La cantera del Espanyol siempre ha sido conocida por sacar numerosos defensores de mucha calidad. De eternos capitanes a campeones del mundo; de grandes promesas a habituales titulares en sus respectivos equipos. Actualmente, en el Espanyol B solamente dos han llegado a jugar con el primer equipo, Eric Bertrand y Rubén Duarte. Tras ellos, en la sombra, haciendo un trabajo cada vez más visible, se encuentra Rober.

Proveniente de la tranquila Extremadura, concretamente Badajoz, aterrizó la temporada pasada en la capital catalana para defender los colores blanquiazules.

El poderío físico de Rober suele imponerse al de sus rivales.

La afición, en lo que se hacía con su nombre, se refería a él como “el de la cinta”; ahora todos saben quién es.

Rober sigue con su cinta – su seña de identidad – corriendo de un lado a otro la banda derecha. Desde se área hasta la línea de fondo. Incansable jornada tras jornada, el extremeño es un fijo en el once titular siempre que las lesiones le dejan en paz. En el momento de su fichaje llegó maltrecho y no fue hasta la jornada 15 que hizo su debut. En casa y contra el Atlético Baleares un Hércules con botas de tacos jugó los 90 minutos. El adonis extremeño se volvió a lesionar cuando todo el pescado en clave blanquiazul estaba vendido. El Espanyol B no notó su baja; sin embargo, sí ha notado su vuelta.

Equilibrio entre ataque y defensa

El imponente lateral no se limita a defender su parcela. Su alter ego más ofensivo sale a relucir cada vez más asiduamente. Rober tiene tiempo a perseguir a su marcado, pisparle el balón contundente pero limpiamente y ​precipitarse temerariamente hacía el horizonte. Su zancada potente y de cadencia rápida le sirve para plantarse en el área rival y centrar con precisión. Todo en menos de 10 segundos y con un alto porcentaje de que la jugada acabe en gol. La última demostración de su fortaleza fue contra el Zaragoza B, donde Jairo acabó culminando la cabalgada salvaje del extremeño.

Su poderío es tal, que la temporada pasada acabó coronando su ya típica galopada con un cañonazo con su pierna mala. Hasta el momento ha sido su único gol; no obstante, no le han faltado oportunidades para volver a perforar la red: de cabeza, en uno contra uno o de disparo. El gol se le resiste pero no tiene rival en defensa.

Es cerca de su área donde se ve al verdadero Rober. Su físico se impone siempre y solamente una gran jugada puede traspasar la roca blanquiazul. Todo aquel que intenta pasar por la banda derecha – en el caso de que se haya librado del siempre molesto Pol Llonch – tiene que pagar un peaje muy alto. Cuando un futbolista cae en territorio de Rober tiene dos opciones: salir de ahí rápidamente para no perder un balón o confiar tremendamente en su regate. La primera es la más racional, la segunda una temeridad.

Pese a su tremenda carta de presentación no ha sonado para cubrir alguna baja defensiva del primer equipo, aunque muchos ya piden que se le de una oportunidad. La razón es que el Espanyol cuenta con numerosos jugadores que pueden jugar en esa posición. Le queda un año de contrato con la entidad espanyolista, su futuro apunta lejos y ahora está en su mano ganarse un puesto en el primer equipo.