En el fútbol mexicano tenemos la mala costumbre de que a cualquier partido con tintes de rivalidad le queremos llamar clásico. Las expectativas que queremos formar en base a un partido son tan grandes que ahora estamos llenos de clásicos nuevos como el Monterrey-Santos que para muchos ya lo es (para mí no está ni cerca de serlo).

Sin embargo, por supuesto que en tierras aztecas tenemos clásicos, el más pasional de ellos el Monterrey-Tigres que aunque muchos digan que este partido no importa fuera de la demarcación regia, la pasión con la que lo viven ellos es inmensa.

Al Club América es al que en más clásicos se le ha colocado, y esto es por la simple razón del odio que genera el cuadro amarillo, no podemos negar que a todos nos gusta ver a nuestro club, sobre todo si eres Chiva, Puma, o Celeste, someter a “Las Gallinas”.

Este Sábado, Cruz Azul enfrenta al América en punto de las 5 de la tarde, y a mí como cada 6 meses me produce mucha emoción este partido. Mi primer juego en un estadio fue en agosto del 2003, a unos días de haber cumplido 5 años justamente fue mi regalo, que mis padres Americanistas de toda la vida como casi toda mi familia me llevaran al estadio a presenciar por primera vez al club al que sin mucho uso de la razón en ese entonces ya seguía fervientemente.

Después vinieron 7 años sin que mis cementeros pudieran vencer a las Águilas de mis padres, 7 largos años en cada 6 meses mis lágrimas caían bajo la burla de mi familia de que nuevamente nos habían ganado. Pero un día todo cambio, en el torneo de Apertura 2010 un fierrazo del Chaco Giménez al marco defendido por Guillermo Ochoa provocó que en 90 minutos Cruz Azul volviera a sacarle los 3 puntos al América. Y miren que yo no soy de los seguidores que tienen en un altar al Chaco pero sí le reconozco el que nos haya ayudado a romper esta malaria.

A partir de ese juego las burlad entre mi familia y yo han sido equitativas, exceptuando por un día, el 26 de mayo de 2013. Un mes con 23 días antes yo regresé al Estadio Azteca con los seres que me dieron la vida, los convencí de que fuéramos a observar a nuestros cuadros enfrentarse en la semifinal de la Copa MX y así sucedió.

Una victoria en penales que nos condujo a la final en donde levantamos la Copa MX fue lo que sucedió aquella noche en el Azteca.

Cruz Azul antes de eso venía con una forma de juego inverosímil pero bastó esa victoria en contra de las Águilas para que el estado de ánimo de los de La Noria se levantara y arrollara rivales en los siguientes partidos del torneo regular y a Morelia y Santos ya en la liguilla.

Pero ese 26 de mayo a pesar de la victoria en el Estadio Azul nuestros propios errores hicieron que cayéramos derrotados en la final en contra de los cremas de una manera trágica, una noche la cual aún me produce pesadillas.

Desde ese día, el rencor hacia este conjunto creció en nosotros, un rencor del cual ni siquiera la victoria de 4-0 hace 3 torneos ha podido sanar. Pero algún día nos volveremos a encontrar en una final, y ahora sí, en otro partido que seguramente también será sufrido, les arrebataremos la victoria.