Se estaba resistiendo, pero tenía que ocurrir, y es que tras alcanzar la marca redonda de 800 goles después de anotar un hattrick frente a los Chicago Blackhawks, un hito personal, tocaba romper una marca de la liga, los 801 goles que Gordie Howe anotó en su dilatada carrera. Pero tras esa portentosa actuación, “Great 8” solo estaba entrando en la hoja de anotación de los partidos vía asistencia creando presión de la expectación que supone estar situado a tan corta distancia de un récord tan significativo.
Dallas, Toronto, Detroit y Ottawa secaron al moscovita, pero los Winnipeg Jets acabaron pagando el pato y cobrando las consecuencias de lo que significa intentar parar a la fuerza de la naturaleza hockeystica en la que se ha convertido Ovi, pero al menos se comieron solo un doblete en lugar de los tres que encajaron los Hawks.
Abriendo la cuenta goleadora de los capitalinos al final del primer periodo, en un ataque en transición desde el círculo derecho, el opuesto al que ocupa “su oficina”, sacó un disparo duro al que David Rittich no pudo responder, 801, e igualaba a Howe.
La sequía se había roto y las cosas estaban destinadas a que fueran a favor de obra para que ese empate se rompiera, con los Jets, prescindiendo de su portero, volcadísimos en la portería de Washington, Ovechkin aún encerrado y de espaldas a la portería vacía, hundía en ella el disco empujado con el revés de su pala y llevando el delirio a la grada mientras el protagonista de la noche, era aplastado contra la valla por sus compañeros, tanto los que le acompañaban en el hielo en el momento del hito, como el resto que saltó sin dudar la valla para celebrarlo.
Un broche de oro no solo para Ovechkin y los Capitals, si no para la NHL para dar paso a la pequeña pausa navideña que mantiene a la liga en descanso hasta el próximo día 27.