Espanyol 2013/14: Simao Sabrosa

Siendo objetivos, la temporada de Simao ha sido la peor de toda su carrera profesional. Cuando era joven, Simao era un extremo muy veloz que corría la banda, regateaba, centraba y marcaba una cifra importante de goles (en la temporada 2002-03, en pleno apogeo, marcó 18 goles en Liga). Una de las virtudes de Simao ha sido saber desarrollar otras capacidades como futbolista más allá del físico: Simao tiene una técnica exquisita. Cuando un jugador llega a la vejez y su físico se acaba debe reconvertirse. Le pasó a Ryan Giggs, que jugó más centrado en el final de su carrera. Le pasó a David Beckham y le pasará a Steven Gerrard y a Wayne Rooney. También le ha pasado a Simao. Este cambio se ha visto reflejado en los números: ha sido el máximo asistente del equipo con 6 pases de gol, el doble que la temporada pasada. Este año Simao ha jugado más retrasado, se ha asociado más y ha sido el encargado de colgar la gran mayoría de balones parados. No ha marcado, pero ha asistido más.

A Simao se le ha acabado la gasolina. La temporada anterior aún rindió bien en términos de goles y asistencias. La llegada de Aguirre le supuso un cambio brutal: de no contar a ser titular indiscutible, algo parecido a lo que le ocurrió a Stuani. Este año, Simao ha jugado 33 partidos de Liga (29 como titular) y 2 de Copa. El portugués siempre ha tenido la confianza de Aguirre, que ha llegado a alinearlo por delante de jugadores mucho más veloces, jóvenes y con mayor proyección (Pizzi, Álex, Torje). De hecho, esta temporada no ha sido muy buena para los más jóvenes de la plantilla debido a la falta de oportunidades, excluyendo a Córdoba.

Aguirre se marcha. Simao también. El luso ha brillado desde que Aguirre está en el banquillo. El fin de la etapa de Simao en el Espanyol estaba anunciado desde hace tiempo, al igual que el de Capdevila. Es cierto que ha asistido más, pero un jugador de la edad de Simao (y con el sueldo de Simao) ofreciendo ese rendimiento no tenía sitio en el equipo. Con Sergio las cosas parece que cambiarán, para bien o para mal. Se acabó el patadón, se acabaron los planteamientos conservadores, los delanteros posicionales y los onces repetitivos. Se acabó la etapa de Simao. Y nadie se acordará de él la temporada que viene.