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No solo los superhéroes llevan máscara: Clint Malarchuk

Esta sección bisemanal publica artículos sobre los porteros que más hondo han calado en el mundo del Hockey hielo, la mayoría de ellos, por todo lo que aportaban más allá de las estadísticas, protagonistas de anécdotas inverosímiles y/o heroicas para amenizar la vuelta de la mejor liga del mundo, la NHL. Hoy, Clint Malarchuk.

No solo los superhéroes llevan máscara: Clint Malarchuk
La cicatriz que el hockey ha dejado en Malarchuk va más allá de su cuello (Foto: sportsnet.ca)
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Por Claudi Casamitjana

Muchas veces se dice que la línea entre la vida y la muerte es muy fina, es una expresión muy literaria para personas que han estado cerca de perder la vida en un accidente o situación concreta, el caso que hoy nos ocupa está muy ligado a ésta descripción, y es que para Clint Malarchuk, la línea que separa la vida de la muerte estuvo a punto de ser tan fina como el filo de una cuchilla de un patín de hockey hielo.

El portero de Edmonton, Canadá, Clint Malarchuk, jugó sus años como Junior en los Portland Winter Hawks de la Western Hockey League (WHL), y fue escogido en el draft de 1981 por los Quebec Nordiques con la elección #74, aunque nunca fuera considerado un portero que marcaría época, si que tenía potencial para llegar a ser titular en la liga, y así fue, entre 1985 y 1989 jugó más de la mitad de los partidos para Quebec y posteriormente para Washington, registrando un porcentaje de paradas por tiro de 0.895, 0.884, 0.885 y 0.877, números decentes pero que no perduran en la memoria del aficionado. No obstante, Clint es uno de los símbolos de la liga por otros motivos.

Ocurrió el 22 de Marzo de 1989 disputando un partido con los Buffalo Sabres, Steve Tuttle y Uwe Krupp peleaban por una pastilla suelta y acabaron chocando con el portero Clint Malarchuk, quien recibió un corte en el cuello al levantarse el patín de Uwe Krupp, su compañero de equipo. El corte le magulló la vena yugular y le dejó de rodillas en el hielo, expulsando sangre desde su garganta cubierta con una inocente mano mientras la terrorífica mancha alarmaba a los espectadores de que allí había una vida en juego, dos de ellos sufrieron ataques de corazón y once se desmayaron. Malarchuk abandonó el hielo por su propio pie, convencido de la proximidad de su muerte, con el único deseo de que su familia no contemplara tal tragedia en televisión. Ayudado por su ayudante y, desde entonces ángel de la guarda, Jim Pizzutelli, consiguió llegar al vestuario, donde Jim taponó la hemorragia hasta que llegaron los médicos, quienes necesitaron 300 puntos para cerrar la herida y salvar la vida de Malarchuk, quien perdió un tercio de su sangre.

Según análisis posteriores, de haber recibido el corte 3mm más arriba, Malarchuk hubiera muerto en dos minutos. Aquí está el documento gráfico del accidente, NO APTO PARA SENSIBLES.

Por increíble y sorprendente que resulte que Clint viviera para contarlo, más espeluznante és que decidiera seguir jugando al deporte que casi le quita la vida. Jugó tres temporadas más a un nivel obviamente mermado, pero el sencillo hecho de que volviera a calzarse unos patines ya se puede considerar una heroicidad mayúscula. Malarchuk decidió retirarse en 1992, y tras caer en la alcoholemia y sufrir pesadillas, decidió volver a jugar en la IHL (Liga menor Americana alternativa a la AHL) para retirarse definitivamente en 1997 y pasar a ser entrenador de los Idaho Steelheads de la liga menor ECHL. En 2002 pasó a ser entrenador de porteros, trabajando para los Florida Panthers y los Columbus Blue Jackets antes de intentar suicidarse con una escopeta de caza, la familia de Clint negó que fuera su intención. Pero Clint admitió en 2012 que sí se trataba de un intento de suicidio. Tras esto, Malarchuk ha trabajado también en rol de entrenador de porteros en Atlanta y actualmente lo hace con los Calgary Flames.