Sin pasar angustias no sabe un resultado del Atlas. El sufrimiento es una parte inherente del equipo, pues este ha formado parte de su historia o por lo menos así es en tiempos recientes. De esta forma surgió la frase “A lo Atlas”, por mencionar el más claro ejemplo.

Luego de 17 años, en donde desfilaron 26 entrenadores y hubo ocho interinatos para un total de 34 cambios en la dirección técnica del equipo, Atlas alcanzó de nueva cuenta las semifinales del futbol mexicano; esta vez tras superar a Rayados en la fase de Cuartos por mejor posición en la tabla al igualar en el marcador global.

De un equipo desahuciado, a uno semifinalista

Para entender el paso que hoy ha dado el equipo habría que remontarse quince meses atrás, cuando Diego Cocca aceptó tomar las riendas de un equipo desmoronado anímicamente y serios problemas en lo futbolístico como lo era el tema del cociente.

En quince meses, pese a atravesar rachas negativas y tener más dudas que certidumbres, la paciencia imperó por parte de la directiva rojinegra manteniendo al estratega argentino. Con la confianza depositada todo dependió de Diego Cocca, quien armó un equipo de bases sólidas comenzando desde la portería y defensa hasta llegar a la delantera que aún tiene detalles por corregir.

Partiendo de este contexto en el que el bonaerense recuperó a un equipo que estaba desahuciado debido a erróneas tomas de decisiones, la conclusión es que la recuperación es brillante tras estos quince meses y que el premio de llegar a la semifinal puede considerarse llegó bastante rápido.

Foto: @Golesycifras (Twitter)
Foto: @Golesycifras (Twitter)

La alegría, el estrés y el sufrimiento

Regresando al tema del sufrimiento, Atlas no dobló las manos ante una de las plantillas más caras del futbol mexicano, aunque le costó aguantar los embates tanto en el compromiso de ida como en la última parte del juego de vuelta en el Estadio Jalisco.

La identidad que Diego Cocca proclama poseer este equipo se impuso en el Coloso de la Calzada Independencia al grado de volver inoperante el sistema ofensivo de Rayados, mismo que actuó hasta el minuto 38 cuando Camilo Vargas tuvo acción en su área.

El gol de penal de Julio César Furch, pese a la polémica desatada sobre si debía ser o no, desató la euforia, la algarabía, pero sobre todo liberó el estrés cargado por la afición presente en el estadio, así como los millones de aficionados que vieron el juego mediante una pantalla.

Foto: Cancha
Foto: Cancha

La aspiración por llegar a una semifinal volvía a convertirse en una realidad, como hace seis meses contra Puebla. Sin embargo, como se mencionó al principio de este texto, el sufrimiento vive a la par de este equipo rojinegro y quien más lo paga es el mártir que decide cargar la cruz de los colores rojo y negro.

El estrés sacado por el gol de Furch volvió conforme la peligrosidad de Rayados iba en aumento. La anotación de Alfonso González, canterano de Atlas, para variar, le regresó el nervio a la afición atlista, las palpitaciones en el pecho se sintieron de nuevo.

El tiempo agregado más largo

Cuando el reloj marcó tiempo completo apareció el cuarto árbitro con el anuncio de siete minutos como agregado. El estrés y los nervios acrecentaban. Siete minutos que se volvieron eternos, había que defenderse como fuera, el resultado estaba a punto de darse y no había lugar al error.

Rayados estuvo encima, luchó, no dejó de buscar ese gol que les habría dado el pase a las semifinales, pero tuvo problemas con la mentalidad. La frase que muchos entrenadores del barrio dicen “cabeza fría, pies calientes”, no acompañó a la escuadra regiomontana.

Foto: @Golesycifras (Twitter)
Foto: @Golesycifras (Twitter)

La última acción, el envío cortado por Edgar Zaldívar, fue seguido del silbatazo final de César Arturo Ramos, decretando el tan ansiado pase de Atlas a la antesala de la final, donde ahora deberá verse las caras con un Pumas ascendente.

Como hace 17 años

Sea casualidad de la vida o no, Atlas se enfrenta en la semifinal a Pumas, rival que enfrentó en esta misma instancia hace 17 años. Incluso, las sedes se repetirán en orden, primero el Estadio Olímpico Universitario y después a definirse en el Estadio Jalisco.

Foto: AS México
Foto: AS México

Quizá varios de los lectores de este texto, incluido un servidor, presencien por primera vez una semifinal a consciencia, pues aquella del año 2004 es posible que aún se estaba atravesando la etapa de la infancia.

Queda claro que la afición no se conformará con sólo estar a un paso de la final y querrá llegar a ella. Regresar a una instancia con un equipo totalmente ajeno, en cuanto a estilo de juego se refiere, al que lo hizo en el Verano 1999. Aun así, la afición sueña y su alegría de estar de nuevo en semifinales no se borra.