Portland regaló a los pertiguistas todo el foco de la primera jornada del Mundial en pista cubierta y un pequeño gran hombre devolvió el cumplido con una noche para el recuerdo. Renaud Lavillenie saltó a la pista a las 03:05 (hora de Europa, ocho horas antes en Portland), ejecutó su primer salto a las 05:08 sobre 5,75m, ya decidido el concurso femenino, que comenzó a la vez, y volvió a agarrar la pértiga a las 05:56. Después de ese salto (5,90m) ya era oro. Mientras, se entretuvo en posar para las fotos, bromear con el subcampeón, el estadounidense Sam Kendricks, y comentar el concurso con su homóloga Fabiana Murer. Si no se vio una película fue por respeto a sus rivales. Para el francés fue como llegar a la oficina, bajar a tomar el café hasta mediodía, regresar, mandar dos emails y salir entre aplausos como empleado del día.
Mientras, el galo aguantaba la tensión competitiva sin quitarse el chandal, sus 13 rivales se fundían en un concurso larguísimo, del que pronto descabalgaron algunos de los favoritos, como el brasileño Thiago Da Silva, solo capaz de saltar 5,55m; el griego Konstadinos Filippidis, vigente campeón y eliminado con 5,65m, o el campeón mundial al aire libre, el niño canadiense Shawn Barber, que, dispuesto a desafiar a Lavillenie desde sus seis metros de este invierno, sufrió una tarde de horrores, peleado con la batida desde el principio. Tras siete nulos, saltar 5,75m no le servía para llegar al podio.
Cuando Lavillenie se tomaba otro respiro, Kendricks (5,80m) y el polaco Piotr Lisek (5,75m) se jugaron la plata y el bronce. Todavía no estaba dicha la última palabra, pero el vuelo perfecto, sobrado del francés en 5,75m era una losa psicológica. El campeón olímpico volvió a empuñar la garrocha y a demostrar que no tenía rival pasando muy por encima del listón en 5,90m. La cara de Kendricks, aún con un hilo de vida, lo dijo todo.
Lavillenie batió la plusmarca de los campeonatos (6,02m) de camino a tres intentos de récord del mundo, un clásico broche a sus victorias. Solo en la pista, concentrado ya de verdad, nunca estuvo cerca. Volvió el Lavillenie terrenal, el que demuestra ser cuando se le atragantan los mundiales al aire libre. En la segunda tentativa pudo poner en peligro el año olímpico con una peligrosa caída en el hueco de la colchoneta. El Centro de Convenciones de Oregon contuvo la respiración hasta que el francés levantó una mano y sonrió. Su proprio récord se le sigue resistiendo dos años después.
Suhr aparca la irregularidad
Jennifer Suhr ha tenido que esperar a los 34 años para colgarse en Portland su primer oro de un Mundial de atletismo. Suhr supo ganar en el momento adecuado, en los Juegos de Londres, pero el resto de su palmarés no hacía honor a su calidad y su prestigio. Cuando en 2008 consiguió pasar la barrera de los 4,90 metros, entonces un hito, prometió de inmediato “patear el culo” a Isinbayeva en los Juegos de Pekín. Se tuvo que callar. Cinco años después se convirtió en la segunda mujer tras la rusa por encima de los cinco metros, pero tampoco entonces logró establecer un dominio estable. Nunca hizo sombra a la rusa ni en títulos ni en carisma.
Por fin este invierno arrebató a la zarina la plusmarca a cubierto (5,03m), algo que la señalaba inevitablemente para ser la primera campeona del Mundial. Suhr, de apellido anterior Stuczynski, por su origen polaco, se desenvolvió con solvencia. Cuatro saltos limpios (4,60m, 4,75m, 4,85m y 4,90m) le sirvieron para imponerse en uno de los concursos más duros de siempre, con cinco mujeres saltando por encima de 4,70 metros, pero aparcó su ambición al anunciar un intento de récord mundial (5,04) que al final no brindó a sus compatriotas.
El público ya estaba contento porque Sandy Morris, el talento que viene, aseguró la plata con 4,85m. Pasó 4,75m a la segunda, en 4,80 tocó el listón con el pecho y lo dejó temblando y en 4,85m casi lo derribó con las piernas, pero le sobró templanza para derrotar a la griega Ekaterini Stefanidi, bronce con 4,80m, que empezó amenazante y se bloqueó en las alturas decisivas. No obtuvo premio, en cambio, la valentía de la suiza Nicole Büchler, la que más veces tiró el listón de todas las participantes (hasta 9 veces), pero firmó un nuevo récord nacional (4,80m) después de jugársela tras dos nulos en la altura anterior y en un concurso agónico.