No corren buenos tiempos para los Sabres, es un hecho objetivo ahora mismo, pero desgraciadamente para los seguidores de este sufrido equipo, es una constante que se lleva repitiendo año tras año desde el 2011. Y es que, muchos creían que este era el año para ver a unos renacidos Sabres, sobretodo con el gran comienzo de temporada que habían tenido, llegando por momentos a ser líderes absolutos en la Conferencia Este.

De hecho, merece la pena echar la vista atrás en el tiempo unos cuantos meses hasta noviembre. En ese mes, los Sabres fueron capaces de encadenar diez victorias seguidas con un juego vistoso, dinámico y alegre, y el cual hacía presagiar buenas cosas para el futuro inmediato.

Sin embargo, con el nuevo año todo ha cambiado. Ya no hay juego vistoso, parece que los jugadores estén desganados, y por supuesto las posibilidades de entrar en los playoffs son ya casi nulas.

Números para temblar

Luego habrá tiempo de analizar los posibles culpables de la situación actual de los Buffalo Sabres, pero ahora se verá la trayectoria de este equipo desde que comenzó el año.

Desde que ha empezado el 2019, los Sabres, que en ese momento gozaban de posición con derecho a disputar los playoffs, han jugado 34 partidos con un balance para echarse a temblar, diez ganados y 24 perdidos. En esos 34 partidos, han marcado 86 goles y han recibido 120. Además, a mediados de marzo encadenaron tres partidos consecutivos sin anotar un solo gol ante Colorado, Dallas y Pittsburgh. Por último, destacar que desde diciembre no ganan dos partidos seguidos.

Números lamentables que condenarían a cualquier equipo en cualquier competición. Quedan diez partidos por disputarse y para los Sabres ya sólo está en juego acabar la temporada lo más decorosamente posible, sobre todo por una cuestión de dignidad y por su afición.

Housley, horas contadas

Los culpables son todos, desde los jugadores que se han venido abajo no sé muy bien por qué motivo, pasando por su director general y la planificación que este hizo, y por supuesto el entrenador, Phil Housley.

Y es que Housley viene de una temporada, la pasada, dónde el equipo no jugó absolutamente a nada, fue el peor equipo de largo de la liga. La imagen en cada partido del pasado año era caótica, pues bien, aún con todo y aunque parezca increíble, Housley siguió un año más dirigiendo al equipo.

 

Este puede ser el último, teniendo en cuenta que es un equipo que perfectamente podría aspirar al menos a la clasificación para los playoffs, no sólo no lo va a clasificar, sino que además está dejando la imagen de los Sabres por los suelos.

Un equipo liderado por uno de los mejores jugadores de la liga como Jack Eichel, acompañado de una serie de jugadores nuevos y jóvenes de una calidad contrastada como Rasmus Dahlin o Casey Mittelstadt, entre otros, y además con jugadores con experiencia como Jason Pominville o Jeff Skinner. Objetivamente es un equipo muy capacitado para lograr mucho más de lo que está haciendo y Housley no ha sabido dar con la tecla ni con la motivación suficiente. Por lo tanto, es tiempo para el cambio en el banquillo de los Sabres.

El director general, Jason Botterill, deberá planificar mucho mejor la pretemporada que viene en la que el objetivo fundamental es, encontrar un entrenador que motive a la plantilla, renovar el contrato de Jeff Skinner y fichar nuevos jugadores para dar salida a otros que no están rindiendo.

En conclusión, una temporada que parecía ilusionante en los primeros meses, pero que al final se ha convertido en una pesadilla. Se espera que el año que viene sí sea el definitivo para la resurrección de los Sabres.