Tres campeonatos mundiales, 14 victorias, 31 podios y 13 pole positions: estas son cifras que avalan la brillante carrera de Jack Brabham. Es uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, ganó sus tres títulos mundiales en 1959, 1960 y 1966, además, fue el primer piloto que ganó un Campeonato Mundial con un coche que él mismo había fabricado.

Jack Brabham nació en Hurstville, un suburbio al sur de Sidney, en 1926. Con doce años comenzó a conducir la furgoneta de su padre, aunque en ningún momento pensó que pilotar se convertiría en su gran pasión. A Brabham le llamaba la atención el funcionamiento de los coches, por ello, ingresó en una escuela técnica de Ingeniería Mecánica, aunque la abandonó con tan solo quince años para trabajar en una tienda de repuestos de coches.

Tres años después, entró a formar parte de la Real Fuerza Aérea Australiana en Adelaida, dónde aprendería a volar, aunque finalmente fue contratado como mecánico. Su trabajo consistía en arreglar los cazas pesados durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez que abandonó el ejército, consiguió que su abuelo y su tío le construyeran un hangar, un lugar utilizado para guardar aeronaves de grandes dimensiones. Allí diseñó un coche que pilotaría John Schonberg, y que, después de varios años, terminó pilotando él mismo tras darse cuenta de que, aparte de la mecánica, era un as al volante. Y así lo demostró, logrando cuatro títulos en su tierra natal, Australia; además de dejar fascinados a sus seguidores en el Gran Premio de Nueva Zelanda, entre otros.

Su debut en Fórmula 1

1958 fue el año en el que Brabham debutó en Fórmula 1, siendo un cuarto puesto en Mónaco su mejor resultado. La temporada 1959 marcó un antes y un después en su vida: se proclamó campeón del mundo empujando su coche. El australiano conducía un Cooper-Coventry Climax, y con él consiguió hacerse con la victoria en Mónaco y en Gran Bretaña. Llegó a la última prueba del mundial liderando la clasificación de pilotos, aunque Stirling Moss y Tony Brooks podían arrebatarle su primer título mundial. Todo iba sobre ruedas, sus rivales directos habían abandonado por problemas mecánicos, pero a escasos metros para el final, su Cooper se quedó sin gasolina por su arriesgada decisión de no entrar a boxes para ser más rápido. A menos de 50 metros, su monoplaza se paró. El piloto australiano optó por bajarse del coche y empujarlo hasta la línea de meta, ya que tenía gran ventaja con respecto a sus competidores y necesitaba puntuar; de otra manera, sus esfuerzos no habrían servido de nada. Brabham empujó su monoplaza hasta que vio la bandera de cuadros, consiguió el cuarto puesto en la carrera y su primer título mundial, éxito que repetiría un año después.

Foto: Highcroft Racing
Foto: Highcroft Racing

Nuevos desafíos

La temporada 1961 no fue buena para él, debido al cambio en el reglamento. Brabham necesitaba nuevos retos y, por ello, creó Motor Racing Developments, junto a su amigo Ron Tauranac, tras rechazar la oferta de Enzo Ferrari de unirse a la escudería, ya que él quería competir con el enemigo, no unirse a él.

Sus conocimientos de mecánica le ofrecieron la oportunidad de construir su propio coche, con el que ganó su tercer título mundial y del que más orgulloso se siente, como expresa en Cuando comienza la carrera, se acaban las chorradas, su biografía. Además, se convirtió en el primer piloto que logró un Campeonato Mundial construyendo su propio monoplaza. Este tercer título lo ganó con 40 años, tras las críticas de los que le consideraban viejo. Por ello, se presentó al Gran Premio de Holanda con una barba postiza y un bastón, aunque fue mucho más que el disfraz: Brabham ganó esa carrera y el Mundial. Un año más tarde, logró el subcampeonato y, en 1970, logró el quinto puesto.

Su vida después de la Fórmula 1

En 1970 llegó su retirada definitiva de la Fórmula 1. Brabham volvió a su tierra para disfrutar con su familia y alejarse de la fama que le había dado el automovilismo. Ocho años más tarde, se convirtió en el primer piloto en ser nombrado en 1978 caballero por la reina Isabel II de Inglaterra, y, en 2012 fue designado en Australia como Tesoro Nacional. Además, tras su retirada, vendió su equipo a Ecclestone, tuvo a Ron Dennis como mecánico e, incluso, en los últimos años, asesoró a grandes pilotos como Mark Webber. El australiano falleció en 2014 en Sidney, a los 88 años de edad.

Sin lugar a dudas, Brabham ha pasado a la historia del automovilismo como una leyenda. Fue uno de esos pilotos que nunca se rindió, y así lo demuestran sus grandes hazañas: desde empujar su coche hasta la línea de meta, construir su propio monoplaza o competir en la Indy 500 realizando modificaciones a su coche para que se adaptara a la competición, entre las risas de los espectadores que no pensaban que llegaría muy lejos con su pequeño Cooper. Un piloto que ha dado innumerables lecciones de esfuerzo y constancia a todos los aficionados de la Fórmula 1.

Foto: Hulton Archive
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Sobre el autor
Ángela Merino Sánchez
Estudiante de periodismo en la URJC. Amante de la Fórmula 1.