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Bromell también tumba a la mente de Powell

El joven talento estadounidense de 20 años se impone en los 60 metros del Mundial indoor de Portland. El jamaicano vuelve a perder una final después de renacer en las series acercándose al récord del mundo de Maurice Greene. Brittney Reese suma su séptimo gran oro en la longitud femenina y Thomas Walsh deslumbra en peso.

Bromell también tumba a la mente de Powell
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Por Ismael Pérez

Asafa Powell nació para perder grandes finales. Lo volvió a demostrar con crudeza durante el cierre de jornada en Portland, en la final mundial de los 60 metros bajo techo, una escala menor de los prestigiosos 100 del aire libre, sin Bolt y sin Gatlin, pero con una oportunidad de redención que él solo se creó durante las primeras rondas y él y su trastabillante mentalidad se encargó de destruir en la final. En la recta se impuso Trayvon Bromell, la nueva esperanza de la velocidad estadounidense. A sus 20 años, desde hoy presume de un oro mundial y del bronce del Mundial de Pekín en el hectómetro.

Bromell demostró carácter ganador de principio a fin. Salió el más rápido de los tacos (0.121), factor importante en una prueba tan corta. Su marca, 6,47s, notabilísima, la mejor de siempre, demostró sin embargo que su oro era tanto su victoria como la derrota de Powell, que desde hace más de una década ha sufrido los mismos problemas con velocistas de todo tipo: Justin Gatlin, Tyson Gay, Usain Bolt o Yohan Blake. Nadie señalaba ya especialmente al jamaicano de 33 años en una prueba sin un gran favorito. Pero el Asafa al que se consideraba ya casi jubilado y defenestrado por su positivo por dopaje en 2013 que lo tuvo 18 meses a la sombra, se encargó de recordar al de sus mejores tiempos, al plusmarquista de la época pre-Bolt con un asombroso registro en primera ronda (6,44s), que repitió en semifinales.

No se trataba solo de la marca, a cinco centésimas del récord mundial de Maurice Greene, sino de la manera de lograrlo, fluida, sobrada, dejándose ir como corresponde a las primeras rondas. En el Centro de Convenciones de Oregón y en el atletismo empezó a hablarse de la posible plusmarca, algo que no se contemplaba minutos antes. El proprio Greene lo alentó por Twitter.

Sin Richard Kilty, el sorprendente campeón inglés blanco de hace dos años, y con el joven Bromell y el abuelo Kim Collins como rivales más peligrosos, Powell se convirtió de repente en favorito indiscutible. Y su salida, aún peor que la de Bromell (0,135), no lo desmentía. Pero el cerebro del jamaicano volvió a entrar en modo final, a cortocircuitarse. Powell tembló en la fase inicial de la carrera, tardó un mundo en erguirse.

A media carrera, cuando Bromell ya volaba, Powell estaba entre los cuatro últimos."No sé exactamente qué pasó. Quería correr en 6,40s. No quería estar demasiado excitado tras las primeras rondas pero no me salió en la final", reflexionaba después. En cualquier caso, reaccionó a tiempo de colgarse la plata (6,50s, el bronce, 6,51s fue para el desconocido atleta de Barbados Ramon Gittens), pero al mismo tiempo acabó de apuntalar su fama de perdedor. En las dos primeras rondas se corrió más que en la final. Mérito y demérito de un hombre especializado en brillar en las primeras rondas y fallar en las finales. Empezó a sucederle en los Juegos de Atenas 2004. Nadie esperaba que fuera capaz de encontrar una nueva oportunidad de demostrarlo en pleno 2016, esta vez en pista cubierta. Pero Powell lo consiguió.

El gran salto de Reese

El oro de Bromell acabó de encender la caldera estadounidense. Poco antes, Nia Ali (7,81s) había arrebatado el oro de los 60 metros vallas a la también estadounidense Brianna Rollins por una centésima (7,82s). La británica Tiffany Porter (7,90s) cerró el podio.

Cuando eso sucedió en la grada ya se había vibrado con la remontada de Britney Reese en la última ronda de la longitud. La estadounidense aplicó todo su temple. Después de haberse quedado fuera de la final de Pekín, en Portland no se puso nerviosa por los errores de batida, los dos nulos, o los saltos rondando los siete metros que, sin embargo, no conseguían doblegar a la serbia Ivana Spanovic (plata, 7,07m) ni a la británica Lorreine Ugen (bronce, 6,93m), que batieron sus récords nacionales. En el último intento voló hasta 7 metros y 22 centímetros, el salto más largo del año de lejos, para sumar su tercer mundial a cubierto y su séptimo gran oro: es campeona olímpica y triple mundial al aire libre.

Walsh aplasta el peso

Estados Unidos dejó para el resto del mundo el peso masculino, una especialidad antes de su negociado y que ahora ha cedido a lanzadores de los más variopintos países. Tomas Walsh destacó entre todos ellos. Superó cinco veces los 21 metros, batió tres veces el récord de Oceanía y cerró el concurso con una marca insuperable (21,78m). Nada pudieron hacer el rumano Andrei Gag (20,89m) y el croata Philip Mihaljevic (20,87m), dos recién llegados a la élite mundial.

Los vecinos del norte se llevaron el oro del pentatlón, pero al tratarse de Brianne Theisen Eaton (4.881 puntos) tuvo un sabor familiar. La canadiense fue la primera sorprendida. Trastabillante en el peso (13,70m) y la longitud (6,42m), remontó en los 800m aplastando a las ucranianas Anastasiya Mokhnyuk (4,847) y Alina Fodorova (4,770), que se hundieron en las cuatro vueltas. Ashton Eaton corrió a abrazarla al enterarse del sorpresivo oro de su mujer. Tras la primera jornada del heptatlón, él va camino de imitarla mañana. Será la primera vez que el matrimonio se lleve los dos oros combineros a casa de un gran campeonato. Y compitiendo en tierra de Eaton. La historia perfecta.

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Sobre el autor
Ismael Pérez
25 años. Periodista. He cubierto los JJOO de Londres y Sochi para Somosolimpicos.com y los grandes campeonatos de atletismo desde 2011, en Praga y Ámsterdam como enviado especial. @Ismael_Prz