Los torneos previos a la gran cita de la temporada sobre tierra batida han llegado a su fin. La ciudad suiza de Ginebra albergaba una final entre uno de los héroes de la afición, Stan Wawrinka y al alemán Mischa Zverev que culminó la mejor semana de su carrera profesional sobre la arcilla. A priori el helvético era el favorito, pero el bávaro no iba a poner las cosas sencillas tras ganar en las semifinales al nipón Kei Nishikori, en lo que fue la sorpresa del día.

El germano nunca ha sido un amante de las pistas lentas y de la tierra batida, pero en esta torneo parecía tocado por una barita mágica. Tras estar al borde de la eliminación en el primer partido fue capaz de ir cogiendo confianza en su tenis y gracias a su servicio plantarse cerca de conseguir un nuevo título en su carrera. Wawrinka lleva toda la temporada sin convencer, con un juego mediocre que no mejora con el paso de los torneos. Este torneo en su país, con su público, su hija pequeña en las gradas podía convertirse en un punto de inflexión. Stan fue de menos a más hasta llegar quizás al mejor nivel que ha mostrado en lo que va de temporada.

La presión se hizo notar al comienzo del partido con tres roturas consecutivos en los distintos servicios que acabaron beneficiando al alemán. Zverev poco a poco fue cogiendo confianza en su servicio, cambiando las alturas, velocidades y efectos que no dejaban llevar la iniciativa del juego al tenista local. Manteniendo su saque llegó la primera sorpresa de la final, cuando la primera manga caía del lado del número 33 del ránking.

Preparado para Roland Garros

El inicio del segundo set fue nefasto para Wawrinka, teniendo que levantar tres bolas de break. La afición intentó animar a su jugador que tardó poco tiempo en reaccionar. La remontada en el juego anterior dio un vuelco al partido, ya que en el siguiente resto el suizo se mostró más agresivo y consiguió romper el saque del germano para abrir una brecha en el marcador. Los intercambios empezaban a alargarse y el alemán comenzaba a sufrir en la mayoría de peloteos. Los resultados repercutieron en el marcador que se igualó y el partido se iba a decidir en el parcial definitivo.

Wawrinka saltó a la pista con la actitud de campeón. Rápidamente encontró la brecha en el marcador, aunque el corazón de Mischa volvió a igualar el partido. La efectividad del servicio del alemán disminuyó y el suizo consiguió tres roturas para certificar su segundo título en el ATP de Ginebra. Este triunfo puede conseguir encaminar la temporada del helvético, que ya mismo tiene que viajar a Francia para disputar Roland Garros, en el que debutará frente al eslovaco Jozek Kovalic.