Durante las primeras semanas de temporada los aficionados de los Sabres vivieron en un engaño del que aún no quieren darse cuenta. Parecía que los años de penuria y malos resultados habían acabado de la mano del excepcional trabajo de Jack Eichel y Jeff Skinner. Su racha de 10 victorias seguidas hacía pensar que la reconstrucción que lleva sufriendo Buffalo durante la última década había acabado y por fin llegaba una era ganadora. 

Solo una bajada de nivel de todos los jugadores podría hacer que Buffalo se cayese de esta dinámica ganadora. Y esta bajada ha sucedido progresivamente durante los últimos tres meses. Lo peor para la parroquia de los Sabres es pensar que igual el nivel real de presente y de futuro está más cerca de los últimos tres meses a las primeras tres semanas. 

Esta década está siendo tan floja para el equipo del norte de Nueva York que no han elegido por debajo del número 8 del Draft desde 2012, y los 83 puntos que pueden lograr este año sería su mejor resultado en 7 años. Esto les situaría a 12 puntos de una potencial wild card, proviniendo de un equipo que hace 5 meses estaba líder de la conferencia. 

Los problemas no acaban en el hielo 

Jeff Skinner, posiblemente la única razón para la esperanza este año de los Sabres, será agente libre este verano y parece bastante probable que rastrée el mercado, en el que será una de las grandes estrellas. Solo con Eichel, Dahlin y Ristolainen el futuro de los Sabres parece pintar mal y necesitan refuerzos a la par del despegue de jugadores como Mittelstadt o Thompson. Tras perder a O'Reilly a cambio de jugadores jóvenes, estos han de demostrar que la confianza que los Sabres depositaron en ellos es merecida y pueden ayudar a reflotar un equipo que posiblemente aún no hay tocado fondo.