ÁMSTERDAM. Cuando la tarde de España se nublaba en la resaca de la eclosión medallística del viernes, apareció David Bustos a última hora para arreglar la jornada y dar a España su quinta medalla en los Europeos de atletismo de Ámsterdam en la prueba otrora fetiche, los 1.500 metros. Un día apañado en una recta, en 70 metros mágicos en los que el mediofondista balear encendió el turbo y pasó a todos los candidatos al podio como un avión. Una recta que cree haber corrido en unos 13 segundos, un esprint en el que cayeron a sus pies el holandés Richard Douma, que cambió de ritmo antes de tiempo empujado por la efervescencia del estadio, el francés Florien Carvalho, que salió en cabeza, los británicos Lee Emanuele y Jake Wighman, el alemán Homiyu Tesfaye, uno de los favoritos, y finalmente el subcampeón europeo noruego Henril Ingebrigtsen, apretando como el español. Venció su hermano pequeño, hasta hoy 'el malo', Filip, que ya levantó los brazos cuando Bustos todavía remataba su plata a toda prisa.

Es la primera medalla de los 1.500 metros españoles en un gran campeonato en cuatro años. En el Europeo de Helsinki 2012, otra vez a las puertas de unos Juegos Olímpicos, fue el propio David Bustos el que rascó un bronce en una carrera tan lenta y táctica como la de Ámsterdam (Se ganó en 3.46.65 y Bustos tardó 25 centésimas más). "Era lo que esperaba, ya le dije a mi entrenador que prefería correr atrás para que no me pasara lo que las series", desveló Bustos pocos minutos después a Vavel en la zona mixta. La medalla de Bustos llegó por sorpresa porque las sensaciones que dejó en primera ronda, donde pasó repescado por tiempos no fueron las mejores. "He salido adelante, porque es mi forma de salir, pero buscaba que me adelantaran y no he opuesto resistencia. Quería ir reservón, sin desgastar para guardar fuerza para el último 100. Me ha salido bien porque tenía el puntito de fuerza y resistencia", explicó. Tan tranquila salió la carrera que Bustos, sin quererlo, se pasó las dos primeras vueltas en segunda posición. Después se guardó tanto que a falta de 200 metros parecía descartado de un grupo en el que todos aguantaban. 

Bustos escuchó sexto la campana. Por delante quedaba una vuelta trepidante. Tras un ritmo tan lento, no podía ser de otra manera. Se voló en 52 segundos, pero el mallorquín de 25 años iba a ser el último en abrir las alas. En la última curva parecía encerrado, 8º, alejado del lugar en el que se iban a jugar las posiciones en el podio, pero, al revés que otras veces, en tantas eliminatorias mundiales en las que se quedó con gasolina, Bustos tenía fuerza extra para salir a las calles exteriores y empezar su recogida de cadáveres. Dicen que las medallas se ganan en el invierno y el nuevo subcampeón de Europa dio las claves. "Ha sido un año de mucho cambio, he vuelto con mi entrenador Toni Roig, porque me hacían falta cuatro cosillas que sabía que él me iba saber implementar a la perfección: levantar la cadera, ampliar la zancada y trabajar bien en el gimnasio. Al principio cogí mucho músculo, pero he mejorado de la hostia", contaba eufórico después de cambiar al bronce en Los Ángeles 84 José Manuel Abascal y su Cantabria para volver a los orígenes en las Baleares.

El mallorquín cambió el rumbo de una tarde plomiza en la que, como Bustos, los españoles podían soñar con rascar algún espacio en el cajón de honor si estaban a su mejor nivel. No ocurrió con Pablo Torrijos, octavo en la final de triple, ni con Frank Casañas, último en la de disco, ni mucho menos con Yidiel Contreras, testimonial en la carrera por las preseas de los 110 metros vallas.

Torrijos se estanca en los 16,30m

Torrijos saltó a la final levantando los brazos y animando al público. Un entusiasmo que luego no se reflejó en el pasillo de triple. El concurso, de flojo nivel, le dio la oportunidad de pasar a la mejora como 8º después de un mal arranque (15,88-16,23-16,34). No supo aprovechar los tres saltos siguientes para avanzar posiciones. Firmó un nulo en el 4º y con 16,33 y 16,30 metros se quedó igual de frío. “Me notaba bien, aunque no tanto como en la calificación, pero no conseguía correr fuerte al final, los últimos apoyos, el talonamiento. En los últimos he ido a tope pero nada”, contó después en zona mixta a Vavel sin saber explicárselo.

