Una pretemporada con dudas, juego poco vistoso, resultados preocupantes... Lo cierto es que el Espanyol no llegaba a Almería en su mejor momento. Atrás quedaba el tópico de "hay que seguir cogiendo ritmo" y.. aunque por muchos momentos el equipo careció de ello, la realidad es que el conjunto blanquiazul ha sabido competir en el Estadio de los Juegos Mediterráneos.

La realidad es evidente. El equipo de Sergio González no ha destacado por presentar un fútbol vistoso hoy en Almería, ni ha presentado una contundencia defensiva como en la época Aguirre, ni ha solucionado los errores individualidades en determinados momentos del partido... pero ha competido.

Empezó bien en ataque, blando en defensa

El conjunto periquito arrancó bien el partido. Sergio González apostó por Sergio García y Caicedo en la punta de ataque y el equipo lo agradeció. Con Sergio bajando a recibir balones entre líneas, la presencia ofensiva del Espanyol fue creciendo por momentos en los primeros minutos. Tanto Salva Sevilla como Victor Sánchez gozaron de dos buenas oportunidades para adelantar al conjunto blanquiazul.

Pese a empezar el partido con peligro en el área almeriense, lo cierto es que el conjunto rojiblanco hacia mucho daño por banda derecha. Victor Álvarez sufrió mucho en los primeros compases de partido con la superioridad que creaban Michel y Thomas en la parte derecha del ataque local. Y fue en esta primera media hora, cuando empezó a sacar su repertorio de paradas Kiko Casilla. Las tuvo de todos los tipos: uno contra uno frente a Thomas, disparo lejano de Berza, remate de cabeza de Soriano...

La expulsión de Arbilla cambió el partido

En el minuto 30 de partido, ocurria la jugada clave del partido. Del posible 0-1 en un remate de Colotto, pasamos a una contra almeriense llevada por Edgar, que obliga a Arbilla a realizar una falta táctica y ve la segunda amarilla. En ese momento todo se le complicaba a Sergio González, que redistribuyó el equipo como pudo. Pese a la inferioridad numérica, hasta llegar al descanso, el Espanyol mostró una gran solidez defensiva, que no permitia al Almeria llegar con peligro a la meta visitante.

Pero tras el descanso todo cambió. El Espanyol tiró lineas hacia atrás y el dominio del partido fue totalmente rojiblanco. El Almeria gozaba de la posesión y las ocasiones, y el Espanyol ponia el miedo en el cuerpo mediante algun chispazo de Sergio Garcia. Entoces aparecieron los fantasmas de los errores individuales, córner a favor en que no se entienden Salva Sevilla y Montañés, contra de libro dirigida -otra vez- por Edgar, y Soriano adelantaba a los locales. Todo en contra para los periquitos: inferioridad numérica, marcador adverso y sensación de control del partido por parte del Almería total.

Cuestión de fe con Sergio Garcia

Después de 12 minutos interrumpido el partido por un apagón, el Espanyol puso toda la carne en el asador para intentar conseguir el empate. Con la entrada de Stuani, Sergio González consiguió algo más de presencia ofensiva y la alternativa de buscar balones áereos.

En los últimos minutos, Álvaro puso en aprietos a la afición local con un cabezazo que se marchaba por poco. Y ya en el minuto 103, cuando media Almeria tenia pensado celebrar la victoria en sus fiestas locales, cuando la preocupación entre la hinchada blanquiazul iba in crescendo... apareció el de siempre: Sergio García. Pinchó un balón caido del cielo andaluz, se la acomodó a su zurda y con algo de suerte logró establecer el empate a uno. Visto lo visto después de casi dos horas de partido, Sergio González tiene muchas cosas que mejorar, pero hoy puede sacar una conclusión bien clara: la capacidad de sufriemiento de este equipo es enorme.