó para las cámaras demostrando felicidad e ilusión por esta nueva etapa que se le abría, dejando claro, tras alguna pregunta, que todos esos problemas extradeportivos quiere dejarlos completamente atrás. El africano estaba tan relajado, que hasta en algún momento se le escapó algo de inglés cuando venía hablando en italiano durante toda su comparecencia.

Tras pasar por la sala de prensa, Boateng se dispuso a bajar a su nuevo vestuario y vestirse la zamarra amarilla por primera vez en su carrera, sin saber que en las gradas esperaba una marabunta de gente dispuesta a verle.

Su salida al césped hizo que el recinto de Siete Palmas retumbara de júbilo, y rápidamente Boateng se sintió como en casa. El ghanés se llevó un baño de masas tremendo gracias a más de cinco mil almas Recibió el cariño y el apoyo del público, que jaleaba su paseo por el verde con una atronadora ovación, marcando el ritmo con golpes sobre la publicidad como si de tambores se tratase. Unos toques con el balón le sirvió para levantar una vez más a la gente, a la que regaló varios balones antes de acercarse a ellos.

Posteriormente, un par de poses ante las cámaras y choque de manos con los aficionados para terminar, no sin antes haber besado el escudo que tendrá que defender esta temporada. Con el siete a la espalda, se despidió Boateng de su nueva hinchada, terminando así con el que seguramente ha sido el día más loco en la historia de la UD Las Palmas.

El galáctico que Miguel Ángel Ramírez quería y que la afición ansiaba ya está aquí.

Benvenuto, Prince. 

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