Pareciera ya lejana, aquella tarde de domingo donde al medio día el equipo de Cruz Azul se levantaba en hombros para festejar su octava estrella y así romper una sequía de más de 15 años sin ser campeón, lo que no sabían es que estaban a punto de entrar a otra peor.
Aquella final tiene tintes de nostalgia porque van pasando los años y no se ve forma de como volver a llegar a ese momento de gloria y de máxima alegría tanto para jugadores como para aficionados. Pero para llegar a ese momento, la maquina tuvo que recorrer un largo camino que no fue fácil pero que al final valió la pena.
Era el torneo Invierno de 1997, parecía que iba a ser un torneo normal en donde la maquina clasificaría a la liguilla para tratar de volver a ser campeón, una vez concluidas las 17 jornadas de la temporada regular los dirigidos en ese entonces por Luis Fernando Tena habían terminado segundos, solo por debajo del líder León y con una diferencia de un punto, una vez definidas las llaves de eliminatoria el primer obstáculo que había que enfrentar era Atlas, el cual no represento mucho peligro para las ilusiones celestes que terminaron eliminándolos por global de 5 a 1 y así acceder a las semifinales.
Esta vez el rival era Atlante, rival que se le fue complicando a Cruz Azul desde la ida partido en el cual empataron a un gol, todo se definía en la vuelta y con un solitario gol de Yegros, la maquina accedía a la gran final pero con un muy alto costo, durante esta semifinal su delantero estrella Carlos Hermosillo había terminado la serie con una fractura en la costilla y era duda para la gran final que era nada más y nada menos que contra el líder de la competencia León, quienes venían de eliminar al América.
La mesa estaba puesta y el equipo tenía una cita con el destino, la ida fue un partido muy ríspido que se decidió por un solitario gol de Galindo, pero no estaba dictaminado del todo y en la vuelta se vería una de las finales más parejas y emocionantes en ese entonces, León se dejaría ir con todo al ataque y al 53’ Espinoza empataría el marcador global por lo que dejaba la moneda en el aire.
Ambos equipos buscaban ganar el partido en el tiempo reglamentario, hubo llegadas muy claras pero que no se concretaron, el partido se fue a tiempos extras en ese entonces existía la regla del ‘Gol de Oro’ la cual consistía en que el primero que se hiciera presente en el marcador ganaría el título. Durante ese lapso del partido, Hermosillo entraría de cambio para tratar de ganar el partido y no fue hasta el minuto 100’ donde tras un intento de remate del delantero celeste terminaría chocando con el portero de León, Ángel David Comizzo quien le terminaría propinando una patada a Hermosillo provocando que el árbitro señalara la pena máxima.
Era el momento decisivo, con la cara ensangrentada y el uniforme manchado, Hermosillo haría valido el tiro penal y con ello Cruz Azul se volvería a coronar en el futbol mexicano, a 19 años de esto sigue pareciendo una gesta heroica de esos jugadores, los cuales siempre serán recordados por aquella gran tarde.