El partido frente al Alcorcón en Copa del Rey debía ser un preámbulo y estímulo de confianza para volver a sumar en la competición liguera. Con los cuartos de final a la vuelta de la esquina frente al Real Madrid, el Espanyol quería alargar su dinámica positiva contra el Celta de Luis Enrique en Cornellà El Prat. Ante una entrada muy baja de aficionados y una noche fría, el partido llevaba tras de sí altas probabilidades de ser vistoso por el choque de estilos y jugadores protagonistas.

Tena avisaba en la rueda de prensa previa al encuentro: "El Celta es un equipo al que cuesta robar el balón". El mensaje por parte del ayudante de Aguirre fue, posteriormente, trasladado en una clara declaración de intenciones en el sistema. El equipo de Aguirre volvía al 4-2-3-1 con Abraham y Víctor Sánchez en el doble pivote y Álex, quién acumulaba dos partidos consecutivos como titular y enlazando con la última línea atacante, empezaba el encuentro desde el banquillo.

Aguirre volvió a apostar por el doble pivote

Conscientes de la fragilidad defensiva de los visitantes, los pericos tenían claro que para hacer daño a sus rivales debían acumular hombres en campo propio para salir lanzados al contraataque, una de sus especialidades. Delante, no obstante, un equipo con una baja sensible como Charles (por problemas estomacales) pero con necesidad de puntos e intenciones y automatismos ofensivos muy fijados. Luis Enrique alineaba a Rafinha y Santi mina en la última línea mostrando su confianza en jovenes con talento y gran movilidad.

Una primera parte sin brillo

Los primeros cuarenta y cinco minutos estuvieron llenos de imprecisiones y malas tomas de decisiones por parte de los dos equipos, que no consiguieron enlazar jugadas ofensivas con criterio ni acierto. Mientras que el Celta buscaba dominar a través de tener el balón, en ataque posicional sufrieron y encontraron pocos espacios ante un equipo bien ordenado atrás. Los de Tena, por su parte, vieron en Córdoba un recurso muy habitual para salir directos e intentar sorprender al rival.

Si bien el encuentro inició con idas y venidas por parte de los dos conjuntos donde las líneas estuvieron muy separadas y fue ésta la principal causa de ver acciones en campo rival, ninguno de los dos supo encontrar el último paso o precisó de calidad suficiente como para causar peligro en las porterías defendidas por Yoel y Casilla.

Sólo a balón parado mediante córners y faltas laterales los veintidós protagonistas del juego fueron capaces de atraer atención a un público que, por parte local, exigía mucho más a los suyos, viendo la poca atracción del juego y de cada acción sin intenciones ni ambición.

El segundo tiempo desespera al público

El segundo tiempo no cambió la tónica y, con un total de 4 tiros a puerta durante todo el encuentro, el público pitó la nula reacción de los pericos tras una primera parte horrorosa e inocente. El desplazamiento largo fue ganando terreno con el paso de los minutos y ninguno de los dos equipos se sintió dominador de un ritmo de juego lento y sufrido.

Ninguno de los cambios de Tena mejoró la posición del equipo frente a su adversario que con el paso de los minutos fue más conformista con un empate a nada. El punto, mejor para los visitantes que para los locales, parecía un premio justo para los dos. Fue Héctor Moreno quién, en el minuto 87, marcó un gol a balón parado siendo éste antes anulado por fuera de juego.

Pero Sergio García decide el encuentro

Cuando muchos daban por concluido el partido Sergio García se sacó de la chistera una acción individual de mucha calidad y consiguió anotar el gol de la victoria. Levantando al público asistente, el capitán daba tres puntos de oro a un equipo que ha supo sufrir con la entrada de Raúl Rodríguez y que volvió a vivir una situación similar a la del pasado miércoles frente al Alcorcón.