Existe un equilibrio perfecto entre evolución, talento y éxito. Una mezcla que contiene todos los ingredientes necesarios para que un equipo que ganó, se fue y volvió, llegue de nuevo a lo más alto. El éxito es el objetivo, la evolución es el camino y el talento es el vehículo perfecto para recorrer un trayecto en el que hay muchos obstáculos, y aún más rivales. Suzuki ha sabido mezclar estos ingredientes de la mano de Aleix Espargaró y Maverick Viñales en los últimos dos años, y ahora busca repetir esa receta con Alex Rins y Andrea Iannone.

La marca de Hamamatsu volvió a MotoGP en 2015, después de cuatro años en la sombra. En 2007 saborearon la victoria gracias a Chris Vermeulen, quien le dio a los japoneses su primer triunfo en la categoría reina del Mundial de Motociclismo durante el Gran Premio de Francia. Hasta la temporada pasada esa era la única victoria de Suzuki, cuya vuelta a la competición escondía un objetivo claro: volver a lo más alto.

Trabajo y talento

El equipo que Davide Brivio, director de la escuadra, formó al llegar en 2015 era una dupla perfecta: Aleix Espargaró disputaba en 2015 su quinta temporada completa en la categoría reina, la 12ª en el mundial; mientras que Maverick Viñales llegaba tras disputar una sola temporada en Moto2, en la que terminó tercero y acumuló 15 podios. Juntos, formaron la combinación perfecta para evolucionar una máquina a la que el cambio de Bridgestone a Michelín acabó de darle el empujón necesario para que el 'niño' del equipo consiguiese cuatro podios en 2016... y la victoria que tanto ansiaban en Japón. 

El Gran Premio de Silverstone de la pasada temporada fue la guinda de un pastel que ha catapultado el talento de Viñales hasta llevarle a Yamaha, donde competirá en 2017. Aleix Espargaró, por su parte, no ha contado con la confianza de Suzuki para renovar, como consecuencia de sus inconsistentes resultados que han ensombrecido el trabajo de desarrollo que el catalán ha llevado a cabo. Su marcha a Aprilia dejaba el garaje del ECSTAR Suzuki abierto a dos nuevos pilotos.

Andrea Iannone durante los tests celebrados en Valencia en noviembre de 2016 | Foto: Speedweek

Se repite la historia

Suzuki se quedó a finales de 2016 con la satisfacción del objetivo inicial conseguido pero sin los pilotos que se la dieron. La máquina ya funciona, está engranada y tiene dos años más de rodaje, pero sus pilotos se han ido. La mejor manera de reiniciar el proyecto no es otra que repetir la fórmula que ya funcionó hace dos años: combinar talento con experiencia.

Andrea Iannone aterriza en el garaje de Davide Brivio después de cuatro temporadas con Ducati, en las que ha conseguido seis podios, cuatro de ellos en 2016. La pasada campaña le llevó, además, a lo más alto del podio, devolviendo a la marca italiana a un lugar que no ocupaba dese 2010, cuando Casey Stoner aún formaba parte de la parrilla. Suzuki se ha visto reflejado en esta historia, la de volver al podio después de muchos años de trabajo, y aunque la evolución de la GSX-RR parece estar siendo mucho más veloz que la de la Desmosedici, la experiencia de Iannone es su mejor carta de presentación.

Alex Rins sobre la Suzuki en Valencia durante los tests del pasado mes de noviembre | Foto: ECSTAR Suzuk

Al igual que sucediera hace dos campañas, la otra mitad del garaje será para un rookie, Alex Rins. El catalán llega a MotoGP en la que es tan solo su sexta temporada en el mundial y después de dos años en Moto2, en los que ha terminado segundo y tercero respectivamente, sumando un total de 17 podios. Los números de Rins, a pesar de no haber conseguido el título de la categoría intermedia, han llamado la atención de los japoneses que ven en él un sucesor perfecto para Viñales.

El listón está alto

A pesar de tener un buen bagaje, el italiano y el español llegan a Suzuki con la intención de superar un listón que el '25' y el '41' dejaron muy alto. Muy pocos se esperaban ver la GSX-RR ganar tan solo dos temporadas después de volver al asfalto de MotoGP, y mantener ese nivel, o superarlo, es el objetivo que los japoneses se han marcado. 

Para conseguirlo, tendrán que escribir un nuevo capítulo en su historia, sin olvidar las lecciones del pasado. En una ecuación, para que el resultado sea exacto, ningún número puede fallar. En una receta, para no quemar la cocina, los movimientos deben ser precisos. En un equipo de motociclismo, para llegar a la meta y cumplir los objetivos, cada piloto debe aceptar su papel y ambos tienen que trabajar en la misma dirección. 2017 demostrará si Iannone y Rins llevan el mismo rumbo, si han aprendido de los que se subieron a la Suzuki antes que ellos, y si han entendido la ecuación que Davide Brivio busca repetir.