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Después de la tormenta llega la calma

El Girona, con un número muy alto de bajas, se reencuentra con la victoria después de tres jornadas. El cuadro gerundense –ahora cuarto en la clasificación–, puede seguir luchando por el ascenso directo y ya tiene once puntos más que el séptimo. El triunfo en Anduva es el noveno de esta temporada lejos de Montilivi. El balance es, por supuesto, más favorable que el de los duelos en el estadio gerundense.

Después de la tormenta llega la calma
Los jugadores del Girona incluso los del banquillo celebran el gran gol de Richy. // Foto: LFP.es
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Por Joan Baixeras Marin

Ganar ayer en Anduva fue la clave para inyectar una dosis de confianza a los hombres de Pablo Machín, que dieron un gran paso para ver más cerca el ascenso directo a Primera. El de ayer fue el noveno triunfo de la campaña lejos de tierras gerundenses. Después de dos jornadas seguidas en Montilivi y con un Girona casi al borde de la crisis, el gran partido ayer eliminó la falta de intensidad y el poco juego de los jugadores del conjunto catalán. Además, tras la semana más polémica de toda la temporada en el ámbito institucional, con cambio de presidente incluido, ya a punto de cambiar de propietario, el Girona supo calmar el ambiente consiguiendo los tres puntos. La plantilla rojiblanca supo evadirse de todo  de asunto extradeportivo y dio un gran golpe, el necesario para poder seguir creyendo en este equipo.  

Un gran gol de falta directa del zaguero Richy –minuto 15 de partido–, fue más que suficiente para sumar tres puntos que colocan al cuadro catalán a 11 puntos del séptimo y a un solo punto del segundo clasificado, el Sporting.

Se presentaba ayer un partido muy complicado, sobre todo por el gran número de ausencias de los hombres clave del equipo, además de la mala dinámica del equipo en los últimos partidos. No obstante, acabó siendo una tarde bastante plácida para los gerundenses. Impecables en todas las líneas, los hombres de Machín recuperaron ese espíritu que les ha llevado a luchar con los mejores. 

La resurrección del Girona

El Girona tenía que dar la talla ante el Mirandés, pero las bajas en el equipo eran numerosas. La carta de Machín para suplir la baja de Lejeune fue Carles Mas, y Eloi Amagat volvió al once titular en el puesto de Jandro, que jugó los 90 minutos en la final de la Copa Catalunya frente el Europa. La incógnita más importante para afrontar el duelo en Anduva era la zaga, que sin los dos carrileros titulares –Cifu i Juncà– y el defensa con más solvencia del momento –Lejeune–. Bajas sensibles que harían inquietar al técnico soriano.

Por suerte, el técnico local –Terrazas– priorizó tapar los carriles del Girona y utilizó un lateral como Aitor para evitar la velocidad de Sebas Coris. Un planteamiento poco visto, ya que los rivales que más dificultades habían creado los gerundenses, que habían optado por poner velocidad y desequilibrio en las bandas y tratar de hacer daño por los extremos.

El equipo catalán saltó al campo con mucha actitud y el carácter sobre el césped era enorme, cosa que hizo anular al 100% al Mirandés en ataque. Los locales no pudieron chutar entre los tres palos y sólo hubo un remate de cabeza desviado –minuto 27 –, de Urko Vera. Además el Girona ya se había avanzado en el marcador gracias al gran estado de gracia de Richy a balón parado, que sorprendió al portero Imanol Elias en una falta directa desde la larga distancia. El tanto demostraba el momento de forma de los hombres de Pablo Machín, que anteriormente habían avisado con un disparo desde la frontal de Granell.

A partir del 0-1, el control era completo para el equipo visitante, que dominó en absoluto a lo largo de la primera parte. Si hubieran estado más acertados de cara a portería el marcador sería más amplio. El Mirandés no pudo reaccionar de ninguna forma y ni siquiera fue capaz de inquietar Becerra con la táctica de juego directo y colgar el balón al área. El 0-1 en el descanso era excelente, pero también insuficiente para entrar en estado de tranquilidad en Miranda de Ebro.

Por fin la victoria

Los hombres de Terrazas son fuertes en casa y no podía ser que no pudieran llegar a hacer daño al cuadro catalán, hasta que en el segundo tiempo llegaron las ocasiones. Aunque llegaron, Pablo Machín pudo aguantar el ataque local con una defensa muy sólida fuera del área. El técnico local tuvo que sacarse el "conejo de la chistera", y las opciones fueron Jordi Pablo y Ruper, y después Juanjo. Aunque las fuerzas estaban presentes, no fueron suficientes para batir a un enorme Girona.

El conjunto gerundense no se conformó con estar sólido en defensa, su intensidad tenía que ser más temible. Pere Pons fue el hombre ideal para conseguirlo. Las recuperaciones defensivas, conducciones y pasadas llenas de criterio fueron numerosas. Granell, mejor en la primera mitad, mantuvo un nivel alto. Y Eloi Amagat, que reaparecía en el once y jugó infiltrado, hizo una segunda mitad y un tramo final de partido descomunales. El 0-2 estaba más cerca que el empate pero Felipe y Sandaza, que arriba estuvieron correctos, no pudieron mantener el ritmo. El juego ofensivo fue el mismo que el de aquel Girona de principio de temporada. 

El Girona tuvo siempre el partido bajo control, pero jugar en Anduva es igual a sufrimiento. La presión y los golpes de los locales fueron en aumento. Y su última esperanza era Urko Vera, pero Richy con la ayuda de los demás centrales –Carles Mas y Ramalho –, lo pudieron frenar. El Mirandés no se demostró fuerte en ataque durante el partido, pero en los últimos cinco minutos más los cuatro de descuento, fueron los ideales para retar al cancerbero visitante Isaac Becerra, que como siempre fue salvador del marcador.

El Girona se coloca cuarto empatado a puntos con Las Palmas que es tercero. Tiene a tiro los dos primeros –Sporting y Betis–, que están a un punto y a tres, respectivamente. Con la victoria de ayer la barrera de playoff se aleja aún más, y son once los puntos de diferencia. El duelo de la semana que viene en Montilivi será clave pare reafirmarse en la lucha por el ascenso directo. Los tres puntos serán el único objetivo de los dos conjuntos, Girona y el Valladolid de Rubi, que es quinto.