El subcampeón europeo 'indoor' en Praga (desde entonces no ha vuelto a los 17 metros) reconoció que con sus pobres saltos pensó que no pasaría a la mejora. “Cuando me vi octavo y que faltaba el fracés Compaoré me vi fuera confesó. Venció el alemán Max Heb con la mejor marca de un Europa este 2016 (17.20m), seguido del polaco Karol Hoffman (17,16m). El bronce se vendió tan barato que al británico Julian Reid le sirvió con 16,76m, una medida que el castellonense superó hace una semana con la ayuda natural de la altura de Sierra Nevada. ¿Ayuda? “En parte sí y en parte no”, cree Torrijos. “Allí me noté bien pero es cierto que también es un control y a mí me cuesta encontrar la motivación que hay en las grandes competiciones”, reflexionó. Ahora se planteará cómo de seriamente afrontar el Campeonato de España de Gijón, porque necesita, afirmó, “un buen salto” para ir a Río con confianza.

Contreras se come las vallas en la final

Yidiel Contreras cumplió metiéndose en la final de las vallas altas, algo que no ocurría con un español desde 1986. Con su competitividad habitual desde que corre por España (nació en Cienfuegos, Cuba) superó a vallistas más rápidos este año en la semifinal y entró segundo (13,47s) solo lejos del francés Dimitri Bascou, después campeón. Salió del estadio volando y sin querer hablar. “He tropezado al final, espero mejorar”, soltó atropelladamente. Y unos minutos después rindió peor. Por la calle ocho, como cenicienta de la final, falló tirando la primera, tercera y novena valla y rozando la última (13,54s). Se escapó igual de rápido. “No salió como quería”, lamentó. Tras Bascou (13,25s) llegaron el húngaro Balazs Baji (13,28s) y del también galo Wilhem Belocian (13,33s).

En semifinales se quedó el navarro Javier Colomo, que salió mal, tiró dos vallas y, con todo perdido, terminó último (13,88s) su semifinal de 110 metros vallas. Una carrera que estaba lejos de su objetivo de rebajar su marca de 13,58s y aún más de lograr la mínima olímpica (13,47s).

Peor aún le fue al otro español nacido en Cuba. El veterano Lois Maikel Martínez despertó las expectativas con 66 metros en la calificación del disco en el Museumplein del centro de Ámsterdam que hubieron valido la plata en la final. El cambio al estadio no le sentó bien. Con 57,40, 59,17 y 59,27 metros no pudo evitar la última posición. Ganó el polaco Piotr Malachowski (67,06m), seguido del belga Philip Milanov (65,71m) y del estonio Gerd Kanter (65,27m), tres habituales.

Los cuatro relevos fuera

Como por la mañana, los dos relevos, en este caso de 4x100m se quedaron sin final. Entre los chicos no corrió Hortelano, el factor diferencial tras su 4º puesto en el hectómetro y su oro en los 200 metros. Mauro Triana, Oscar Husillos y Alberto Gavaldá cambiaron bien y Ángel David Rodríguez, 13 años más viejo que el resto, remató la faena trastabillando en los últimos metros, cuando se perdió cualquier opción (39,15s). Se quedaron a un puesto de la final. Las chicas (María Isabel Pérez-Nana Jacob-Estela García y Cristina Lara) no optimizaron los cambios y entraron quintas de su serie y 10ª en total.

En jabalina venció la bielorrusa Tatsiana Khaladovich batiendo el récord nacional (66,34m) por delante de la alemana Linda Stahl, que con 65,25m se subió a su cuarto podio europeo consecutivo. También batió la plusmarca croata Sara Kolak (63,50m), bronce. Favoritas como Spotakova, Ratej y Palameika rindieron por debajo de su mejor nivel. En pértiga, mientras, se impuso la griega Ekaterina Stefanidi (4,81m) que son récord de los campeonatos. 

En la pista, la final femenina de 5.000m sin españolas vio la victoria de otra keniana nacionalizada por Turquía, Yasemir Can (15.18.15), la misma fondista de 19 años que el miércoles se impuso en los 10.000m. Más disputado hasta el final estuvieron los 800 metros. Llegaron todas en un pañuelo a los últimos metros, donde se abrió paso la ucraniana Nataliya Pryshchepa (1.59.70). Sin embargo, cuando el estadio vibró de verdad fue en la final del heptatlón, donde se impuso la joven Anouk Vetter batiendo el récord holandés (6.626) y quitándoselo a Dafne Schippers tras brillar especialmente en las vallas, los 200m, la longitud y la jabalina. Sufrió en la última prueba, pero el Olímpico estalló cuando el marcador oficializó su victoria.